sábado, 7 de julio de 2012


DOMINGO, día 8

 Ezequiel 2, 2-5


“… El espíritu entró en mí, me puso en pie y oí que me decía: Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: Esto dice el Señor. Ellos, te hagan caso o no te hagan caso (pues son un pueblo rebelde), sabrán que hubo un profeta en medio de ellos…”

 CLAVES para la LECTURA
 - Se narra aquí la vocación ejemplar de un profeta. De Ezequiel sabemos que era «hijo de Buzí», sacerdote por nacimiento (1, 1), pero la voz de Dios le llama aquí «hijo de Adán»; ya no le llama sacerdote, sino simplemente «hombre», es decir, «hecho de tierra», frágil, mortal. Sobre este hombre se derrama el Espíritu de Dios, que viene a poner de pie al que estaba postrado en tierra, confiriéndole el poder divino (dynamis en el Nuevo Testamento) para proclamar la Palabra de manera eficaz. A la acción de Dios corresponde, por parte de Ezequiel, permanecer a la escucha; a la Palabra le corresponde la escucha.
- Yo te envío: misión que le será repetida una y otra vez, cuantas veces sea necesario, hasta que se empape del aspecto carismático de su vocación. El profeta no es el que va, sino el que es enviado: era la diferencia radical con el sacerdocio hereditario. En este caso, Ezequiel sabe que su misión está restringida al pueblo de Israel, un pueblo cuya historia conoce al detalle: historia de defecciones e infidelidades, historia de un Israel rebelde, desde sus orígenes hasta hoy.
- Por eso, la misión del profeta aparece como algo extremadamente difícil, como algo que cuesta: es una misión que tiene que ver con el «endurecimiento del corazón», con la obstinación de unos hijos que se han rebelado contra su Padre, una rebelión que se manifiesta en el «no escuchar» (v. 5). Ni siquiera la Palabra y el poder del Espíritu pueden constreñir la libertad del hombre para acoger la revelación de Dios. El profeta se levanta entonces, solitario, como signo de contradicción, como piedra de tropiezo para los que corren hacia su propia ruina.

CLAVES para la VIDA
- En la raíz misma de la vida del profeta está la experiencia FUNDANTE y sobre la que se asienta toda la estructura de su misión: ha sido elegido y llamado por Dios mismo. Es su única garantía, porque ni sus capacidades personales, ni los frutos que se vayan a dar están garantizados. De ahí la necesidad que siente de renovar constantemente esa experiencia original. El Espíritu del mismo Dios será quien renueve esa experiencia.
- Porque su misión se dirige a un pueblo que, tantas y tantas veces, vive de espaldas a ese Dios; su única respuesta ha sido el olvido, cuando no el menosprecio de ese amor incondicional que Dios le ha brindado de forma gratuita. Pero Israel (y nosotros) fácilmente hace oídos sordos a estas muestras de amor. Así, rechaza a Dios y al mensajero, al profeta, porque su presencia resulta molesta y es un incordio. Ésta es la historia de los grandes testigos.
- Escuchar lo que han vivido estos hombres y descubrir la fuerza de Dios en sus vidas y palabras; rumiar cuanto ofrecen, especialmente ese proyecto de Dios que está por encima de todos los condicionantes que nos podamos imaginar; vivir desde esa óptica que proponen y que luego en Jesús se nos brinda con una plenitud inmensa… ¡he aquí la tarea que, también hoy, nos corresponde vivir a nosotros! ¡Casi nada! ¿Aceptaremos la propuesta, hermano/a?

2 Corintios 12, 7b-10

“… Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un emisario de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces le he pedido al Señor verme libre de él y me ha respondido: «Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad». Gustosamente, pues, seguiré presumiendo de mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Y me complazco en soportar por Cristo flaquezas, oprobios, necesidades, persecuciones y angustias, porque cuando me siento débil es cuando soy fuerte…”

CLAVES para la LECTURA
- Tras haber recordado a sus amados corintios (que, sin embargo, causan tantos sufrimientos al apóstol) la sublimidad de las revelaciones recibidas, y a fin de demostrar que su misión procede verdaderamente de Dios, Pablo se muestra ahora con toda su humana debilidad; más aún, «presume» de ella, del mismo modo que en otra ocasión había presumido de la cruz de Cristo (1 Cor 1, 17-31). Al final de la carta tenemos la demostración de que Pablo entiende su propia debilidad exactamente siguiendo el modelo de la debilidad del Señor: «Es verdad que se dejó crucificar en su débil naturaleza humana, pero ahora vive por la fuerza de Dios. Así también nosotros, que compartimos con él su debilidad, compartiremos con él su poderosa vida divina a la hora de enfrentarme con vosotros» (2 Cor 13, 4).
- Del mismo modo que la cruz produce escándalo, también la fragilidad humana del apóstol (descrita en forma de persecuciones, insultos, divisiones en la comunidad, enfermedad, angustia) puede provocar una reacción de desconfianza y de miedo en los corintios, pero eso es precisamente el signo inconfundible de que su misión apostólica es de Dios, dado que lleva consigo la marca inconfundible de la cruz.
- El carácter realista del apóstol completa el autorretrato con el esbozo de sus propias fragilidades humanas, a las que alude con metáforas indescifrables como «aguijón clavado en mi carne», los agentes de Satanás, y una lluvia de debilidades. Toda búsqueda de respuestas se detiene ante una puerta atrancada: detrás están escondidas una serie de debilidades definibles únicamente como «debilidades paulinas». Sin embargo, el realismo con tendencia al optimismo de un hombre fuerte y débil, orgulloso y decepcionado, titubeante y esperanzado como es el Pablo autor de las cartas a los cristianos de Corinto canta al final victoria: «Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad». Gustosamente, pues, seguiré presumiendo de mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Y me complazco en soportar por Cristo flaquezas, oprobios, necesidades, persecuciones y angustias, porque cuando me siento débil es cuando soy fuerte» (vv. 9-10).

CLAVES para la VIDA
- Sigue insistiendo el apóstol y busca defender ante la Comunidad de Corinto, la credibilidad de su ministerio, atacado por sus adversarios. Pero, además, Pablo encuentra en sí mismo dificultades que complican su entrega y compromiso: tengo un aguijón clavado en mi carne...”. No oculta sus limitaciones. Pero sigue haciendo del bien de la persona y del progreso del Reino, su motivo de orgullo. Toda su vida y sus fuerzas, a pesar de las debilidades, las utiliza en esa causa.
- Pero hay otra gran e INMENSA lección en estas notas autobiográficas del apóstol: te basta mi gracia... muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo... cuando soy débil, entonces soy fuerte (v. 9). ¡Qué espiritualidad la que sustenta todos los esfuerzos y entrega del apóstol! ¡Qué confianza la que, en su debilidad, le hace vivir y continuar en esa acción evangelizadora que le arrastra! Vivo contento en medio de... sufridas por Cristo (v. 10).
- ¡Aquí no queda más que admirar la figura enorme de este seguidor de Jesús! Impresiona Pablo y me provoca su fuerza y su capacidad de ese estar enamorado de Cristo Jesús, y... ¡de qué manera! A pesar de las “espinas”, que hacen que se libre del peligro de la autosuficiencia, el apóstol es una GRAN LLAMADA, hoy y para cuantos quieren seguir a Jesús de Nazaret. Y... ¿para ti? ¡Para mí, sí!
Evangelio: Marcos 6, 1-6

“... No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa. No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando...”

CLAVES para la LECTURA
- Esta breve perícopa concluye la sección de los milagros e introduce una serie de peregrinaciones de Jesús dentro y fuera de Galilea. La expresión genérica pueblo (v. 1) era suficiente para indicar Nazaret; es más precisa la determinación del tiempo; es importante que la manifestación de Jesús tenga lugar el sábado (v. 2). En Israel, cualquier hombre adulto podía comentar la Escritura en la sinagoga: sin embargo, la enseñanza de Jesús es diferente a la de todos los rabinos de aquel tiempo.
- Aunque sin citar los versículos de Isaías comentados en Nazaret (entre los sinópticos sólo lo hace Lucas 4, 17ss), Marcos registra el estupor de los presentes. Tres son los motivos de admiración: el origen de las palabras pronunciadas por Jesús; la sabiduría que posee; los prodigios que realiza. Todo esto parece contrastar con la familiaridad que los nazarenos creían tener con Él, dado que conocían a sus padres y hermanos.
- La verdadera identidad de Jesús se revela aquí a través de su ser signo de contradicción, piedra de tropiezo, motivo de escándalo (v. 3). Esto mismo constituía ya una característica de los profetas, perseguidos con mayor frecuencia precisamente por aquellos que hubieran debido comprenderles mejor (v. 4). Por esa desconfianza, no pudo realizar Jesús milagros entre sus paisanos: Él mismo se muestra sorprendido de esta falta de fe, del mismo modo que los suyos estaban admirados de su autoridad.

CLAVES para la VIDA
- Después de los signos extraordinarios que ha realizado y que han levantado una auténtica expectación, ahora se nos ofrece cómo reaccionan las gentes ante la persona de Jesús; en este caso, los más allegados: familiares y vecinos de Nazaret, quienes le conocen de siempre y por eso no encuentran explicación alguna ante lo que observan y ven. Les va a faltar el paso decisivo que las personas enfermas, impuras y marginadas han dado: la FE en Jesús y en la presencia de Dios en Él.
- Se vuelve a cumplir la reflexión del discípulo amado vino a los suyos y los suyos no le recibieron (Jn 1, 11). Y es que la excesiva familiaridad y la rutina son los enemigos del aprecio y del amor. Algo que puede ocurrir -por desgracia- en nuestras vidas, deseosos y hambrientos de “grandes” acontecimientos, de situaciones deslumbrantes.
- Está claro que ACOGER a Jesús, tal como es, no es una tarea sencilla. En ocasiones serán las “creencias de siempre”, inamovibles y anquilosadas, las que nos pueden impedir; en otras ocasiones la excesiva “familiaridad” (léase, rutina, vulgaridad) las que nos van a impedir abrirnos plenamente a su misterio grande y hermoso. ¡Necesario estar atentos al tema, para acogerle con actitud ABIERTA!

viernes, 6 de julio de 2012



SÁBADO, día 7

Amós 9, 11-15

“… Aquel día levantaré la choza caída de David, taparé sus brechas, levantaré sus ruinas como en otros tiempos. Para que posean las primicias de Edom y de todas las naciones donde se invocó mi nombre…”

 CLAVES para la LECTURA
 - Después de tanta denuncia, de tantos oráculos conminatorios, de tan duras y amargas predicciones, no podía terminar el libro de Amós sin unas palabras de aliento y esperanza, sin una ilusión con perspectivas de futuro. Es la esperanza mesiánica de un Israel ideal en «aquel día» prefijado en los eternos designios de Dios. Resulta imposible a los exegetas precisar si este oráculo esperanzador y mesiánico es de Amós o de alguno de sus discípulos, que conocieron la ruina de Jerusalén en el 587. Las mismas razones de contenido, estilo y vocabulario conducen a una y otra conclusión. En tanto no poseamos nuevos elementos de juicio, bástenos, como creyentes, saber que estamos ante un oráculo profético inspirado, sea quien fuere su autor y la época de su escritura.
- Como previsión similar a la de Israel o como acontecimiento ya pasado, el profeta contempla la Casa de David convertida en choza agrietada y caída, en un montón de ruinas. Pero Dios la «levantará», en perfecta armonía con tantos oráculos de restauración davídica. Y este resurgimiento está expresado con las plásticas imágenes del dominio de la Casa de David sobre todas las naciones, entre las que se encuentra Edom, por su proverbial enemistad con David (Edom era la Idumea de tiempos de Jesús, la zona nórdica de la península del Sinaí, con Berseba por capital).
- La última parte de la lectura y del libro de Amós representa la clásica imagen de la época mesiánica pintada con todos los caracteres de felicidad idílica paradisíaca. Era el lenguaje más apropiado, el único que podían comprender aquellas mentes judías acostumbradas a mirar a la tierra. Son un conjunto de bendiciones en contrapunto con las maldiciones de 5, 11. Una enseñanza implícita de cómo el trabajo del hombre se vuelve fecundo bajo la bendición de Dios. Un eslabón más en la cadena de profecías de restauración mesiánica, con su doble elemento de instauración de la dinastía davídica y la proverbial sobreabundancia de bienes temporales.

CLAVES para la VIDA
- Aquel profeta “pillado” por dentro por Dios y su mensaje, no puede menos que ofrecer lo que “lee” en el corazón mismo de ese Dios: el “castigo” no es la última palabra ni mucho menos. Ése no es el proceder ni el estilo de ese Dios; su proyecto no camina por esos derroteros. Más bien espera cualquier gesto por parte de Israel para poner en marcha de nuevo todo el proceso salvador y benefactor a favor de su pueblo. Así es Dios. A lo mejor… ¡por esto es Dios!
- Por lo tanto, el “sueño” mesiánico vuelve a despertar el corazón del profeta y lo anuncia a gritos a su pueblo. La nueva realidad será hermosa y llena de bendiciones y de felicidad, y es que Dios (dice el profeta) no desea otra cosa que esa plenitud para su pueblo amado y querido. Es Dios mismo quien llevará a cabo esta obra de vida y de salvación: levantará la choza caída…”: he ahí el proyecto definitivo que mueve a Dios.
- Es hermoso y sugerente escuchar, en lo más profundo del corazón, estos anuncios que pueden llenarme de nueva vida, la que proviene del Él, la que puede restaurar y rehacer todo en mí (como se nos narraba en el evangelio de ayer con Mateo, el recaudador). Gustar este regalo; dejar que impregne toda mi vida, en todos sus extractos, en cada una de sus capas; y una vez digerido, ofrecerlo GRATUITAMENTE, sin condiciones a los demás… es la gran enseñanza que ya se adelanta en el Antiguo Testamento y que en Jesús de Nazaret adquiere una fuerza extraordinaria, hasta el punto de llegar a ser el objetivo de su vida (¿y de la mía?). ¿Animado/a, hermano/a?

Evangelio: Mateo 9, 14-17

“... ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo... Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor...”

CLAVES para la LECTURA
- En casa de Mateo, el publicano, además de otros colegas suyos, hay también fariseos. Estos últimos -como hemos visto en el fragmento de ayer- se muestran escandalizados por el comportamiento de Jesús porque come -índice de comunión de vida- con los publicanos y los pecadores. La polémica vuelve a encenderse ahora con un grupo de discípulos del Bautista. Éstos, como su maestro, llevaban una vida de austeridad y penitencia, y se muestran sorprendidos de que los discípulos de Jesús no practiquen el ayuno.
- Jesús toma entonces la defensa de los suyos, que, en este momento, son «los hijos de las bodas», es decir, los invitados a estar junto al Esposo, a gozar de su voz (Jn 3, 29), porque Jesús está con ellos. Ya llegará el momento en que el Esposo será «arrebatado de la tierra de los vivos» (Is 53, 8), y entonces vendrá el tiempo del ayuno.
- Vienen, a continuación, dos ejemplos en los que se subraya que la alegría de las bodas, de la festiva novedad traída por Jesús, no puede mezclarse con las antiguas prácticas ascéticas. Se trata de realidades irreductibles: la venida de Cristo contiene una novedad absoluta. Los tiempos se han cumplido, las cosas de antes han pasado para dejar sitio a unos cielos nuevos y a una tierra nueva, mientras que los de antes se han enrollado como un vestido viejo e inservible sobre el que no se puede poner ningún remiendo. Con todo, lo antiguo no ha sido abolido, sino recuperado, porque los odres nuevos están hechos para contener vino nuevo, pero el vino envejecido también es bueno. La realidad nueva, significada por la presencia de Jesús, el Emmanuel, el Dios con su pueblo, es el tesoro que lo hace todo precioso.

CLAVES para la VIDA
- El ayuno, además de tener un carácter penitencial y de austeridad, era un signo de la espera mesiánica. Por lo tanto, en este relato de hoy, hay una controversia acerca de si se acepta a Jesús como el enviado de Dios o no. Éste es el telón de fondo del asunto. (Como en tantas ocasiones, la intencionalidad del evangelista va mucho más allá de lo que a primera vista parece; necesario tenerlo en cuenta para no falsear el mensaje).
- Y es que Jesús es la novedad plena y absoluta. Éste es el mensaje que se nos ofrece. Por eso, sus amigos están de boda, de fiesta. Y ante este acontecimiento no sirven los apaños, los arreglillos. Es una situación nueva y requiere actitudes y formas nuevas; esto es, son necesarios “odres” nuevos para este vino nuevo, que es Jesús.
- Si la gratuidad de Dios es tal (como veíamos ayer), hoy se nos recuerda que aceptarlo requiere en mí, en nosotros, un estilo nuevo, diferente, como Él mismo nos invita. ¡No hay vuelta de hoja! Vivir en Cristo es una novedad radical, supone cambio de mentalidad, tener un corazón nuevo. Seguir a Cristo afecta a toda nuestra vida, y no es sólo cuestión de unas prácticas. ¿Me habré enterado? ¿Te has enterado, hermano/a? Ahí nos encontramos.

jueves, 5 de julio de 2012


VIERNES, día 6

Amós 8, 4-6. 9-12


“... Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que enviaré hambre a la tierra: No hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la Palabra del Señor. Irán vacilantes de Oriente a Occidente, de Norte a Sur; vagarán buscando la Palabra del Señor, y no la encontrarán...”

 CLAVES para la LECTURA
 - El presente oráculo en medio de las visiones, tan desconectado del contexto, es un claro testimonio de la presencia de redactores tardíos en todos los libros del Antiguo Testamento y, en concreto, en el libro de Amós. El lugar que ahora ocupa está motivado como justificación de la visión cuarta en la que se presenta a Israel como fruta madura a punto de caer. Su contenido es una valiente y detallada denuncia de injusticias sociales. Tan realista y objetiva, que, repetida en nuestros días, gozaría de la más palpitante actualidad. La ambición de los poderosos es tan insaciable, que ya no celebran las fiestas como dedicación a Yahvé, sino como pesada carga que, al no poder evitarla, esperan nerviosos a que pase para poder continuar con sus negocios.
- Aparte de este ansia por lo terreno, por lo económico y material que tanto les hace sufrir en los días de descanso humano-religioso, no bien comienzan sus negocios, éstos son de lo más sucio e ilegal. Las medidas disminuidas, los precios aumentados, los pesos con fraude. La cesta de la compra del pobre es presa de las más injustas violaciones. El abuso llegó a extremos inhumanos. El pobre y el necesitado tenían que vender su libertad, su propio constitutivo de persona, aquello que ni Dios mismo osa tocar, para poder subsistir a un nivel infrahumano. No se puede reflejar con mayor valentía el pecado social de todos los tiempos.
- El Señor «jura» hacer justicia (vv. 7-8). Y la hará «aquel día», tan impreciso como seguro, que irá adquiriendo a lo largo de la literatura profética y apocalíptica caracteres típicamente escatológicos. La descripción del «Día del Señor» está realizada con los clásicos elementos de convulsión cósmica, símbolo de la transformación intrínseca que han de sufrir todas las cosas. Según la moderna astrología, hubo un eclipse de sol, visible en Palestina, el año 763 a. C. Quizás esto le sirviera al profeta de referencia fenomenológica. Aunque así fuera, Amós sobrepasa los hechos, literaria y teológicamente, para anunciar el castigo con los mismos elementos que el pecado. Por eso todo lo que ahora es fiesta cantos y ungüentos, quedará convertido en luto, elegía y calvicie. Toda la abundancia, fruto de sus latrocinios con guante blanco, convertida en hambre y sed. Un hambre y una sed que no será solamente de lo necesario para vivir materialmente, sino de la misma Palabra de Dios. Sentirán el silencio de Dios, el mayor castigo del hombre que ha sido hecho para Dios.
- Como borrachos o desesperados caminarán en todas las direcciones «buscando la Palabra de Dios», el diálogo con Dios. Pero, terrible e incomprensible castigo identificable con la condenación, «no la encontrarán». Cuando el hombre pecó en el paraíso, fue Dios quien salió a su encuentro brindándole su Palabra: «¿Dónde estás?». Ahora que el hombre desprecia la Palabra de Dios por su profeta, será castigado con su ausencia cuando la busque. Ruptura de diálogo, ausencia de Dios, condenación son términos sinónimos que exigen al hombre un poco de reflexión. Israel y Judá experimentaron este silencio profético durante cuatro siglos, hasta que les vino la Palabra de Dios encarnada y permaneció entre nosotros.

CLAVES para la VIDA
- El profeta sigue denunciando que las faltas contra los pobres son ofensas al mismo Dios, y la lista que aporta tiene una inmensa actualidad. Pero ahora resulta que Dios se solidariza con las víctimas de las injusticias y las fiestas mismas de los poderosos se convertirán en luto. Hasta habrá hambre de escuchar la Palabra de Dios (v. 11), pero no la tendrán y por eso andarán perdidos y desorientados. El olvido y el abandono de la Alianza, por parte del pueblo, acarreará todos estos desastres.
- Y, ahora, se anuncia algo terrible: la ausencia de Dios, de su palabra, y de los profetas que la anuncien. Hasta tal extremo ha llegado la actitud y el comportamiento de Israel, que Dios se va a “esconder”, para que de ese modo, el pueblo sienta de nuevo, con fuerza, el deseo de Dios y la necesidad de su salvación. Amarga experiencia que Israel la vivió a lo largo de siglos, hasta llegar a la “plenitud de los tiempos”, con una presencia nueva y permanente de Dios en medio de la humanidad.
- Reflexiones del profeta que afectan a nuestra vida de forma directa y que en Jesús de Nazaret asumirán una fuerza especial: lo que hagáis al hermano, lo hacéis conmigo. No se puede eludir el planteamiento, si no es con el fin de engañarnos. Ahí está este “viejo” mensaje, tan actual y necesario. ¿Lo habré asumido efectiva y afectivamente, hermano/a? ¡Ojala!

Evangelio: Mateo 9, 9-13

“...Vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: sígueme. Él se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Jesús lo oyó y dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios” que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores...”

CLAVES para la LECTURA
- «Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (v. 13). Así podemos sintetizar, con las palabras mismas de Jesús, el pasaje que hemos leído hoy. Prosigue éste el tema iniciado con la curación del paralítico. Se articula a través de tres momentos: Jesús llama a un publicano -identificado con Mateo- (v. 9); después va a comer con los suyos a la casa del nuevo llamado (v. 10) y, por último, responde a la objeción de los fariseos declarando su misión de salvador (vv. 11-13).
- Mateo (nombre que significa en hebreo «don del Señor») está sentado en la oficina de impuestos. El autor de este evangelio, aunque habitualmente sigue de forma fiel el relato de Marcos, aquí -y sólo aquí- cambia el nombre de Leví, hijo de Alfeo, por el de Mateo. Éste constituye, por así decirlo, su firma y su identidad de pecador perdonado. En efecto, Mateo ejercía una profesión que tenía mala fama. Los recaudadores de impuestos eran al mismo tiempo colaboracionistas de los odiados ocupadores romanos y oprimían a sus compatriotas.
- Se comprende, por tanto, el escándalo de los fariseos al ver a Jesús sentado a la mesa con semejantes pecadores públicos, que se le acercaban en plan familiar. Jesús les responde presentándose como un médico venido a curar a los enfermos. En efecto, Dios dice de sí mismo: «Yo, el Señor, me cuido de ti» (Ex 15, 26). ¿Qué enfermedad puede haber más grave que el pecado (Sal 103, 3), que nos aleja de sentirnos amados por Dios? Cuanto más pecadores seamos, tanto más se acerca el Señor a nosotros, porque tenemos necesidad de él y viene a buscarnos. «Entended, dice Jesús, lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”» (Os 6, 6). A él debemos volvernos todos, porque no será el culto exterior, los sacrificios y las expiaciones lo que nos cure, sino el descubrimiento de su amor.

CLAVES para la VIDA
- La llamada de Jesús a Mateo es profundamente significativa, dada su condición y su oficio. Y esa llamada y la inmediata respuesta de Mateo no están condicionadas por confesiones públicas de conversión o cosas parecidas. ¡Y mira que este pobre hombre tenía motivos más que sobrados para pedir perdón y expresar su cambio y conversión! Jesús llama, porque mira al corazón de las personas; este hombre, Mateo, con ganas de “otra cosa”, no duda en responder positivamente.
- Si impresiona la respuesta de Mateo, aún más impresiona la actitud del joven Maestro, Jesús: no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (v. 13). Todo un resumen de su vida y de su misión. ¡Impresionante! Resulta que el proyecto de Dios, que Jesús vive y en el que se empeña, nos desborda a todas luces, nos cuesta entenderlo y, más aún, aceptarlo. Es el proceder de Dios que se nos manifiesta en Jesús.
- Para mí, para nosotros, puede y debe ser una actitud de vida y parte de nuestra tarea, en esta realidad concreta, en medio de esta cultura. Hombres y mujeres que saben, que buscan a los “perdidos”, a los “alejados”, a los que desean otra realidad para sus vidas. Ser portador de la misericordia y de la capacidad de acogida de Dios... he ahí la INMENSA TAREA. Hermano/a, ¿nos animamos...? ¡Vale!

miércoles, 4 de julio de 2012


JUEVES, día 5

Amós 7, 10-17
 
“... Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, envió un mensaje a Jeroboán, rey de Israel: Amós conjura contra ti en medio de Israel; la tierra ya no puede soportar sus palabras. Porque así predica Amós: Morirá a espada Jeroboán. Israel saldrá de su país al destierro... Respondió Amós: No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo de Israel...”

 CLAVES para la LECTURA
- La persuasión de tener a Dios de su parte comporta inmediatamente, en el caso de Israel, una gran dificultad para tomar en serio las palabras del profeta. El choque entre el sacerdote Amasías y el profeta Amós, que alcanza con gran probabilidad a la dura experiencia histórica de Amós, documenta -no obstante- la reducción de la función profética de Amós en el «dossier» que Amasías presenta a Jeroboán: el profeta aparece en él sólo como alguien que «atenta» contra la casa real y la instalación del pueblo en su propia tierra. No dedica ni siquiera una palabra al verdadero fundamento de las amenazas, o sea: a la denuncia del pecado y a la exigencia de la conversión.
- Frente a esta acción de deslegitimación y de intento de proscripción, responde Amós con el testimonio de una identidad transformada y querida por Dios. De boyero y cultivador de higueras, quiso Dios convertirlo en profeta, es decir, que pusiera voz a su Palabra. Por eso lo tomó y le «hizo dejar el rebaño» para que profetizara, del mismo modo que había hecho con David, «de detrás de las ovejas» (2 Sm 7, 8).
- La identidad del profeta deriva, por tanto, del señorío absoluto de Dios, de su poder, que ha transformado su vida e impuesto una tarea. Lo que el sacerdote había referido al rey como cargos contra el profeta lo repite éste como «castigo de Dios» y afirmación del señorío de Dios.

 CLAVES para la VIDA
- La conciencia de haber sido llamado personalmente por Dios es la que da fuerza al profeta Amós. Él, pues, no es profeta por interés, ni como un medio de vida. Es Dios quien le ha llamado y él no puede menos que obedecer. Y así, con valentía, sin dejarse acobardar por las amenazas, sigue anunciando cómo será el proceder de Dios para con los dirigentes del pueblo, debido a su corrupción y su materialismo. El profeta no se vende a los poderosos.
- Ve a profetizar a mi pueblo Israel (v. 15): en esta experiencia arranca la nueva realidad que vive el profeta, a quien Dios le exige abandonar su forma de vida, la que ha ejercido hasta este momento. LLAMADA, pues, de Dios y respuesta incondicional, a pesar de los miedos y temores por parte del profeta, forman un binomio inseparable. El caso de Amós es un caso patente de fidelidad a la vocación profética. Esa fidelidad le llevará a situaciones límite. Pero es igual.
- ¡Inmensas lecciones, y no fáciles de aprender, las que nos siguen ofreciendo estos relatos bíblicos! La experiencia viva de llamada para una MISIÓN-TAREA determinada, es algo vital y necesaria, también en nuestra vida. Si esa conciencia se debilita, muy probablemente la presión del entorno podrá más en nuestra vida, en la de todo creyente. Ésta es la cuestión de fondo y que en momentos de fuerte crisis, como los actuales, afloran de forma singular. ¿Cómo es tu conciencia profética, hermano/a? ¿Cómo te sientes en la tarea?..

 Evangelio: Mateo 9, 1-8

“... Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados...”


 CLAVES para la LECTURA
- Jesús, después de haber estado en territorio pagano, vuelve a Cafamaún, «su» ciudad, en la que desarrolla ahora el ministerio. Le llevan a un paralítico. La descripción del episodio en el relato paralelo de Marcos (2, 1-12) -integrado en una disputa de Jesús con los maestros de la Ley sobre el poder de perdonar los pecados- es muy rica en detalles particulares. Los camilleros, en efecto, abren el techo y bajan al enfermo para que llegue a Jesús.
- Mateo omite todo esto. Centra su atención en la palabra autorizada de Jesús: «Ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados» (9, 2), donde el uso de la pasiva divina identifica a Jesús con Dios, el único que puede perdonar. Los maestros de la Ley captan de inmediato la grave «blasfemia», puesto que perdonar es una prerrogativa divina (Ex 34, 6ss; Sal 25, 18; 32, 1-5). Sin embargo, Jesús, desenmascarando la maldad de sus corazones, afirma con claridad la razón de sus milagros: son un signo para mostrar el poder que tiene Dios de perdonar los pecados, un gesto con el que el hombre que está bloqueado en la parálisis -una parálisis que anticipa ya la muerte- puede recobrar su identidad de viator, llamado a caminar para llegar a su verdadera casa: el amor del Padre, único lugar en el que puede saborear la paz y el reposo.
- La admiración de la muchedumbre, que da gloria a Dios por haber dado tal poder a los hombres (v. 7), cierra de manera significativa este episodio de la curación del paralítico. En él, la acción de Jesús tiene que vérselas de modo radical con el pecado y con la curación del hombre. En esta dimensión se encuentra la Iglesia a sí misma.

 CLAVES para la VIDA
- La acción salvífica, que Jesús aporta, abarca a la persona, ya que el proyecto de Dios es a favor de TODAS las personas. Para el evangelista Mateo, es necesario que el poder de Jesús alcance al pecado, como aquello que bloquea a las personas para toda acción positiva. Por eso, el primer mensaje al enfermo es precisamente ése: tus pecados quedan perdonados. A partir de ahí, vendrá el resto. Aquí radica la “autoridad” de Jesús.
- Volvemos a encontrarnos con un hecho que tanto destacan los evangelistas: la gente sencilla, la del pueblo glorifica a Dios por haber dado tal poder...” (7); mientras, los maestros de la Ley están en otra onda distinta, acusando y rechazando el poder y la presencia de Dios en Jesús y en su obra salvífica. Contraste patente: quienes “sabían” mucho, no aciertan a descubrir el misterio de vida que Jesús aporta; al contrario, los sencillos se encuentran plenamente con la Buena Nueva de Dios y la acogen con gozo.
- Como la gente que acoge y admira las obras que Jesús realiza en bien de la humanidad, así nosotros somos invitados a vivir el mismo proceso. La tentación de los “maestros de hoy” anida también en nosotros, en lo más profundo de nuestro ser. Dejarme reconciliar, para anunciar y ofrecer la vida de Dios, que conlleva el perdón y la paz, es la TAREA que está a mi alcance y se me ofrece constantemente. ¿Lo estoy deseando? ¿Lo busco?..

martes, 3 de julio de 2012


MIÉRCOLES, día 4

Amós 5, 14-15. 21-24
 
“... Buscad el bien y no el mal, y viviréis, y así estará con vosotros el Señor Dios de los ejércitos, como deseáis. Odiad el mal, amad el bien, defended la justicia en el tribunal. Quizá se apiade el Señor, Dios de los ejércitos, de los supervivientes de José...”

 CLAVES para la LECTURA
 - Lo mismo que la elección y sus privilegios eran condicionales, así también ahora el merecido juicio condenatorio de Yahvé para con Israel está condicionado a su respuesta. Les está hablando por su profeta, les advierte del gran peligro que corren de continuar obstinados en su malicia... pero «si buscan al Señor, vivirán» (5, 6).
- La primera parte de esta lectura (14-15) es la explanación concreta del principio enunciado. Buscar a Dios es, no se puede decir con más sencillez respetando sus conciencias, «odiar al mal, amar el bien y defender la justicia en el tribunal». Parece un preludio de la doctrina de Cristo cuando sintetice Antiguo y Nuevo Testamento en la ley del amor a Dios y al prójimo. Para ellos la razón de aquel «viviréis» estaba en que «Dios estará con vosotros», porque es la presencia vivificante de Yahvé el principio de toda existencia. Si buscan a Dios, si viven... «quizá... se apiade de los supervivientes de José». Es el «quizá» que hace de la salvación una obra exclusiva de Yahvé. Esta última expresión, «supervivientes», es el término técnico para representar el «resto».
- Una nueva objeción nació por parte del auditorio. ¿Es que no cuenta ante Yahvé la pomposidad del culto que le ofrecemos? La respuesta es tajante: «detesto y rehuso... no quiero... no aceptaré... retirad... no quiero». Así hablaba Yahvé por su profeta emitiendo el juicio valorativo sobre todo aquel culto litúrgico. Repulsión total. No porque fuera malo en sí, lo prescribía la Ley y era, por tanto, expresa voluntad de Yahvé, sino por el modo cómo se realizaba. Se condena no el culto ritual, sino la vacía religiosidad formalista.
- La verdadera exigencia de Yahvé, la verdadera religión es «el juicio y la justicia fluyendo como arroyo perenne», es el amor al prójimo sin el cual no puede existir el amor a Dios, ni, en consecuencia, la más elemental religión. El juicio, la justicia, la justificación son términos pregnantes de contenido en el Antiguo Testamento y que suponen toda una postura hacia Dios y los hombres. Ésta es la auténtica y única religión de ayer, de hoy y de siempre.

 CLAVES para la VIDA
- El profeta Amós, el “campesino de ojos abiertos”, no duda en denunciar el culto vacío de Israel, aquella liturgia que no agrada a Dios, porque no va acompañada de buenas obras. Esto es, no es posible separar el culto a Dios y el respeto hacia los demás, lo que exige la justicia. Si se obra así, es pura hipocresía y mentira que no produce más que autoengaño. Es la denuncia del profeta.
- Haced que el derecho fluya como agua y la justicia como río inagotable (v. 24): ésta es la propuesta del Dios, defensor de los más débiles. Si esto no se da, el resto es inútil y baldío. Amós, el profeta de la justicia social, a la sociedad de aquel tiempo (y de todos los tiempos) nos presenta este proceder de Dios. No hay posibilidad de escaparse con el ruido de vuestros cánticos (v. 23). Es un mensaje claro y nítido.
- Un mensaje válido, hoy, para nosotros, éste que el profeta anuncia para entonces y para siempre: si pensamos que podemos engañar a Dios, estamos equivocados. Pero... ¡cuánto peligro de ello existe en nuestra vida! Casi inconscientemente, un culto “tranquilizador” forma parte de nuestra historia personal y comunitaria. No verlo es estar ciegos; no trabajarlo es caer en la misma trampa que Israel. O... ¿no?

 Evangelio: Mateo 8, 28-34

“... Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a gritos: ¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo? Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron: Si nos echas, mándanos a la piara. Jesús les dijo: Id...”

 CLAVES para la LECTURA
- Jesús atraviesa el lago de Tiberíades y desembarca en el territorio pagano de la Decápolis. En unos pocos versículos -a diferencia de la extensa descripción de Marcos- el evangelista Mateo bosqueja no tanto una curación, como una demostración de autoridad y de poder por parte de Jesús, que libera del sometimiento del demonio a dos hombres dominados por espíritus inmundos.
- Los endemoniados salen al encuentro de Jesús, y los demonios, que los poseen, gritan su fe en él como «Hijo de Dios» y, al mismo tiempo, su rabia porque se atreve a desafiarles entrando en su territorio («Has venido aquí»: v. 29), poniendo fin a su indiscutible dominio sobre el hombre: en efecto, con Jesús se ha cumplido el tiempo (Mc 1, 15) de la derrota del enemigo.
- El exorcismo de Jesús manifiesta su espectacular poder. En efecto, con una sola palabra («Id») consiente el deseo de los demonios, expulsados del cuerpo de los hombres, de refugiarse en los cerdos -animales considerados impuros y, por consiguiente, no criados por los judíos-, que formaban una piara muy numerosa. Esta concesión es sólo el preludio para que éstos se precipiten de cabeza en el mar, símbolo del mal, y se ahoguen en él.
- El poder de Cristo es absoluto, pero no se impone por la fuerza. Los habitantes de la ciudad salen también al encuentro de Jesús, pero, frente al temor de nuevas pérdidas económicas, prefieren alejar al Nazareno (v. 34).

 CLAVES para la VIDA
- Un relato cargado de datos que acumulan todos los grados del mal: país pagano, posesión diabólica, cementerios como lugar de muerte, traspase de los demonios a los cerdos, animales inmundos por excelencia en aquella cultura, y todo ello para recalcar el poder de Jesús, que es superior al mal. Seguramente la intuición del evangelista nos oriente en ese sentido para que descubramos que vence el mal y, además, eficazmente. ¡Mensaje claro!
- Y es que el evangelista Mateo nos muestra la lucha que Jesús mantiene contra el mal, ya que el proyecto de Dios camina por esos derroteros. La Buena Noticia del Reino se enfrenta a todo mal, tenga el nombre que tenga, sean demonios, o enfermedades, o marginación, o... La tarea es hacer presente el amor del Padre para que la vida tenga más fuerza que el mal.
- Sentirme liberado del mal por la presencia de Jesús y de su acción y, desde esta nueva condición, empeñarme en liberar a los demás de sus males... es la hermosa y sugerente invitación del mensaje de este texto evangélico, hoy y para mí. Esa vida que Jesús me ofrece y me da, transmitirla a los demás, para que vivan más gozosamente. ¿Qué estoy dispuesto a hacer por compartir con Él esta tarea? ¿Cómo lo voy a vivir y expresar hoy? ¿Con quién?..

lunes, 2 de julio de 2012


MARTES, día 3: SANTO TOMÁS
- Fiesta - Lecturas propias

Efesios 2, 19-22

“...Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios... Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular... Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor...”

 CLAVES para la LECTURA
 - El hecho de que los efesios fueran de origen pagano proporciona a Pablo la ocasión para subrayar su situación precedente de gran pobreza por la falta de Cristo. En efecto, no tenerle a él significa «estar lejos» de Dios; tenerle significa estar «cerca» gracias a la sangre que ha derramado por nosotros. Históricamente, pues, los paganos vivían una situación desfavorable respecto a los israelitas: como no pertenecían al pueblo de Dios, no podían participar, en consecuencia, de las promesas (v. 12).
- El punto focal de la perícopa es la afirmación de que «Cristo es nuestra paz» (v. 13). Es preciso captar el doble sentido de la palabra paz. Por una parte, se trata de la abolición de aquello que, en lo tocante a la Ley, separaba a judíos y paganos. Por otra, es la paz de todo hombre con Dios, entendida como una reconciliación que tiene lugar por el hecho de que ha sido eliminado el pecado. Es Cristo -él solo- quien ha llevado a cabo tanto una como otra paz. Verdaderamente, la separación era una enemistad tan profunda que formaba como un «muro» que separaba al hombre de Dios y a los hombres entre ellos. La observancia de la Ley, caída en un ciego legalismo formalista, impedía la obediencia a Dios de una manera sustancial; esa obediencia es ahora posible por la pacificación que tiene lugar con la encarnación del Verbo y el rescate de su muerte en la cruz. En virtud de esta paz nuestra nace el «hombre nuevo» (v. 16). El camino, tanto para los que proceden del paganismo como para los que fueron israelitas, es ahora un sereno ir al Padre con la fuerza unificadora del Espíritu.
- Pablo coloca, a continuación, la premisa de nuestra identidad como Iglesia. Ahora somos «conciudadanos dentro del pueblo de Dios; «familia de Dios» (v. 19), sólidamente «edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas» (v. 20). Nuestra piedra angular es Jesús. De él nos viene la posibilidad de evolucionar espiritualmente hasta llegar a ser, caminando con los hermanos, verdaderos templos de Dios, su morada por intervención del Espíritu.
  

CLAVES para la VIDA

- Está claro: ahora la salvación y sus dones no son sólo para Israel, sino que en ese proyecto entra toda la humanidad (versículos anteriores al texto de la fiesta de hoy). También los paganos son herederos de ese Reino inaugurado por Cristo Jesús. En virtud de la paz que aporta Cristo, nace el “hombre nuevo” que puede caminar, animado por el Espíritu, hacia el encuentro con el Padre. Mensaje central para hoy.

- Aquí nace, según Pablo, la familia de Dios (v. 19) y es que ésta es la consecuencia de la salvación aportada por Cristo Jesús: reconciliados ya con Dios, TODOS aportamos en la edificación del templo de Dios, donde Jesús es la piedra angular. Edificación que está animada y al que da vida el Espíritu, que es el vínculo de unión entre los hombres, y entre éstos y el Padre. La realidad actual es completamente nueva y está cimentada en los apóstoles, testigos directos del acontecimiento Jesús.

- ¡Hermosas y sugerentes reflexiones del apóstol para que captemos la nueva condición a la que somos invitados! Experimentar esa nueva situación, disfrutar del Padre y de la familia a la que me llama, construir con otros hermanos ese nuevo templo donde la piedra angular es Cristo Jesús, es toda una PROPUESTA en esta fiesta del apóstol Tomás. Aquí nace un nuevo hombre/mujer, con una espiritualidad (= espíritu) propio y lleno de vida. ¡Todo un desafío para mí, hoy y aquí!


Evangelio: Juan 20, 24-29

“... Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús... Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo... A los ocho días, estaban otra vez, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros... Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente... ¡Señor mío y Dios mío!... ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto...”

 CLAVES para la LECTURA
 - Estos dos episodios, próximos y relacionados con un mismo tema -el de la fe-, son el eco fiel de cuanto ha sucedido en los corazones de los apóstoles tras la muerte de Jesús.
- El segundo cuadro (vv. 24-29) personaliza en Tomás las dudas y el escepticismo que atribuyen los sinópticos, de manera genérica, a «algunos» de los Doce, y que pueden surgir en cualquiera. Tomás ha visto la agonía de su Maestro y se niega a creer ahora en una realidad que no sea concreta, tangible, en cuanto al sufrimiento del que ha sido testigo (v. 25). Jesús condesciende a la obstinada pretensión del discípulo (v. 27), pues es necesario que el grupo de los apóstoles se muestre firme y fuerte en la fe para poder anunciar la resurrección al mundo. Precisamente a Tomás se le atribuye la confesión de fe más elevada y completa: «¡Señor mío y Dios mío!» (v. 28). Aplica al Resucitado los nombres bíblicos de Dios, Yahvé y Elohím, y el posesivo «mío» indica su plena adhesión de amor, más que de fe, a Jesús.
- La visión conduce a Tomás a la fe, pero el Señor declara, de manera abierta, para todos los tiempos: bienaventurados aquellos que crean por la palabra de los testigos, sin pretender ver. Éstos experimentarán la gracia de una fe pura y desnuda que, sin embargo, es confirmada por el corazón y lo hace exultar con una alegría inefable y radiante (1 Pe 1, 8).

 CLAVES para la VIDA
 - Tomás es alguien que no había entendido el sentido de la muerte de Jesús; la concebía como un final y no como un encuentro con el Padre. Y ahora, separado de la comunidad (no estaba con ellos, v. 24), no ha participado de la experiencia común, no ha recibido el Espíritu ni la misión. Su referencia todavía es el pasado. Por eso, le cuesta aceptar que Jesús está vivo; exige una prueba individual y extraordinaria. Todo un símbolo el de Tomás, símbolo de tantas historias personales.
- Ahora, estando en la comunidad, Jesús llega, se hace presente ofreciendo la paz. Ahora sí, Él será el Señor y será mío: la nueva condición de Jesús, la toma Tomás como modelo, porque Jesús es Señor entregando la vida, toda entera, como servicio a los suyos. Hasta ahí es necesario llegar. Por eso, dichosos los que crean sin haber visto (v. 29): aquí se llega al final de ese proceso y camino de la fe, llegando a entregar todo en favor de los demás, como Jesús mismo.
- Está claro que el proceso de la fe no es algo teórico, sino llegar al encuentro con el Señor Jesús como aquel que lo entrega todo como servicio a los hermanos. Llegar ahí y vivir así, es la cumbre: Dichosos lo que crean...”. El apóstol, una vez más, me invita al ENCUENTRO, hasta convertirle a Él en el Señor mío y Dios mío. ¡Me queda camino por recorrer! Siempre es más fácil y sencillo quedar en el plano teórico y no bajar a la vida, a las consecuencias. ¿Te animas, hermano/a?