lunes, 7 de mayo de 2012


MARTES, día 8


Hechos de los Apóstoles 14, 19-28
“... Apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad dejándolo por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos: él se levantó y volvió a la ciudad. Al día siguiente salió con Bernabé para Derbe... Animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe...”
 CLAVES para la LECTURA
- Tras otro peligrosísimo episodio de intolerancia, resuelto sin llegar al drama gracias a que «sus discípulos lo rodearon», Pablo -ahora protagonista, junto con Bernabé- toma el camino de vuelta y visita las comunidades recién fundadas. Se trata de una verdadera «visita pastoral», en la que ambos confortan a los fieles y ponen las bases de una organización eclesiástica, es decir, ponen las bases para la continuidad de las comunidades.
- Una continuidad garantizada por la conciencia del elevado coste del Reino de Dios: para entrar en el Reino de Dios «tenemos» que pasar por muchas tribulaciones. Una continuidad garantizada por la presencia de responsables que creen en el Señor y que han sido confiados a él. Los evangelizadores pasan; el Evangelio tiene que ser llevado continuamente adelante por nuevos evangelizadores y pastores.
- El viaje de vuelta está trazado a grandes rasgos, con rápidas pinceladas. Llegados a la Iglesia de donde habían partido, contaron los abundantes frutos de la misión, sobre todo la confirmación de que Dios «había abierto a los paganos la puerta de la fe» (v. 27). El camino hacia los paganos parece ahora irreversible, y en Antioquía, ciudad abierta a la misión universal, es algo que parece obvio y pacífico. Pero no sucede así en todos los sitios. La parte menos dinámica de la Iglesia madre no piensa del mismo modo. Este dato será precursor de nuevos nubarrones, aunque también de clarificaciones decisivas.
 CLAVES para la VIDA
- Nos encontramos ante una auténtica “visita pastoral” de Pablo y Bernabé a través de las Comunidades que han formado y que ahora organizan con vistas a crear una continuidad, de forma que el Evangelio sea anunciado. Y en este viaje, los apóstoles sienten en su propia carne el gozo por la acogida que ha tenido el Evangelio, pero también experimentan la violencia que provoca. Ellos no se dejan atemorizar; son incansables, y es que la Palabra de Dios no queda baldía ni es muda. Al menos en ellos.
- El “afianzamiento” de las Comunidades es otro de los datos que nos aporta este viaje. Tras la primera implantación, ahora es el momento de nombrar animadores y responsables de esas comunidades para que la fidelidad a Cristo y a su Evangelio pueda ser una realidad. También ellos “dan cuenta” del viaje que acaban de realizar: surge el sentido de comunidad, aquella comunidad que les había enviado y que ahora les vuelve a acoger con gozo. Elementos interesantes, sin duda alguna, de una acción evangelizadora, y también para nosotros.
- La gran lección que nos ofrecen estos relatos y estos personajes es su recia perseverancia, su fidelidad a Cristo y su decisión de seguir dando testimonio de Él en medio de las situaciones más variadas. En su vida se producen días de éxito y días de fracaso; pero ahí están, generosos y entregados hasta el límite. ¡Inmensa lección de generosidad y de celo por el anuncio del Evangelio! ¿Qué tal me siento en la tarea? ¿Qué me sugiere, hoy y aquí, el testimonio de Pablo y Bernabé?

Evangelio: Juan 14, 27-31a
“... La paz os dejo, mi paz os doy: no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde... Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo...”
 CLAVES para la LECTURA
- Este pasaje, con el que concluye el primer coloquio de Jesús con los suyos, es un fragmento compuesto, y contiene palabras de despedida y de consuelo por parte del Maestro, que deja su comunidad y vuelve al Padre. Jesús, al despedirse de los suyos, les desea la «paz», el shalôm, que es el conjunto de los bienes mesiánicos, un don que viene de Dios y que Jesús posee. El motivo del consuelo debe prevalecer sobre el temor y la inquietud: él, Jesús, es la paz.
- Por eso añade Jesús una exhortación a la alegría. Aunque estén tristes por el alejamiento y el temor de quedarse solos, la separación de los discípulos respecto a Jesús es el paso hacia un bien mejor. Jesús va al Padre «porque el Padre es mayor» que él, es la plenitud de su gloria (v. 28). Ahora bien, la vuelta del Hijo al Padre está unida de manera inseparable al escándalo de la cruz. Jesús, con las predicciones que les ha hecho sobre su próxima muerte, no sólo pretende sostener la fe de los discípulos en el momento de la pasión, sino que quiere mostrar que los hechos que van a tener lugar forman parte del proyecto de Dios. En consecuencia, los suyos no deberán desanimarse: la fe será su fuerza y su único consuelo.
- El tiempo terreno del Maestro está ahora a punto de concluir, le quedan pocos momentos para conversar aún con sus discípulos, «porque se acerca el príncipe de este mundo» (v. 30). Aunque se acerca Satanás, no tiene ningún poder sobre Jesús. Éste no tiene pecado y Satanás no tiene posibilidad de atacarle. La vida de Jesús está bajo el signo de la voluntad del Padre y se entrega libremente a la muerte en la cruz para que el hombre conozca la verdad.
 CLAVES para la VIDA
- En este contexto de despedida de Jesús con los suyos, él les ofrece ese don mesiánico que es la PAZ, la que nace de él mismo, la que hunde sus raíces en la unión íntima que tiene con su Padre. Una vez más se nos recuerda que toda la vida de Jesús está bajo el signo y la sombra de la voluntad del Padre, e incluso se entrega voluntariamente por fidelidad a los planes de salvación del Padre. Aquí está la razón por la que no es posible la cobardía, ya que la voluntad del Padre es la misión que ilumina todas las sombras.
- Incluso, se nos ofrece una invitación a la alegría, puesto que todo adquiere plenitud en esa vuelta de Jesús al Padre, al Encuentro total. Y eso, aunque el camino suponga cruz y entrega, el escándalo de la Cruz. Pero Jesús asume que esa realización del proyecto del Padre es lo mejor que puede acontecer. De ahí que previene a los suyos para que no se dejen dominar por las apariencias y vayan hasta el fondo donde podrán descubrir toda la fuerza de su identificación con el Padre.
- Siguen siendo sugerentes estos caminos que se nos proponen en esta reflexión de despedida de Jesús: lo primero, es el Padre; cumplir su misión es lo más grande que puede suceder; y eso aunque suponga entrega y donación; ahí está la fuente de la alegría. Aquí nace la PAZ que Jesús ofrece, la que en él mismo surge como consecuencia de vivir plenamente identificado con el querer del Padre. ¡Nos quedan “lecciones” que aprender!…

domingo, 6 de mayo de 2012


LUNES, día 7


Hechos de los Apóstoles 14, 5-18
“... Había en Listra un hombre lisiado y cojo de nacimiento, que nunca había podido andar y estaba siempre sentado. Escuchaba las palabras de Pablo; y Pablo, viendo que tenía una fe capaz de curarlo, le gritó, mirándolo: Levántate, ponte derecho. El hombre dio un salto y echó a andar...”
 CLAVES para la LECTURA
- Estamos de nuevo ante un episodio de curación que continúa el paralelismo entre los hechos de Pedro y los de Pablo (la referencia a la curación del paralítico en la puerta «Hermosa» es evidente); Lucas usa aquí, como en otros lugares, el verbo «salvar» en el sentido de «curar», tal como recoge la traducción que presentamos.
- La reacción del público, en cambio, es nueva. Mientras la reacción normal a un milagro entre los judíos era la de dar gloria a Dios (4, 21), aquí, entre los paganos, se da gloria a los hombres. Había una antigua leyenda, ambientada en un pueblo no alejado de Listra, referente a Filemón y Baucis, dos agricultores que dieron hospitalidad a Zeus y a Hermes. Esta leyenda, recogida por Ovidio, debía de ser muy conocida por los habitantes de la región. Los honores tributados a los dos personajes estaban dictados también por la preocupación de no caer en el duro castigo que propinaron los dioses a los que no los acogieron. Hermes era venerado además como dios de la salud, y Pablo había curado al paralítico. Había, por tanto, más de un motivo para honrar como es debido a los dos extraordinarios personajes.
- El discurso que sigue a continuación refleja una situación de emergencia y desconcierto. Pero es importante, porque se trata del primer discurso dirigido a los paganos. No se citan las Escrituras, pero sí aparece una invitación explícita a que abandonen los ídolos y se conviertan al Dios vivo y verdadero, creador de todas las cosas. Es probable que se trate de la argumentación típica empleada por los evangelizadores respecto a los paganos, una argumentación que ya había hecho muchos prosélitos entre ellos. Estamos ante un ejemplo de inculturación y de adaptación a la situación.
 CLAVES para la VIDA
- Seguimos las huellas de estos protagonistas de la joven Iglesia y realmente es muy sugerente seguir ese camino por cuanto es posible descubrir: las dificultades y las persecuciones no son obstáculo para estos intrépidos testigos. Y de nuevo, descubrimos la capacidad de adaptarse que presenta Pablo, quien es muy consciente del público al que se dirige, ya que argumenta desde una base desde la que le puedan entender y aceptar el mensaje que les dirige. Un desafío real para todas las generaciones que se planteen la evangelización de nuestro mundo.
- Pablo y Bernabé se sienten obligados a escapar del endiosamiento al que quieren llevarles aquellas gentes: peligro constante del apóstol, el buscarse a sí mismo, en lugar de ser claramente un “camino hacia” Cristo, lógicamente. Aquí vemos cómo afrontan esa situación, si bien no les fue fácil (v. 18) nos dice el relato. ¡Interesante su actitud, sin dejarse llevar por el momento y por lo fácil!
- Es hermoso “aprender” a través de estos modelos que nos ofrece la Palabra de Dios, aprender su capacidad de adaptarse a las situaciones más complicadas y, especialmente, a la cultura y a la capacidad de sus oyentes; aprender a superar la tentación del endiosamiento que siempre nos acecha en nuestra vida. Ser “indicadores”, quienes “señalen” y “apunten” hacia Cristo, para que se encuentren con Él.... es la tarea que nos proponen estos testigos y otros. ¿Estoy en “buena línea”? O...

Evangelio: Juan 14, 21-26
“... El que sabe mis mandamientos y los guarda, ése me ama: y al que me ama lo amará mi Padre y lo amaré yo, y me mostraré a él... El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él...”
 CLAVES para la LECTURA
- El centro de interés del fragmento es la auto revelación de Jesús, solicitada por una pregunta ulterior del apóstol Judas de Santiago. El Maestro había anunciado precedentemente a los discípulos que ya se había manifestado a ellos, aunque de un modo espiritual. Sin embargo, esas palabras no habían sido comprendidas por los suyos, que pensaban en una manifestación gloriosa y mesiánica delante de todos.
- Jesús se sirve de la pregunta del apóstol (v. 22) para plantear de nuevo el tema de la presencia de Dios en la vida del creyente (v. 23). Sólo quien ama está en condiciones de observar la Palabra de Jesús y de acoger su manifestación espiritual e interior. Y quien observa esta Palabra (= los mandamientos) será amado por él y por el Padre. Más aún, quien muestre amor a Jesús recibirá en su propia intimidad la presencia del mismo: Jesús habitará en su corazón junto con el Padre y el Espíritu. La inhabitación de la Trinidad en el creyente está, pues, condicionada no tanto por Dios como por nosotros mismos: amar a Jesús y observar su Palabra. En cambio, quien no ama ni practica los mandamientos no puede formar parte de esta vida de Dios (v. 24).
- En este punto del coloquio, Jesús, lanzando una mirada retrospectiva a toda su misión de revelador, establece una distinción entre su enseñanza y la del Espíritu (vv. 25s): el tiempo de Cristo lleva en sí la verdad, porque Jesús es «la verdad» (14, 6); el tiempo del Espíritu la ilumina y la hace penetrar en el corazón de los creyentes, porque «el Espíritu es la verdad» (1 Jn 5, 6).
 CLAVES para la VIDA
- Seguimos escuchando y meditando las reflexiones de la Última Cena. En ocasiones, se nos invita a creer en Jesús. En esta ocasión se nos propone amarle y seguir sus caminos. Cuando él se vaya, ¿cómo se podrá decir que permanecemos en él, que creemos en él y le amamos? El que me ama guardará mi palabra (v. 23), aquí está el test que detecta nuestra capacidad de unión y comunión con Él.
- Y es que las consecuencias son inesperadas, pero admirables, porque crean una intercomunión con Cristo y con el Padre: el que me ama lo amará mi Padre y yo lo amaré (v. 23). Hemos llegado al núcleo de toda la intimidad de Dios con nosotros y de nosotros con Dios, por medio de Jesús. Porque no es posible olvidar que Jesús es el CAMINO al Padre.
- Si cabe, aún más: Jesús nos anuncia al Espíritu como el protagonista de nuestra vida de fe. Lo llama el “Paráclito”, abogado y Defensor; le llama el Maestro (él os enseñará todo) y también “Memoria” (os irá recordando todo lo que os he dicho). Así, ya nos ha manifestado todo el entramado interno, todo el hermoso misterio de la intimidad de Jesús con su seguidor, con cada uno de nosotros. ¿Cómo cuido esta intimidad, cómo la valoro? ¿Qué protagonismo tiene, de hecho, el Espíritu en mi vida, en mi caminar?

sábado, 5 de mayo de 2012


 V DOMINGO de PASCUA, día 6 de mayo


Hechos de los Apóstoles 9, 26-31
“… Llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos… Bernabé se lo presentó a los apóstoles. Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús…”
 CLAVES para la LECTURA
- Ha tenido lugar un acontecimiento estrepitoso: Saulo, el celoso judío que perseguía con saña a la comunidad cristiana, vencido de improviso por el Espíritu, se ha adherido a Cristo. Pero nadie sabe nada todavía de su repentina y total conversión. Todos le temen e intentan evitarle. Un hermano se hace cargo de él. Bernabé, atento a la voz del Espíritu y dócil a su guía, toma consigo a Pablo, sale garante por él, crea un clima de estima y de favor en torno a su persona, para insertarlo del mejor modo posible en la comunidad de Jerusalén (vv. 27s). Y de inmediato se inflama Pablo por la predicación.
- Sin embargo, precisamente la franqueza con que habla en el nombre del Señor le acarrea, como había sucedido en Damasco (vv. 22-25), un complot por parte de los judíos de lengua griega: la comunidad cristiana de Jerusalén decide entonces alejarlo (vv. 29s) para preservarle la vida, que la tenía seriamente amenazada (v. 26).
- La atención al designio que el Espíritu va trazando en la historia de cada persona y el compromiso activo en favor de su desarrollo -en este caso la premura de Bernabé- consiguen éxitos de un alcance incalculable en la historia de la Iglesia: la distensión de los ánimos en medio de la recíproca benevolencia da frutos de paz, incrementa y hace progresar la comunidad, que, «impulsada por el Espíritu Santo», va ampliando cada vez más el círculo de su irradiación (v. 31).
 CLAVES para la VIDA
- El cambio se ha producido en Pablo, desde la fuerza del Espíritu de Jesús; pero el entorno no se fía en absoluto de su nueva situación. Por lo tanto, la conversión, en este caso, no supone ningún privilegio para el que se convierte; tampoco comodidades ni facilidades en la vida. Al contrario, el perseguidor se convierte en perseguido y tendrá que asumir que vaya a ser así en la vida, en la de cada día.
- Eso sí: sólo la fuerza del Espíritu irá abriendo nuevos caminos en medio de estos enredos. Por lo tanto, también el apóstol Pablo tendrá que tomar medidas adecuadas con vistas a evitar males mayores. La primera comunidad de Jesús irá avanzando en medio de dificultades reales e irá progresando en la fidelidad, pero, sin duda alguna, inmersa en situaciones conflictivas y en medio de enredos que suponen un discernimiento constante.
- No todo es idílico en el caminar de los primeros tiempos de la comunidad cristiana, ni mucho menos. Ni siquiera la de sus figuras más significativas. El conflicto existió en todo momento. Esto nos muestra que la condición, ya vivida por el mismo Maestro, se producirá siempre que se dé la fidelidad al mensaje evangélico. También, hoy y aquí. Por lo tanto, no estamos exentos del sufrimiento que conlleva el testimonio: lo que vivió el Señor Jesús es condición de su seguidor. ¿De acuerdo, hermano/a?

1 Juan 3, 18-24
“… Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca sino con obras y según la verdad… Si la conciencia no nos condena tenemos plena confianza ante Dios; y cuanto pidamos lo recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada…”
 CLAVES para la LECTURA
- El apóstol Juan, que ha «visto» y «tocado» al Verbo de la vida, parece que sólo tiene una palabra para comunicar a los hombres: el amor. La repite sin cansarse con mil matices diferentes, con acentos cada vez más fuertes, con una pasión que le viene de la experiencia del misterio pascual. En consecuencia, su exhortación es, antes que nada, una invitación a vivir en comunión con Cristo para pasar con él de la muerte a la vida (v. 16).
- Frente a la pascua del Señor -su muerte y resurrección- no podemos contentarnos con discursos sobre el amor: es preciso emprender acciones concretas inspiradas en la verdad manifestada por Cristo (v. 18). «Cada árbol se conoce por sus frutos», había enseñado Jesús (Lc 6, 44): de este modo, todo el mundo puede evaluarse exactamente sobre la base de sus propias obras, poniéndose bajo la mirada de Dios con una conciencia límpida, con la confianza de los hijos (1 Jn 3, 19-21) en los que mora un germen divino (v. 9).
- Juan no ignora que el mandamiento del amor es verdaderamente «divino», o sea, imposible para el hombre, sólo posible con la ayuda del Espíritu. De ahí procede el reconocimiento de la absoluta impotencia del hombre: «Sin mí, no podéis hacer nada». De ahí también -y en consecuencia- la total desesperación o la auténtica humildad sin límites: «Dios es más grande que nuestra conciencia» (v. 20). Y él, el Omnipotente, obedece a los que le obedecen y «guardan sus mandamientos» (v. 22). Quien ama así tiene una sola voluntad con Dios, y ama de verdad conforme a Cristo: ha restaurado plenamente en él la imagen divina a cuyo modelo fue creado.
- En el v. 23 los «mandamientos» se resumen en uno solo: el de la fe en Jesucristo y el del amor recíproco. De este modo, la conclusión del fragmento nos devuelve al inicio: se cierra un círculo que tiene como centro la vida en plenitud: el que, amando, «guarda sus mandamientos», conoce ya desde ahora la alegría inefable de la inhabitación divina.
 CLAVES para la VIDA
- También esta carta está dirigida a algunas comunidades que atraviesan una crisis porque algunos miembros habían abandonado el grupo, produciendo una ruptura en el seno de la comunidad; eso crea inseguridad, incluso cierta culpabilidad en sus miembros. Por eso, se propone el criterio: si amamos de verdad, con las obras, esto es, si estamos con Dios, podemos estar tranquilos y confiados, y tener paz, porque nada ni nadie nos puede condenar.
- Y el discípulo amado (esto es, “aquel que ama”) nos vuelve a ofrecer el motivo para ello: Dios no viene a condenar, sino, al contrario, ama profundamente a cada persona, y aquí radica el motivo de la confianza. Tanto es así que sabe comprender las debilidades de su hijo, como un padre humano sabe comprenderlas, y aunque no las apruebe, las asume y sigue queriendo a su hijo. Así es la paternidad de Dios, vuelve a insistir el apóstol. De ahí que quien guarda sus mandamientos, permanece en Dios y Dios en él (v. 24). Es la conclusión. ¡Hermoso mensaje!
- En momentos de confusión, en tantos momentos de nuestro caminar creyente, es bueno que los testigos cualificados nos (me) recuerden lo esencial y eso esencial consiste en que Dios no viene a condenar sino a dar vida. El discípulo amado sabe (por experiencia) que estar unido a Él, da vida y vida en abundancia (como se nos va recordar, de forma muy viva, en el Evangelio de hoy). Esto es cumplir los mandamientos y esto lleva a optar por el amor recíproco para con los hermanos. La Pascua nos sigue recordando LO MEJOR. ¿Nos enteraremos, hermano/a?

Evangelio: Juan 15, 1-8
“... Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto, lo arranca; y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto... permaneced en mí y yo en vosotros...”
 CLAVES para la LECTURA
- La frecuente repetición, en pocos versículos, del verbo «permanecer» hace comprender de inmediato que es la palabra clave del fragmento. Si en el capítulo 14, comienzo del «discurso de despedida», se pone el acento en la partida de Jesús y en la inquietud de los apóstoles, ahora se hace hincapié en la comunión profunda, real, indestructible que hay entre él y aquellos que creen en él.
- Aunque va a enfrentarse con la muerte, Jesús sigue siendo para los suyos la fuente de la vida y de la santidad («producir fruto»: 15, 6). Más aún, precisamente yendo al Padre pone la condición para poder «permanecer» para siempre en los suyos. Jesús, sirviéndose de una comparación, habla de sí mismo como de la vid verdadera: una imagen que ya habían usado a menudo los profetas para describir a Israel, la vid infecunda, esquiva a los amorosos cuidados de Yahvé (Is 5). Jesús se presenta como el verdadero pueblo elegido que corresponde plenamente a las atenciones de Dios. Por otra parte, se identifica con la Sabiduría, de la que se había escrito que como vid ha producido brotes, flores y frutos (Eclo 24, 17).
- Con esa imagen quiere explicar, por consiguiente, cómo es la extraordinaria realidad de la comunión vital con él que ofrece a los creyentes, qué compromiso incluye ésta y cuáles son las expectativas de Dios. Jesús es el primogénito de una humanidad nueva en virtud del sacrificio redentor en la cruz. Él es la cepa santa de la que corre a los sarmientos su misma linfa vital. Quien permanece unido a él puede dar al Padre el fruto del amor y dar gloria a su nombre (vv. 5. 8).
- A continuación, para que este fruto sea copioso, el Padre-viñador realiza todos los cuidados, corta los sarmientos no fecundos y poda los fecundos. Esta obra de purificación se va realizando cuando la Palabra de Jesús es acogida en un corazón bueno (v. 3): entonces esta Palabra guía las acciones del hombre y lo hace amigo de Dios, cooperador en su designio de salvación, colaborador de su gloria (v. 7).
 CLAVES para la VIDA
- ¡Hermosa de veras la comparación con la que hoy se describe la unión de Jesús con sus discípulos! ¡Qué vivacidad tiene el símil que utiliza! Él, Jesús, es la cepa; sus seguidores, son los sarmientos. De la vid pasa la savia, o sea la vida, a los sarmientos, si permanecen unidos a la vid. Si no, quedan secos, no dan frutos y se mueren. La fuerza del símil está expresada por la palabra PERMANECER, repetida 15 veces en este capítulo. Además, Dios Padre es el viñador, el que quiere que los sarmientos no pierdan esta unión con Cristo. Ésta es la alegría mayor del Padre: que deis fruto abundante (v. 8).
- De entre las varias comparaciones que tienen como clave la vid y la viña, -el pueblo de Israel como una viña plantada por Dios, que se queja amargamente de que la viña en la que había puesto su ilusión no le da frutos; los viñadores malos que no pagan al dueño-, ésta de la cepa y los sarmientos es la que más íntimamente describe la unión vital de Cristo con sus seguidores.
- Las conclusiones de este texto-reflexión no son complicadas: Cristo ha querido que exista una unión íntima y vital entre nosotros y Él. De hecho, ese “trasvase” íntimo de vida desde la cepa a los sarmientos, tiene consecuencias importantes para nuestra vida de seguidores de Jesús. Si no recibo (recibimos) vida y savia de él, estamos abocados a secarnos y ser pasto de las llamas (en el mejor de los casos). Esta unión es vital. ¿Qué tal me siento? ¿Cómo cuido y trabajo esta unión?


SÁBADO, día 5


Hechos de los Apóstoles 13, 44-52
“... El sábado siguiente casi toda la ciudad acudió a oír la Palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: teníamos que anunciaros primero a vosotros la Palabra de Dios, pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor...”

CLAVES para la LECTURA
- Se presenta aquí una problemática muy sentida por la comunidad cristiana primitiva: el rechazo del Evangelio por parte de los judíos y la consiguiente predicación a los paganos. En nuestros días estamos menos interesados en este tipo de problemas relacionados con el derecho de precedencia de Israel a la salvación. Sin embargo, en aquella época estos problemas se consideraban con una gran seriedad y están presentados con frecuencia en los Hechos de los Apóstoles (13, 46s; 18, 6; 28, 28) y en tres capítulos (9-11) de la Carta a los Romanos. Eran problemas que planteaban interrogantes y producían angustia en la conciencia de los discípulos: ¿cómo es posible que el pueblo de las promesas no las haya reconocido una vez cumplidas?
- Aquí se subraya la alegría de los nuevos destinatarios, los efectos positivos de la persecución, el clima de optimismo que invadía a los discípulos -«estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo»- en medio de unos acontecimientos que no se presentaban ciertamente demasiado tranquilos. La Palabra, rechazada por los judíos, es acogida con entusiasmo por los paganos. Los apóstoles, rechazados en un lugar, se sacuden el polvo de los pies y difunden la Palabra en otros lugares. La persecución les llena de la alegría que viene del Espíritu y da la seguridad de seguir los pasos de Cristo, el justo rechazado por los hombres y exaltado por Dios.
- El libro de los Hechos de los Apóstoles rebosa de optimismo, de ese optimismo que no procede de la carne, sino del Espíritu. La alegría no brota de los éxitos, sino de las tribulaciones; no procede de las realizaciones humanas, sino de sentirse configurados con Cristo, de sentirse encauzados por el camino hacia Dios.

CLAVES para la VIDA
- Es curioso contemplar a aquellos primeros evangelizadores que a pesar de las persecuciones, estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo (v. 25). Está claro que aquel gozo y aquella alegría no radica en los éxitos, sino en su configuración con Cristo; es el “parecerse a Él” lo que da fuerza y vigor a Pablo y Bernabé. Ésta es la lección que aquellos evangelizadores nos muestran a los seguidores de todos los tiempos. ¡Gran lección y tan difícil de aprender!
- Impresiona la actitud de Pablo y Bernabé: están llenos de una convicción y de una fe que nada ni nadie les hará callar. Si no les dejan en las sinagogas, evangelizarán a los paganos; si no pueden en la escuela, lo harán en estructuras extraescolares. Todo depende de lo que tienen que comunicar y ellos se sienten portadores de una gran noticia. Ni persecuciones, ni el hecho de ser expulsados harán que desistan en su empeño.
- ¡Todo un camino y una actitud para la Iglesia de hoy, para nuestra comunidad! Seguir anunciando a Cristo, a pesar de las cortapisas que surjan desde el ámbito que fuere; ABRIRME a nuevos caminos, modos y métodos de evangelización: es todo un desafío, hoy, para nosotros. ¿Cómo me siento ante este desafío? ¿Con buen “temple” o...?


Evangelio: Juan 14, 7-14
“... Dijo Jesús a sus discípulos. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Desde ahora lo conocéis, pues ya lo habéis visto. Entonces Felipe le dijo: muéstranos al Padre; eso nos basta… El que me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo me pides que os muestre al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que os digo no son palabras mías. Es el Padre, que vive en mí, el que está realizando su obra. Debéis creerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí...”


CLAVES para la LECTURA
- El tema fundamental del pasaje es la relación entre Jesús y el Padre. El evangelista, a la pregunta de por qué Jesús es el único mediador para llegar al Padre, responde que sólo Cristo puede conducir a los hombres a la comunión con Dios. Jesús es el camino al Padre porque conduce a él a través de su persona: Él está en el Padre y el Padre en Él. A partir de esta mutua inmanencia entre Jesús y el Padre se hace comprensible que el conocimiento de Jesús lleve al conocimiento del Padre (v. 7).
- El lenguaje del Maestro resulta oscuro para los discípulos, y por eso, Felipe pide ver la gloria del Padre. No ha comprendido que se trata de ir al Padre a través de la persona de Jesús. Los discípulos no han sabido reconocer en la presencia visible de su rabí las palabras y las obras del Padre (v. 9). Para ver al Padre en el Hijo es preciso creer en la unión recíproca entre el Padre y el Hijo.
- Sólo mediante la fe es posible comprender la copresencia entre Jesús y el Padre. De ahí que lo único que pueda pedir el hombre sea la fe y esperar con confianza ese don. El Señor, en su llamada a la fe, fundamenta la verdad de su enseñanza en una doble razón: su autoridad personal, que los discípulos han experimentado en otras ocasiones al vivir con Jesús, y el testimonio de las obras que hago (v. 11).
- La obra que Jesús ha inaugurado con su misión de revelador es sólo un comienzo. Los discípulos proseguirán su misión de salvación. Más aún: harán obras semejantes a las suyas e incluso mayores. Por último, el Maestro se ocupa de animar a los suyos y a todos los que crean en Él a participar en la obra de la evangelización y en su misma misión.

CLAVES para la VIDA
- Una vez más, como en tantas, el “discípulo amado” vuelve a destacarnos ese mundo de relación entre el Padre y el Hijo como la fuente de donde mana una situación NUEVA y DISTINTA: desde Jesús y por Jesús es posible la comunión plena con Dios-Padre y es que Jesús es el rostro y el espejo del Padre. De ahí que “conocer” a Jesús (algo experiencial) es conocer al Padre, sus proyectos, su vida en plenitud. Es la insistencia del evangelista, éste que constantemente nos empuja hacia esa experiencia, tan vital como profunda.
- Es el Padre, que vive en mí, el que está realizando su obra: es el núcleo; es lo que permanece; es lo que da consistencia. Desde ahora ya no es posible decir que no sabemos nada de Dios; sería falso. Todo cuanto Jesús dice y hace nos muestra al Padre. Los mismos discípulos proseguirán esta misión de vida y de salvación, compartiendo con Jesús el proyecto del Padre.
- Ésta es también mi tarea, hoy y aquí: compartir con el mismo Jesús el proyecto del Padre. Aquí nace el APÓSTOL; y sin esto no hay ENVÍO que valga, ni MISIÓN que cumplir. Si me falta este encuentro y experiencia, no me distingo del charlatán que vende “productos de higiene”, o algo parecido. ESTAR con Jesús; ENAMORARME de su misión; COMPARTIR desde la amistad su quehacer… ¡he ahí la razón de ser del testimonio! ¡Todo un camino y proceso a vivir, hermano/a!

jueves, 3 de mayo de 2012


VIERNES, día 4


Hechos de los Apóstoles 13, 26-33
“... Aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos...”

CLAVES para la LECTURA
- En este discurso, -su primer discurso programático-, Pablo desarrolla los mismos argumentos de fondo del primer discurso de Pedro en Pentecostés. Debía ser un esquema habitual en los que anunciaban la Buena Noticia en los ambientes judíos: las antiguas promesas se han cumplido ahora, a pesar del rechazo por parte de los habitantes de Jerusalén, que entregaron a Pilato a un inocente, al que Dios despertó de los muertos. Los matices del discurso son distintos, pero la sustancia es la misma: Jesús, injustamente condenado, ha sido reconocido justo por Dios mediante la resurrección.
- Y ésta es «la palabra de salvación», ésta es la «Buena Nueva», ésta es la realización de «la promesa hecha a nuestros antepasados»: Dios es lo suficientemente fuerte para vencer el mal, incluso el más horrible. Dios dará la salvación a los que crean en su poder, el mismo poder que se manifestó en el acontecimiento pascual de Jesús.
- Hemos de señalar que Pablo fundamenta el anuncio de la resurrección en declaraciones de «testigos». Pablo tiene mucho cuidado en no introducirse en el número de éstos, con lo que reconoce su papel insustituible. Él es sólo un portavoz de «lo que ha recibido». Con todo, se apresura a añadir: «Y nosotros os anunciamos la Buena Noticia», introduciéndose en el grupo de los evangelizadores. Nos anuncia la Palabra de salvación a nosotros, que somos los verdaderos hijos de Abrahán (Mt 3, 9), los herederos de las promesas (Gal 3, 16-29), el verdadero Israel de Dios (Gal 6, 16), hoy, en este contexto concreto que es el nuestro.

CLAVES para la VIDA
- Con un esquema muy similar en los diversos discursos y en la proclamación del Kerigma, en este caso, Pablo afronta directamente el problema: ese Jesús, a quien Dios ha enviado como el Mesías esperado, el pueblo judío no le ha sabido reconocer. Más aún, las autoridades de Jerusalén le han llevado a la muerte. Pero no ha terminado ahí su camino: Dios le ha resucitado. Así de claro anuncia Pablo el mensaje nuclear en torno a la persona de Jesús. Las promesas, que Dios hizo a los padres, se han cumplido en los hijos.
- De nuevo, se destaca el hecho de ser testigos, aquellos que han experimentado la presencia nueva del resucitado. Ahí están los doce; ahí está Pablo, que aunque haya sido a última hora, también se ha encontrado con el Señor Jesús. Sólo desde ese encuentro, se siente capaz el apóstol de anunciar con tanta fuerza ese acontecimiento, esa Buena Noticia, esa Palabra de salvación.
- Meditando los pasos de la joven Iglesia y de sus testigos más señalados, volvemos a encontrarnos con su testimonio doble: es Jesús quien nos salva y en quien recibimos, ya realizadas, las promesas de Dios; y para ser testigos de esa realidad nueva del resucitado, es necesario ENCONTRARNOS con Él, ya sea personalmente o a través del testimonio de los testigos directos. ¿Cómo es mi proceso Pascual? ¿Y el encuentro...?

Juan 14, 1-6
“... Que no tiemble vuestro corazón: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias, y me voy a prepararos sitio... Tomás le dice: Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? Jesús le responde: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí...”

CLAVES PARA LA LECTURA
- Los apóstoles, reunidos en torno a Jesús en el cenáculo, después del anuncio de la traición de Judas, de las negaciones de Pedro y de la inminente partida del Maestro, han quedado profundamente afectados. El desconcierto y el miedo han inundado la comunidad. Jesús lee en el rostro de sus discípulos una fuerte turbación, un peligro para la fe, y por eso les anima a que tengan fe en el Padre y en él (v. 1).
- Si el Maestro exhorta a sus discípulos a la confianza es porque él está a punto de irse a la casa del Padre a prepararles un lugar. No deben entristecerse por su partida, porque no los abandona; más aún, volverá para llevarlos con él (vv. 3s). Los apóstoles no comprenden las palabras de Jesús. Tomás manifiesta su absoluta incomprensión: no sabe la meta hacia la que se dirige Jesús ni el camino para llegar a ella; y es que entiende las cosas en un sentido material. Jesús, en cambio, va al Padre y precisa el medio para entrar en contacto personal con Dios: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (v. 6).
- Esta fórmula de revelación es una de las cumbres más elevadas del misterio de Cristo y de la vida trinitaria: el hombre-Jesús es el camino porque es la verdad y la vida. En consecuencia, la meta no es Jesús-verdad, sino el Padre, y Jesús es el mediador hacia el Padre. La función mediadora del hombre-Jesús hacia el Padre está explicitada por la verdad y por la vida. El Señor se vuelve así, para todos los discípulos, en camino al Padre, por ser la verdad y la vida. Él es el revelador del Padre y conduce a Dios, porque el Padre está presente en él y habla en verdad. Él es el «lugar» donde se vuelve disponible la salvación para los hombres y éstos entran en comunión con Dios.

CLAVES para la VIDA
- La auto revelación (desde la perspectiva del “discípulo amado”) sigue su ritmo. De hecho, estas semanas le hemos oído decir que es el pan, la puerta, el pastor, la luz; hoy, nos sorprende con ese símil tan dinámico como expresivo: CAMINO. Ante su comunidad desconcertada, ante sus amigos, apesadumbrados por el anuncio de los acontecimientos que se avecinan, Jesús se proclama como el camino que conduce al Padre. Por eso, no deben tener miedo ni perder la calma ante las nuevas situaciones que se presenten.
- Y es que Jesús es camino porque es la verdad y la vida, dos dimensiones esenciales al caminar de toda criatura humana y que las busca con ansiedad con el objeto de iluminar su vida de cada día. Pero Jesús no se convierte en meta (pues la meta es el Padre), sino en el Mediador hacia el Padre y lo es siendo, precisamente, verdad y vida para sus seguidores. Estamos llegando al corazón mismo de la revelación de Jesús.
- Y, aquí, nos encontramos los nuevos seguidores de Jesús, quienes compartimos todo el DON que Jesús supone para quienes le buscan y le acogen. Y al encontrarse con él, con Jesús, nos encontramos con el Padre, que está presente en él. El “lugar”, pues, de encuentro con Dios y de comunión plena con Él, es Jesús, el Señor. Hermano/a, a esto somos invitados, de forma personal: a vivir esta experiencia única e intransferible. ¿Vale?

miércoles, 2 de mayo de 2012


JUEVES, día 3:  San Felipe y Santiago, apóstoles



1 Corintios 15, 1-8
“... Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié, que recibisteis y en el que habéis perseverado. Es el Evangelio que os está salvando, si lo retenéis tal y como os lo anuncié; de no ser así, habríais creído en vano. Porque yo os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los Doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos...”

CLAVES para la LECTURA
- Parece ser que entre los cristianos de Corinto se propagaba la duda sobre la verdad de la resurrección de Cristo, con perjuicio no sólo para la integridad de la fe cristiana, sino también para la unidad de la Iglesia de Corinto. Pablo no puede eludir la cuestión e interviene más o menos así.
- El acontecimiento de la resurrección de Cristo es objeto del testimonio apostólico: son muchos, y todos ellos dignos de fe, los que vieron el sepulcro vacío y vieron resucitado al Señor. Entre ellos estoy también yo -afirma Pablo-, que por la gracia de Dios soy lo que soy (v. 10). El acontecimiento de la resurrección de Jesús ha entrado también en la predicación apostólica. A partir de ella los apóstoles no sólo se adhirieron a la novedad de Cristo con todas sus fuerzas, sino que fueron investidos también para su tarea misionera. Si Cristo no hubiera resucitado, nuestra predicación sería vana -afirma Pablo- y nosotros habríamos trabajado en vano.
- El mismo acontecimiento de la resurrección de Cristo es objeto directo e inmediato de la fe de los primeros cristianos: si Cristo no hubiera resucitado, vana sería también vuestra fe -remacha el apóstol-, y nosotros seríamos las personas más infelices del mundo: infelices porque habríamos vivido engañados y nos sentiríamos decepcionados. Está claro, por tanto, que al servicio de este acontecimiento fundador del cristianismo está no sólo la tradición apostólica, sino también el testimonio de la comunidad creyente y de todo auténtico discípulo de Jesús.

CLAVES para la VIDA
- Nos encontramos con una de las formulaciones más antiguas del Kerigma de la primera comunidad cristiana y de la predicación apostólica. Pero está claro que esta formulación se lleva a cabo porque en las distintas comunidades no se aceptaba fácilmente la novedad que suponía la resurrección de Jesús. Pero, de hecho, sin ese acontecimiento no tendría ningún sentido la fe, según la declaración del apóstol Pablo.
- Que en la fiesta litúrgica de dos Apóstoles, Felipe y Santiago, se nos recuerde y se proclame la primera predicación apostólica, es también todo un signo y una propuesta de acudir al núcleo sobre el que luego se basa toda fe cristiana. Es importante, significativa y especial esta referencia: ésta es la tarea misionera que recibieron del mismo Señor Resucitado y la siguen proclamando en las más diversas situaciones, porque es el núcleo.
- Nosotros, hoy, participamos de este mismo Kerigma, de este anuncio. Y esto ha cambiado no sólo la historia, sino nuestra realidad, la de cada uno: Jesús vive y su estilo de ver y de vivir se nos ofrece como el mejor de los caminos para alcanzar la plenitud, a la que desde siempre aspiramos, y por la que el ser humano es capaz de cualquier sacrificio. ¿Es verdad en mí, en mi vida? ¡Ojala lo sea!

Evangelio: Juan 14, 6-14
“... Dijo Jesús a sus discípulos. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Desde ahora lo conocéis, pues ya lo habéis visto. Entonces Felipe le dijo: muéstranos al Padre; eso nos basta... El que me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo me pides que os muestre al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que os digo no son palabras mías. Es el Padre, que vive en mí, el que está realizando su obra. Debéis creerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí...”

CLAVES para la LECTURA
- El tema fundamental del pasaje es la relación entre Jesús y el Padre. El evangelista, a la pregunta de por qué Jesús es el único mediador para llegar al Padre, responde que sólo Cristo puede conducir a los hombres a la comunión con Dios. Jesús es el camino al Padre porque conduce a él a través de su persona: Él está en el Padre y el Padre en Él. A partir de esta mutua inmanencia entre Jesús y el Padre se hace comprensible que el conocimiento de Jesús lleve al conocimiento del Padre (v. 7).
- El lenguaje del Maestro resulta oscuro para los discípulos, y por eso, Felipe pide ver la gloria del Padre. No ha comprendido que se trata de ir al Padre a través de la persona de Jesús. Los discípulos no han sabido reconocer en la presencia visible de su rabí las palabras y las obras del Padre (v. 9). Para ver al Padre en el Hijo es preciso creer en la unión recíproca entre el Padre y el Hijo.
- Sólo mediante la fe es posible comprender la copresencia entre Jesús y el Padre. De ahí que lo único que pueda pedir el hombre sea la fe y esperar con confianza ese don. El Señor, en su llamada a la fe, fundamenta la verdad de su enseñanza en una doble razón: su autoridad personal, que los discípulos han experimentado en otras ocasiones al vivir con Jesús, y el testimonio de las obras que hago (v. 11).
- La obra que Jesús ha inaugurado con su misión de revelador es sólo un comienzo. Los discípulos proseguirán su misión de salvación. Más aún: harán obras semejantes a las suyas e incluso mayores. Por último, el Maestro se ocupa de animar a los suyos y a todos los que crean en Él a participar en la obra de la evangelización y en su misma misión.

CLAVES para la VIDA
- Una vez más, como en tantas, el “discípulo amado” vuelve a destacarnos ese mundo de relación entre el Padre y el Hijo como la fuente de donde mana una situación NUEVA y DISTINTA: desde Jesús y por Jesús es posible la comunión plena con Dios-Padre y es que Jesús es el rostro y el espejo del Padre. De ahí que “conocer” (algo experiencial) a Jesús es conocer al Padre, sus proyectos, su vida en plenitud. Es la insistencia del evangelista, éste que constantemente nos empuja hacia esa experiencia, tan vital como profunda.
- Es el Padre, que vive en mí, el que está realizando su obra: es el núcleo; es lo que permanece; es lo que da consistencia. Desde ahora ya no es posible decir que no sabemos nada de Dios; sería falso. Todo cuanto Jesús dice y hace nos muestra al Padre. Los mismos discípulos proseguirán esta misión de vida y de salvación, compartiendo con Jesús el proyecto del Padre.
- Ésta es también mi/nuestra tarea, hoy y aquí: compartir con el mismo Jesús el proyecto del Padre. Aquí nace el APÓSTOL; y sin esto no hay ENVÍO que valga, ni MISIÓN que cumplir. Si me falta este encuentro y experiencia, no me distingo del charlatán que vende “productos de higiene”, o algo parecido. ESTAR con Jesús; ENAMORARME de su misión; COMPARTIR, desde la amistad, su quehacer... he ahí la razón de ser del testimonio. ¿Dispuesto/a, hermano/a?