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sábado, 31 de agosto de 2013


DOMINGO, día 1 de Septiembre

 

Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29
 

“... Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes...”


 


CLAVES para la LECTURA

 

- La reflexión sapiencial del pueblo de Israel ha alcanzado cimas de espiritualidad válidas en sí mismas y, al mismo tiempo, premonitorias de la espiritualidad evangélica. Estos pocos versos lo atestiguan de un modo más que evidente. En cierto modo, se entrevé en ellos, efectivamente, el mensaje de las bienaventuranzas y el estilo humilde y sencillo de Jesús de Nazaret. Observamos, en primer lugar, que a cada consejo o recomendación le está asociada también una promesa: «Serás amado, obtendrás el favor del Señor». Este rasgo de la divina pedagogía se merece también que lo recojamos y lo pongamos de relieve. En efecto, Dios pretende educar también -más aún, sobre todo- a su pueblo con las promesas asociadas a sus mandamientos y a sus invitaciones.


 - Las actitudes recomendadas en esta página son especialmente dos: la humildad y la generosidad. La primera hace grande al hombre, aunque siga siendo pequeño en sí mismo, a los ojos de Dios. Grande significa aquí querido, amado, digno de ser colmado de gracia. Sin embargo, lo que más impresiona es la motivación que Ben Sirá explicita y que nosotros estamos invitados a hacer nuestra: el Señor concede gracia a los humildes porque «acepta que lo honren los humildes».

 - Uno de los modos más seguros de dar gloria al Señor es renunciar a nuestra gloria en la tierra. ¿Y por qué? A la luz de la historia de la salvación, sobre todo a la luz de la historia de Jesús de Nazaret, podemos formular una respuesta segura a esta pregunta: porque el camino de la humildad, adquirida mediante la humillación, es el camino escogido por Dios para revelarse a su pueblo, es el camino escogido por Jesús para salvar a la humanidad.

  

CLAVES para la VIDA

 
- Aquí se nos ofrece ya un buen resumen de la espiritualidad bíblica y un anticipo de lo se nos propondrá en la Buena Nueva del Evangelio. Un estilo de ser y de vivir que está ya sugiriendo algo profundamente novedoso y con perspectiva de futuro. Y es que ante Dios, el hombre sigue siendo una criatura; eso sí, muy querida, pero criatura. De ahí que el estilo HUMILDE es la postura más adecuada en esa relación para con Dios. Eso le gusta a Dios, según el sabio. El Maestro de Nazaret nos dirá enseguida que son los SENCILLOS quienes mejor entienden estas cosas.

 - “Porque es grande la misericordia de Dios y revela sus secretos a los sencillos” (v. 20): aquí se encuentra el origen de todo. Esta experiencia, vivida de forma tan intensa por Israel, hace proclamar al sabio que éste es el motivo fundamental para vivir la humildad como estilo de vida. Desde la vivencia de esta actitud humilde, Dios se revela con creces a su criatura y ésta entiende esa propuesta de Dios y no quedará defraudado ni será menospreciado. Y es que es demasiado querido por Dios.

- Es bueno acoger con paz estas reflexiones del sabio porque recogen una intuición muy hermosa de la mejor espiritualidad bíblica: la SENCILLEZ y la HUMILDAD como estilo de ser y de vivir. ¡Cuan complicado resulta tantas veces en la vida asumir este estilo como algo característico y específico! Hermano/a, es la propuesta del autor sagrado. Y, además, pretende así prepararnos a aceptar y acoger la propuesta del Maestro de Nazaret. ¡Cuánto tenemos que aprender! ¡Cuánto nos queda por caminar!

 

Hebreos 12, 18-19. 22-24a

 
“... Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús...”

 

CLAVES para la LECTURA
 

- Para el autor de la Carta a los Hebreos, la salvación adquirida mediante la «nueva alianza» consiste en obtener una gran familiaridad con Dios. Dios se ha hecho cercano al hombre (Dt 4, 7. 34) para que éste se pudiera acercar cada vez más a Dios. Ahora bien, para llevar a cabo este «atraque espacial», siempre según este autor, hace falta la fe: «Sin fe es imposible agradarle, porque para acercarse a Dios es preciso creer que existe y que no deja sin recompensa a los que lo buscan» (Heb 11, 6).

 - Dios es el monte hacia el que nos encaminamos; él es la ciudad que anhelamos alcanzar y en la que deseamos habitar; es la luz cuya necesidad sentimos como más fuerte que el pan de cada día. Creer significa, precisamente, acercarnos a él como al esposo más amado, como al amigo más deseado, como al único Salvador. No es ya una cosa tangible, para seguir la huella indicada por nuestro autor, aquello que anhelamos; tampoco es el sonido de una trompeta lo que escuchamos; tampoco es el miedo a oír o a ver a Dios lo que nos caracteriza hoy, en la plenitud de los tiempos. Al contrario, el Dios de Jesucristo, Padre suyo y Padre nuestro, nos atrae hacia él con toda la fuerza imantada de su amor: sólo así podemos esperar acercarnos a él para obtener de él un juicio de misericordia y de paz.

 - El «Mediador» único e insustituible de este camino de Dios hacia nosotros y de nuestro camino hacia Dios (1 Tim 2, 5) es Jesucristo, puesto que en la unidad de su persona se han encontrado de una vez para siempre el cielo y la tierra, Dios y el hombre. Con él se ha inaugurado la nueva era de la historia, que ha contemplado la más inédita de las novedades: los de lejos y los de cerca han recibido el mismo mensaje de paz (Hch 2, 39 y Ef 2, 14-18) y se han convertido en un solo pueblo en Aquel que es nuestra paz.

 

CLAVES para la VIDA

 
- Y es que el plan de Dios ha sido y sigue siendo el mismo: ama profundamente al hombre y desea lo mejor para la humanidad, y lo quiere llevar a cabo por todos los medios. Esto es lo que quiere destacar el autor de esta carta a los Hebreos. De ahí que este Dios se ha hecho cercano a la criatura; ha caminado con su pueblo; le ha librado de innumerables situaciones complicadas… y eso a pesar de las infidelidades, que han sido constantes por parte del pueblo escogido.

 - Ahora mismo, esa “cercanía” de Dios tiene un rostro concreto: es Jesucristo, quien se ha convertido en el único MEDIADOR. Esto es: el único camino que nos lleva a Dios es él. Y con él todo se hace nuevo, se ha inaugurado una nueva era de la historia, la definitiva. Desde él, la humanidad puede aspirar a ser la NUEVA FAMILIA, la que Dios ha soñado en su corazón desde siempre. Por su medio, Dios ejerce una fuerza de atracción hacia Él porque ama al hombre.

 - Reflexiones muy sugerentes las que se nos brindan y ofrecen en este texto bíblico. Una vez más, el hecho de que se nos recuerde cuál es el proyecto de Dios y que es un proyecto de vida y plenitud… es una hermosa noticia para nosotros. Además, saber que tenemos al gran Mediador, que es Jesucristo mismo, nos posibilita una visión de la existencia diferente y mucho más luminosa; en él podemos mirarnos y descubrir cuanto le agrada a Dios y así poder complacerle plenamente. ¡Toda una suerte, hermano/a! ¡Es cuestión de seguir su camino!

 

Evangelio: Lucas 14, 1. 7-14

 
“... Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal... Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido...”

 

CLAVES para la LECTURA

 

- En el marco de un banquete (v. 1), Lucas recoge un par de enseñanzas de Jesús relacionadas con la elección de los primeros puestos (vv. 7-11) y la selección de los invitados (vv. 12-14). La página evangélica que estamos meditando está incluida toda ella dentro de estos límites. Una óptima clave de lectura para las parábolas contenidas en el capítulo 14 de Lucas y, en consecuencia, también para las dos que componen el texto evangélico de este domingo consiste en señalar que ambas tienen como tema la invitación de Dios al banquete escatológico y, por consiguiente, podemos caracterizarlas como «las parábolas de la invitación divina». Las dos parábolas que nos interesan hoy mantienen una relación muy estrecha con nuestra experiencia cotidiana: parecen dos escenas tomadas de la vida diaria, dos escenas que, al final, han sido recompuestas en una unidad dinámica, capaz de revelar, por un lado, la mente de quien invita y, por otro, las instancias éticas requeridas a quien acepta la invitación.

 - En la primera parábola lo que le importa a Lucas es poner de manifiesto que, con frecuencia, en las relaciones humanas, el anfitrión y los invitados están repletos de prejuicios egoístas, de triviales arribismos, de preocupaciones jerárquicas. Jesús desmantela con sus claras afirmaciones las intenciones de éstos y pone al desnudo, allí en torno a la mesa, sus sentimientos. Hay materia para reflexionar y para preocuparse, vistas las modalidades con las que frecuentemente se trenzan nuestras relaciones interpersonales. También en la segunda parábola pone Jesús en claro que bajo de un gesto aparentemente magnánimo se esconde en ocasiones un sentimiento egoísta, a saber: cuando la selección de los invitados está sugerida únicamente por motivos de obligación, de simpatía, de interés. No es fácil captar la fuerte carga de contestación que caracteriza a estas parábolas de Jesús, que, una vez más, se manifiesta como el Mesías de los pobres, el defensor de los pequeños y de los oprimidos, alguien que se pone siempre del lado de los últimos.

 - Se comprende así la bienaventuranza del final: «¡Dichoso tú si no pueden pagarte! Recibirás tu recompensa cuando los justos resuciten» (v. 14). Jesús propone aquí, de una manera implícita, el ejemplo del mismo Dios, que no hace acepción de personas a la hora de distribuir sus bienes: así debería proceder también el perfecto discípulo de Jesús, superando la lógica humana, frecuentemente egoísta, y esperar la recompensa, a lo sumo, sólo de Dios.

  

CLAVES para la VIDA
 

- Si las reflexiones del sabio de la primera lectura invitaban a vivir desde la humildad y sencillez, ahora es el Maestro de Nazaret el que sigue en la misma línea y propone vivir ese estilo de vida y de actuación, además como algo que va a crear una dinámica positiva, incluso ante los demás. No es posible olvidar la conclusión a la que llega: “Porque todo el que se enaltece será humillado, y todo el que se humilla será enaltecido”.

 - Incluso a la hora de obrar con los demás, la apuesta del Maestro es que sean los últimos, como los que no cuentan, porque éste es el modo de actuar de Dios mismo y que en él, en Jesús, el Maestro, adquiere un estilo tan propio como singular. Sólo ellos, los últimos, los que no cuentan, son los que mejor entienden esta propuesta y este estilo de ser y de vivir. Él mismo, Jesús, se hará el último para ser servidor de todos, esperando la recompensa del Padre que es el mejor de los regalos. Así de clarito; así de exigente.

 - Está claro que la propuesta evangélica es un CAMINO concreto y específico de ser y de vivir para cuantos le aceptan a él en sus vidas. Este Maestro sabe de la vida y quiere darle un estilo propio y peculiar. Y no podemos olvidar que su estilo es el del mismo Dios, que ha actuado y que quiere actuar de esta manera tan especial. Hermano/a, aquí los “cuentos” no sirven de nada; aquí se nos está invitando a algo mucho más grande. ¡No lo podemos olvidar!

sábado, 8 de junio de 2013

DOMINGO X DEL TIEMPO ORDINARIO (C), 9 DE JUNIO



Hermanos: bienvenidos a esta celebración, a este encuentro con el Dios de la Vida.

Tras celebrar las GRANDES FIESTAS
 de nuestra fe cristiana, nos ponemos a caminar tras las huellas de Jesús, el Maestro, porque sabemos -por experiencia- que es el único camino que nos va a llevar al encuentro con Dios mismo y con los dones que constantemente nos ofrece y nos brinda. Por eso, también hoy, en este Domingo, Él nos seguirá instruyendo y presentándonos lo que conlleva acoger el don de Dios-Padre.

Y es que Jesús, el enviado de Dios-Padre, ha resucitado y vive en medio de nosotros. De ahí que la Palabra de Dios hoy nos presentará la VIDA como el objetivo a trabajar y a acoger constantemente, porque ése es el PROYECTO definitivo de nuestro Dios. No podemos caminar como quienes no esperan nada; estamos llamados a la vida. Jesús no se cansará de decirnos que el Padre es un Dios “amigo de la vida”.

Iniciamos esta celebración y este nuestro encuentro con el Señor y con los hermanos, seguros de que nuestra vida merece la pena, especialmente cuando va haciendo posible la vida a nuestro derredor. Comenzamos.

 

 

1ª Lectura: 1 Reyes 17, 17-24

Escucharemos un relato muy antiguo. El profeta Elías, que se siente enviado por Dios, realiza un signo (un milagro) para mostrar que la fuerza de la vida reside en Dios y no en los dioses o baales, como se creía en su entorno. Y Dios concede al profeta la fuerza para dar vida a aquel niño. Este relato nos adelanta cuál va a ser el proceder de Jesús de Nazaret, como escucharemos en el relato evangélico. Acogemos este sencillo relato.


2ª Lectura: Gálatas 1, 11-19

En esta reflexión que ahora escucharemos, el apóstol Pablo nos ofrece un testimonio de su propia vida. Él, Pablo, había sido un fanático religioso; pero cuando es llamado por Dios y se encuentra con el Señor resucitado, cambia radicalmente de vida, todo queda transformado en él, y ahora dedica todas sus fuerzas en dar a conocer la Buena Noticia que Dios nos ofrece en Jesús. Escuchamos su hermoso testimonio.


Evangelio: Lucas 7, 11-17

En este relato del evangelista Lucas, se nos presenta a Jesús con una exquisita sensibilidad para con las personas, especialmente con las que sufren. De ahí que, empujado por la fuerza del mismo Dios, es capaz de dar vida a un muchacho, hijo único, y así ilumina el corazón de una madre viuda. Y es que Jesús lo tiene muy claro: el proyecto de Dios es un PROYECTO de VIDA. Ésta es su Buena Noticia y la hace realidad. Acogemos con el corazón este sencillo y hermoso relato.

 

 

Reflexión para este día
“Un gran profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo”



Hemos terminado las GRANDES FIESTAS de nuestra fe cristiana (Semana Santa, Pascua, Pentecostés, Santísima Trinidad, Corpus Christi) y este domingo nos pone tras las huellas del Maestro, Jesús de Nazaret, para participar en su ESCUELA, y aquello que hemos descubierto, irlo madurando y profundizando en el caminar de cada día.

También HOY, nos encontramos con una SORPRESA: según Jesús, Dios es alguien preocupado por nosotros, y aunque las apariencias indiquen que parece que estamos abocados al fracaso, eso no es verdad. Dios ha arrebatado a Jesús de las garras de la muerte y le concede una vida en plenitud, como regalo a su fidelidad sin límites. Esta misma suerte es la que desea para cada uno de nosotros.

La misma Palabra de Dios que hemos escuchado nos habla, precisamente, de la VIDA, ésa que Dios nos ofrece gratuitamente. Él, en Jesús, nos libera de la esclavitud del pecado y de la muerte, y nos invita a participar plenamente de su misma vida divina, la que siempre ha soñado para nosotros.

¿Qué espera de nosotros? ¿A qué nos llama? A corresponder a su don apostando en favor de la VIDA, la que nuestro mundo y nuestro entorno más inmediato necesita. Esto conlleva denunciar todas y cada una de las violaciones que se cometan contra la vida. Es preciso responsabilizarnos de la defensa de sus derechos y colaborar con todos aquellas fuerzas políticas y sociales que se comprometen en este empeño.

Y, además, supone ser conscientes de que sólo se ama la vida, cuando se vive con sentido y se hacen presentes en ella los valores evangélicos; sólo se gana la vida cuando se pierde y se entrega por los demás. Es la inmensa y exigente PROPUESTA DE Jesús. Lo que gratis hemos recibido, estamos invitados a darlo gratis.
¡Dichosos los que creen en el Dios “amigo de la vida”,
porque sabrán entregarla por los demás
y serán una BENDICIÓN para nuestro mundo!

 

jueves, 19 de julio de 2012


VIERNES, día 20

Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8

“... Así dice el Señor: Haz testamento, porque vas a morir y no vivirás. Entonces, Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor: Señor, acuérdate que he caminado en tu presencia, con corazón sincero e íntegro, y que he hecho lo que te agrada. Y Ezequías lloró con largo llanto. Y vino la palabra del Señor a Isaías: Ve y dile a Ezequías: Así dice el Señor Dios de David, tu padre. He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, añado a tus días otros quince años...”

CLAVES para la LECTURA
- Los capítulos 36-39, que cierran el libro atribuido al primer Isaías, son un añadido posterior llevado a cabo por el redactor después del exilio de Babilonia. Los hechos que allí se narran se remontan a los últimos años del siglo VIII a. de C., durante el reinado de Ezequías, y están documentados desde el punto de vista histórico tanto por el segundo libro de los Reyes como por textos asirios.
- El pasaje que examinamos se sitúa en el contexto precedente al asedio que el rey asirio Senaquerib puso a Jerusalén, unos quince años antes de la muerte del rey Ezequías. El relato de la gravísima enfermedad que aqueja al rey y de su curación milagrosa, mediante la intervención de Isaías, pone de relieve la actitud de confianza de Ezequías con Dios y con el profeta, que es reconocido por lo que es: portavoz de Yahvé. Por otra parte, emerge el prestigio de Isaías y se exalta el poder que le viene de su fidelidad al mandato profético.
- Ezequías reacciona al anuncio de su muerte inminente con una oración que, siguiendo el estilo de los salmos de súplica, apela a la misericordia de Dios. A él le presenta el rey su propia vida, una vida vivida con rectitud, rica en buenas obras; por consiguiente, siguiendo la doctrina de la retribución temporal, ¿cómo es posible que esta vida sea tan breve? La bondad de la oración del rey queda demostrada por el hecho de que es escuchada. Esa escucha se le hace saber por medio del profeta: Ezequías se curará y Jerusalén será liberada.

 CLAVES para la VIDA
 - Nos hallamos en una especie de “mano a mano” entre el rey (que ha sido fiel a Dios) y el profeta, y donde el vencedor sigue siendo Yahvé. ¡Es la lección a aprender! Y aunque en este caso fuera necesario un signo extraordinario (la curación del rey y la liberación de la ciudad), de hecho, el proyecto de salvación de Dios sigue adelante y el profeta es el mediador de esa acción salvadora de Dios, que continúa haciéndose realidad.
- La actitud orante del rey Ezequías es también una muestra más de la actitud válida y abierta a la misericordia de Dios: me has curado, me has hecho revivir será la nueva respuesta humilde del monarca. Y es que lo que importa destacar es saber entender la vida de acuerdo a la voluntad de Dios. Ezequías es una clara muestra de ello, y el profeta -que es el portavoz de Dios- se lo hace saber y lo reconoce.
- Seguimos caminando en esta “historia de salvación” y, efectivamente, se nos muestran las ACTITUDES válidas para vivir ese camino. Por medio del profeta, con el estilo de vida del monarca, se me sigue mostrando que vivir abierto a la voluntad de Dios... es lo que hace posible que todo sea diferente. ¡Cuántas veces mi deseo de “caminar por libre” me lleva a situaciones límites! Caminaré en presencia del Señor...” (dice el “viejo” canto).

Evangelio: Mateo 12, 1-8

“... Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado... Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificios”, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado...”

 CLAVES para la LECTURA
 - El episodio de las espigas arrancadas por los discípulos es uno de los más conocidos del evangelio y uno de los más significativos desde el punto de vista del espíritu cristiano. Se trata de una página estupenda, en la que vemos a un Jesús maestro dispuesto a defender a sus discípulos, a enseñar el verdadero sentido de las cosas y de la misma Escritura, lo que le permite a Jesús proclamarse «señor del sábado» (v. 8) y mayor que el templo de Jerusalén.
- Jesús, buen conocedor de las Escrituras, recurre a ellas para apoyarse en su argumentación y cita el caso del rey David, que, en un momento de necesidad, junto con sus compañeros, comió los panes reservados a los sacerdotes (1 Sm 21, 1-10). Brinda aún otro argumento: los mismos sacerdotes, al cumplir sus ritos en día de sábado, infringen el reposo prescrito, precisamente en razón de las diferentes acciones litúrgicas. En consecuencia, la misma ley, cuando se trata de un motivo suficiente, tanto para la gloria de Dios como para el bien del hombre, puede ser infringida. La ley no es un objeto monolítico, estable, absoluto (como pretendían los fariseos); es también un medio puesto por Dios para el bien de los hombres. Por consiguiente, también la ley tiene una importancia relativa.
- A continuación, Jesús se proclama superior al templo y al sábado, las dos realidades más sagradas para los judíos; estas palabras suenan como una blasfemia a los oídos de los que le escuchan, que quedan escandalizados. Sin embargo, Jesús no retrocede, no atenúa sus afirmaciones: él posee una autoridad, una plenitud, una verdad y una novedad que se explican únicamente con su realidad mesiánica y divina, oculta a los ojos -voluntariamente cerrados- de sus adversarios. Recurriendo a una frase de Oseas (6, 6), Jesús recrimina a los fariseos su dureza de corazón al condenar a los discípulos por la acción de las espigas. Su dureza de corazón va acompañada de su ceguera. Lo que cuenta de verdad en la Ley de Dios es la misericordia, no los sacrificios rituales.
  

CLAVES para la VIDA

 - Aquel pueblo, que ha celebrado la Pascua, la liberación a través de los tiempos, resulta que se encuentra encerrado, bloqueado y esclavo; esclavo del cumplimiento de la ley; su propia historia, especialmente los fariseos, le han llevado a un callejón sin salida. Aquí se encuadra perfectamente el relato evangélico de hoy. Llamados (desde siempre) a la libertad, pero están esclavos de sus tradiciones, de sus ¿intereses?
- Menos mal que aquí nos encontramos con aquel que se proclama Señor del sábado (v. 8). Es verdad que su actitud (se proclama superior al templo y al sábado) suena a blasfemia a quienes lo escuchan. Ésta es la NOVEDAD de Jesús y Él nos ofrece la plenitud de cuanto, a través de los tiempos, se ha ido proponiendo y ofreciendo a los hombres a través del pueblo de Israel. Ahora, resulta que Israel está ciego y no acepta; los sencillos y humildes lo acogen con gozo y alegría.
- Todo un examen para mí, para nosotros: misericordia quiero y no sacrificios...” (v. 7); aquí está lo nuclear. Pero cuando olvidamos lo central, nos conformaremos con cualquier “cosilla”, aunque sea engañándonos a nosotros mismos. ¿También le engañaremos a Dios... y a nuestro propio corazón?

jueves, 5 de julio de 2012


VIERNES, día 6

Amós 8, 4-6. 9-12


“... Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que enviaré hambre a la tierra: No hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la Palabra del Señor. Irán vacilantes de Oriente a Occidente, de Norte a Sur; vagarán buscando la Palabra del Señor, y no la encontrarán...”

 CLAVES para la LECTURA
 - El presente oráculo en medio de las visiones, tan desconectado del contexto, es un claro testimonio de la presencia de redactores tardíos en todos los libros del Antiguo Testamento y, en concreto, en el libro de Amós. El lugar que ahora ocupa está motivado como justificación de la visión cuarta en la que se presenta a Israel como fruta madura a punto de caer. Su contenido es una valiente y detallada denuncia de injusticias sociales. Tan realista y objetiva, que, repetida en nuestros días, gozaría de la más palpitante actualidad. La ambición de los poderosos es tan insaciable, que ya no celebran las fiestas como dedicación a Yahvé, sino como pesada carga que, al no poder evitarla, esperan nerviosos a que pase para poder continuar con sus negocios.
- Aparte de este ansia por lo terreno, por lo económico y material que tanto les hace sufrir en los días de descanso humano-religioso, no bien comienzan sus negocios, éstos son de lo más sucio e ilegal. Las medidas disminuidas, los precios aumentados, los pesos con fraude. La cesta de la compra del pobre es presa de las más injustas violaciones. El abuso llegó a extremos inhumanos. El pobre y el necesitado tenían que vender su libertad, su propio constitutivo de persona, aquello que ni Dios mismo osa tocar, para poder subsistir a un nivel infrahumano. No se puede reflejar con mayor valentía el pecado social de todos los tiempos.
- El Señor «jura» hacer justicia (vv. 7-8). Y la hará «aquel día», tan impreciso como seguro, que irá adquiriendo a lo largo de la literatura profética y apocalíptica caracteres típicamente escatológicos. La descripción del «Día del Señor» está realizada con los clásicos elementos de convulsión cósmica, símbolo de la transformación intrínseca que han de sufrir todas las cosas. Según la moderna astrología, hubo un eclipse de sol, visible en Palestina, el año 763 a. C. Quizás esto le sirviera al profeta de referencia fenomenológica. Aunque así fuera, Amós sobrepasa los hechos, literaria y teológicamente, para anunciar el castigo con los mismos elementos que el pecado. Por eso todo lo que ahora es fiesta cantos y ungüentos, quedará convertido en luto, elegía y calvicie. Toda la abundancia, fruto de sus latrocinios con guante blanco, convertida en hambre y sed. Un hambre y una sed que no será solamente de lo necesario para vivir materialmente, sino de la misma Palabra de Dios. Sentirán el silencio de Dios, el mayor castigo del hombre que ha sido hecho para Dios.
- Como borrachos o desesperados caminarán en todas las direcciones «buscando la Palabra de Dios», el diálogo con Dios. Pero, terrible e incomprensible castigo identificable con la condenación, «no la encontrarán». Cuando el hombre pecó en el paraíso, fue Dios quien salió a su encuentro brindándole su Palabra: «¿Dónde estás?». Ahora que el hombre desprecia la Palabra de Dios por su profeta, será castigado con su ausencia cuando la busque. Ruptura de diálogo, ausencia de Dios, condenación son términos sinónimos que exigen al hombre un poco de reflexión. Israel y Judá experimentaron este silencio profético durante cuatro siglos, hasta que les vino la Palabra de Dios encarnada y permaneció entre nosotros.

CLAVES para la VIDA
- El profeta sigue denunciando que las faltas contra los pobres son ofensas al mismo Dios, y la lista que aporta tiene una inmensa actualidad. Pero ahora resulta que Dios se solidariza con las víctimas de las injusticias y las fiestas mismas de los poderosos se convertirán en luto. Hasta habrá hambre de escuchar la Palabra de Dios (v. 11), pero no la tendrán y por eso andarán perdidos y desorientados. El olvido y el abandono de la Alianza, por parte del pueblo, acarreará todos estos desastres.
- Y, ahora, se anuncia algo terrible: la ausencia de Dios, de su palabra, y de los profetas que la anuncien. Hasta tal extremo ha llegado la actitud y el comportamiento de Israel, que Dios se va a “esconder”, para que de ese modo, el pueblo sienta de nuevo, con fuerza, el deseo de Dios y la necesidad de su salvación. Amarga experiencia que Israel la vivió a lo largo de siglos, hasta llegar a la “plenitud de los tiempos”, con una presencia nueva y permanente de Dios en medio de la humanidad.
- Reflexiones del profeta que afectan a nuestra vida de forma directa y que en Jesús de Nazaret asumirán una fuerza especial: lo que hagáis al hermano, lo hacéis conmigo. No se puede eludir el planteamiento, si no es con el fin de engañarnos. Ahí está este “viejo” mensaje, tan actual y necesario. ¿Lo habré asumido efectiva y afectivamente, hermano/a? ¡Ojala!

Evangelio: Mateo 9, 9-13

“...Vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: sígueme. Él se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Jesús lo oyó y dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios” que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores...”

CLAVES para la LECTURA
- «Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (v. 13). Así podemos sintetizar, con las palabras mismas de Jesús, el pasaje que hemos leído hoy. Prosigue éste el tema iniciado con la curación del paralítico. Se articula a través de tres momentos: Jesús llama a un publicano -identificado con Mateo- (v. 9); después va a comer con los suyos a la casa del nuevo llamado (v. 10) y, por último, responde a la objeción de los fariseos declarando su misión de salvador (vv. 11-13).
- Mateo (nombre que significa en hebreo «don del Señor») está sentado en la oficina de impuestos. El autor de este evangelio, aunque habitualmente sigue de forma fiel el relato de Marcos, aquí -y sólo aquí- cambia el nombre de Leví, hijo de Alfeo, por el de Mateo. Éste constituye, por así decirlo, su firma y su identidad de pecador perdonado. En efecto, Mateo ejercía una profesión que tenía mala fama. Los recaudadores de impuestos eran al mismo tiempo colaboracionistas de los odiados ocupadores romanos y oprimían a sus compatriotas.
- Se comprende, por tanto, el escándalo de los fariseos al ver a Jesús sentado a la mesa con semejantes pecadores públicos, que se le acercaban en plan familiar. Jesús les responde presentándose como un médico venido a curar a los enfermos. En efecto, Dios dice de sí mismo: «Yo, el Señor, me cuido de ti» (Ex 15, 26). ¿Qué enfermedad puede haber más grave que el pecado (Sal 103, 3), que nos aleja de sentirnos amados por Dios? Cuanto más pecadores seamos, tanto más se acerca el Señor a nosotros, porque tenemos necesidad de él y viene a buscarnos. «Entended, dice Jesús, lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”» (Os 6, 6). A él debemos volvernos todos, porque no será el culto exterior, los sacrificios y las expiaciones lo que nos cure, sino el descubrimiento de su amor.

CLAVES para la VIDA
- La llamada de Jesús a Mateo es profundamente significativa, dada su condición y su oficio. Y esa llamada y la inmediata respuesta de Mateo no están condicionadas por confesiones públicas de conversión o cosas parecidas. ¡Y mira que este pobre hombre tenía motivos más que sobrados para pedir perdón y expresar su cambio y conversión! Jesús llama, porque mira al corazón de las personas; este hombre, Mateo, con ganas de “otra cosa”, no duda en responder positivamente.
- Si impresiona la respuesta de Mateo, aún más impresiona la actitud del joven Maestro, Jesús: no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (v. 13). Todo un resumen de su vida y de su misión. ¡Impresionante! Resulta que el proyecto de Dios, que Jesús vive y en el que se empeña, nos desborda a todas luces, nos cuesta entenderlo y, más aún, aceptarlo. Es el proceder de Dios que se nos manifiesta en Jesús.
- Para mí, para nosotros, puede y debe ser una actitud de vida y parte de nuestra tarea, en esta realidad concreta, en medio de esta cultura. Hombres y mujeres que saben, que buscan a los “perdidos”, a los “alejados”, a los que desean otra realidad para sus vidas. Ser portador de la misericordia y de la capacidad de acogida de Dios... he ahí la INMENSA TAREA. Hermano/a, ¿nos animamos...? ¡Vale!