domingo, 17 de marzo de 2013


DOMINGO, día 17 de Marzo

 


Isaías 43, 16-21

 “… Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes: caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue… No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo…”

 

CLAVES para la LECTURA

 
- Los capítulos 40-55 del libro del profeta Isaías se atribuyen a un discípulo suyo al que se llama Segundo Isaías, que vivió la experiencia del destierro babilonense. Dirige la palabra consoladora de Dios a un pueblo sin esperanza, “sordo” y “ciego” (Is 43, 8).

 - El fragmento, que forma parte de un oráculo de salvación, comienza con un recuerdo glorioso del Éxodo. Como entonces Dios, para el que nada es imposible (Gn 18, 14), “abrió un camino en el mar” (v. 16), así también ahora, incluso con más fuerza, se hace presente en la vida de Israel. Su intervención es hasta tal punto portadora de novedad (v. 19) que hará pasar a segundo plano los prodigios del primer Éxodo. Todo el cosmos está comprometido en esta transformación, anticipo y presagio de la novedad verdaderamente absoluta que tendrá lugar con la restauración que se aproxima.

 - Pues bien, viene a decir el profeta, olvidaos de todo aquello porque de hecho lo olvidaréis cuando contemplen vuestros ojos lo que Yahvé está a punto de realizar. Aquella liberación no será sino la sombra de lo que va a llevar a cabo vuestro Dios con vosotros. Es, pues, necesario mirar hacia lo que está por venir. Es algo nuevo, algo que ya está germinando. ¿No lo veis? Si bien, no es en razón de los merecimientos del pueblo durante el período del destierro, sino por el amor gratuito del mismo Dios, y eso a pesar de las infidelidades de Israel.

 


CLAVES para la VIDA

 
- El profeta, con esa capacidad de “leer” el corazón de Dios como tiene, vislumbra algo grande, nuevo y hermoso que se acerca en el horizonte y ésta sí que será una liberación definitiva. Eso sí: recordar las gestas de Dios a través de la historia, especialmente en el Éxodo, le lleva a profundizar en su convicción de que Él siempre cumple sus promesas, que son de vida y de plenitud. Hasta la misma naturaleza se une para vivir la nueva situación que se acerca.

 - “… No penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo…” y es que la prueba del destierro, a causa de la infidelidad de Israel, llega a su fin y la vuelta a la patria es anuncio del acontecimiento que el profeta ya lo contempla. De ahí que no es posible quedarse anclados en el pasado, por muy glorioso que fuere; la mirada de Dios se dirige hacia el futuro, porque así es el corazón de Dios que “sueña” con algo nuevo y definitivo. Aquí se anuncia la presencia del Mesías, el libertador por excelencia.

 - Se nos siguen recordando los pilares de toda la espiritualidad veterotestamentaria: las promesas de Dios, siempre a favor de la humanidad; la fidelidad del Señor a la palabra dada; la realización de acciones liberadores, pero que anuncian y apuntan a algo definitivo y que se dará en Jesús de Nazaret… Por ahí sigue dirigiéndonos la Palabra de Dios, con vistas a afianzar la confianza en los corazones de los creyentes. También nosotros somos invitados a vivir estas dimensiones de la fe. Hermano/a, ¿cómo es nuestro caminar? ¿Mirando al pasado (anclados en él) o… abiertos a ese futuro que Dios nos propone?

 
Filipenses 3, 8-14

 
“… Hermanos: Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo… Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús…”

 

 CLAVES para la LECTURA

 

- La perícopa nos ofrece el testimonio de un hombre tocado por la novedad de Dios. Pablo, que quizás como ningún otro podría jactarse de su pasado glorioso en el seno del judaísmo, cogido por Cristo, no duda en considerar basura lo que hasta ahora había sido para él motivo de prestigio.

 - Libre prisionero del amor de Cristo (v. 12), se presenta como un atleta que llega a la recta final de la meta en la carrera por la vida eterna (v. 14). Y ante los “espectadores” judaizantes, orgullosos de la justicia proveniente de la Ley, el apóstol traza magistralmente su biografía (vv. 4-14): el orgulloso fariseo de antaño (vv. 4-6) ha visto invertido paradójicamente su modo de entender ganancias y pérdidas (vv. 7s).

 - “Conquistado por Jesucristo”, creciendo en intimidad con “su” Señor (v. 8), ahora aspira exclusivamente a ganar (v. 8), conocer (v 10), conquistar (v. 12), con la intensidad inefable de quien encuentra descanso e impulso siempre renovado al pregustar un premio inestimable (vv. 8. 14).

 

CLAVES para la VIDA
 

- Una vez más aparece la figura de Pablo, con ese grafismo en su exposición. La antítesis “ganancia-pérdida” era muy conocida. De ahí que el apóstol toma ese lenguaje para describir su situación actual: aquí no hay privilegios que valgan (según mentalidad en el judaísmo), sino que en Cristo había que empezar desde cero, y vale tanto para el judío de siempre, como para el gentil recién llegado. Él, Pablo, no es más por su pasado intachable en el judaísmo, sino por la gracia del encuentro con el Señor Jesús que transforma TODO en él.

 - ¿Cuál es, pues, la nueva referencia? “La excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (v. 4); no es un conocimiento intelectual y especulativo, sino animado de un vitalismo eficiente, como la “sabiduría” de los antiguos libros sapienciales y que transforma la forma de ver, sentir y vivir la vida del apóstol. Por lo tanto, no es un conocimiento de escuela (Pablo sabía mucho de ello ya que estaba formado en las mejores escuelas de Jerusalén y del judaísmo), sino que afecta a las mismas entrañas de este testigo, haciendo que toda su vida quede iluminada desde la luz de este Señor Jesús, resucitado, y esto le lleva a considerar todo “basura” comparado con la nueva situación. Ésta es la “carrera” personal y a la que invita con todas sus fuerzas.

 - De nuevo es este apóstol el que me (nos) invita a vivir la NUEVA REALIDAD. Eso sí: desde la experiencia del encuentro (acaso, mejor, “encontronazo”) con este Señor Jesús. Aquí fundamenta su vida de apóstol; y ahora sí corre para alcanzar la meta que le ofrece tal Señor. Todo parece claro, sencillo y sugerente, también para nosotros, ante esta propuesta. Pero resulta que sólo desde el ENCUENTRO será posible vivir cuanto se plantea. Si no hay tal encuentro, si no se alimenta con mimo ese encuentro… todo será engañoso e inútil, incluso equivocado. Hermano/a, no lo perdamos de vista.

 

Evangelio: Juan 8, 1- 11

 
“... Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio... El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra... Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último... Jesús se incorporó y le preguntó: Mujer, ¿ninguno te ha condenado? Ella contestó: Ninguno, Señor. Jesús dijo: Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más...”

  

CLAVES para la LECTURA

 - Aunque de origen sinóptico -probablemente lucano-, el pasaje no desentona en el capítulo 8 del evangelio de Juan; incluso se impone como una roca en un lugar solitario. Es una especie de ejemplarización del tema de todo el capítulo: Cristo-luz (v. 12) ejecuta inevitablemente un juicio (v. 15) no según las apariencias, sino de acuerdo a la verdad más profunda del corazón de cada uno.

- La trama es sencillísima: al amanecer (v. 2), después de pasar la noche orando en el monte de los Olivos (7, 53 – 8, 1), escribas y fariseos someten al juicio del rabí a una mujer sorprendida públicamente en adulterio (8, 3-9a). ¿Con qué intención? Para tender una trampa a Jesús (v. 6), obligándole subrepticiamente (Jr 17, 13) a pronunciarse o contra la Ley de Moisés, que manda la lapidación en tales casos, o contra el derecho romano, que desde el año 30 d. C. ha privado al sanedrín del “jus gladii”, reservándose el poder de declarar las condenas a muerte.

 - Todo el fragmento converge en la pregunta: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores?... Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”. En el desierto creado por el pecado irrumpe la novedad: fluye un río de misericordia (Is 43, 19s) que purifica y sana a su alrededor (Ap 21, 5), haciendo nueva a toda criatura.

 

CLAVES para la VIDA

 
- En el relato evangélico se nos presenta, además de la mujer acusada, a un Jesús, el Justo, rodeado por sus perseguidores. Porque no olvidemos que ése es el objetivo que persiguen sus enemigos: tenderle una trampa. Jesús, pues, está cada vez más solo; sólo porque ha decidido llevar su misión hasta las últimas consecuencias, llegando donde nadie ha llegado y nadie más que el Padre le puede ayudar. Y es admirable que, precisamente en esa hora de mayor soledad, él manifieste la grandeza de su amor por los hermanos, por los más débiles. El pasaje de hoy es una muestra de ello.

 - La escena, de todas formas, es impresionante: los acusadores con todos los datos a su favor; las personas curiosas, la mujer acusada, que es culpable, y Jesús. El dilema es claro: si le condena, perderá popularidad; si la absuelve, va contra la ley. Pero Jesús ha proclamado que ha venido a perdonar y a salvar a los pecadores. Y aquí encontramos a la mujer pecadora bajo su mirada misericordiosa. Desde ahí va a ser renovada: “Anda y no peques más” (v. 11).

 - Impresionante la actitud y la postura de Jesús: no le importará que le condenen a él para salvar a la mujer, esto es, a la humanidad, merecedora del castigo. Aquí nos volvemos a encontrar con un Jesús profundamente convencido de su misión, que es la del Padre, y que no se doblega ante ninguna presión, aunque ello le suponga la condena (por parte de las autoridades) y la inevitable entrega hasta el final. Está cerca la Semana Santa.

 

sábado, 9 de marzo de 2013


DOMINGO, día 10 Marzo

 

Josué 5, 9a. 10-12

 

“… El Señor dijo a Josué: Hoy os he despojado del oprobio de Egipto… Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán…”

 

CLAVES para la LECTURA

 
- La historia de la salvación está jalonada por promesas, que van emplazando siempre a la humanidad hacia nuevas metas. Primero estaba sólo Abrahán; no había pueblo ni Ley ni tierra. Luego ya hubo pueblo: en Egipto los clanes patriarcales se convirtieron en “pueblo numeroso”. Después, en el Sinaí, hubo Ley. Y, ahora, con la entrada en Canaán, hay tierra. Por lo tanto, la entrada en la tierra constituye una nueva etapa y muy importante.

 - Así, pues, tras el largo y fatigoso caminar por el desierto, el pueblo elegido -al que Dios no duda en llamar reiteradamente “hijo”- llega desde la dura esclavitud de Egipto al umbral de la Tierra prometida. Acababa de efectuar el rito de la circuncisión (vv. 3-5) como signo de purificación y renovación de la alianza. Se celebra la pascua “al atardecer”. Es una noche solemne como la del comienzo del Éxodo, vigilia cargada de esperanza. Al “día siguiente” (v. 11) Israel experimenta la poderosa intervención del Señor; Dios declara solemnemente a Josué: “Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto” (v. 9).

 - Y el “signo” es: el pueblo que durante cuarenta años se había alimentado con el maná, pan de lágrimas -puro don del Señor- ahora por primera vez gusta de los frutos de la región. Israel circuncidado, es decir, santificado, tiene la experiencia filial de llegar a casa.

 

CLAVES para la VIDA

 
- La historia de la salvación continúa paso a paso; las antiguas promesas van dejando lugar a las acciones liberadoras de Dios en favor de Israel. Así, Abrahán deja paso a la liberación de la esclavitud de Egipto; a la liberación se le añade la Alianza y la posesión de la tierra. De este modo, las antiguas promesas de Dios van cristalizándose en la realidad y en la historia vivida. Así lo siente Israel y lo celebra renovando con ello la alianza que le vincula PARA SIEMPRE con su Dios, a pesar de las constantes infidelidades que caracterizan su caminar.
- Ahora se inicia una NUEVA ETAPA en esa historia y es que… “Hoy os he despojado del oprobio de Egipto” (. 9); termina la peregrinación por el desierto, la vida nómada, y empieza la vida sedentaria, con lo que supone de posesión de la tierra, la “tierra prometida” a Abrahán. Aquí en la celebración de la Pascua, se renueva la Alianza con ese Dios, que siempre cumple las promesas realizadas y que se ha mantenido en fidelidad. Los ritos de la circuncisión y la celebración de la Pascua han renovado los privilegios de pertenencia al pueblo escogido.
- Por medio de estos “sencillos” relatos, el autor sagrado nos quiere conducir a vivir la experiencia de pertenencia bajo la “mirada” de la fidelidad de Dios, que es como transcurre la historia. Tomar conciencia de las promesas de Dios; ser consciente de su fidelidad; ratificar esa relación por medio de los “ritos” adecuados… es la manera como la Palabra de Dios quiere conducirnos en la vida. Ahí nos encontramos, hoy, nosotros, abiertos a que Dios siga realizando sus promesas de vida y de salvación para nosotros, en nuestras vidas. Hermano/a, ¿estaremos dispuestos/as a dejarle actuar para que lleve a cabo su salvación, sus planes de vida?

 
2 Corintios 5, 17-21

 

“... Nos apremia el amor de Cristo al considerar que si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos... En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que nosotros, unidos a él, recibamos la salvación de Dios...”

 

CLAVES para la LECTURA

 
- El itinerario de este fragmento del pensamiento paulino es cristológico con implicaciones eclesiológicas. La conexión entre ambas perspectivas, la relación entre Cristo y la Iglesia, se encuentra en la reconciliación. Sigue siendo vigorosa la convicción de Pablo, consolidada en su experiencia veterotestamentaria, de que, respecto a Dios, la humanidad pecadora se merece la indignación divina; esta convicción, sin embargo, se ha perfeccionado a través del conocimiento mesiánico de Cristo, el cual se ha convertido en lugar, precio y signo de la reconciliación. En el texto griego, el sustantivo (katalleghé) y el verbo (katallássô) significan también «permuta» (por ejemplo, de valores venales como el dinero), «acuerdo» (alianza) o «concordia» (proyectar conjuntamente). Estos matices léxicos confirman el acontecimiento de la reconciliación global entre Dios y el hombre a través de un coste y de un intercambio.

 - La inspiración de Pablo es atrevida: la humanidad sigue siendo pecadora, pero Dios mismo toma la iniciativa de renovarla y aproximarla transfiriendo el pecado a Cristo. La manifestación más dramática y convincente en el itinerario de la reconciliación es la muerte de Cristo, repetición en una única acción definitiva de los sacrificios de la antigua alianza. Sin embargo, la muerte constituye la encrucijada de un itinerario cristológico global puesto en marcha con la encarnación (Gal 4, 4ss) y llegado a puerto con la resurrección (1 Cor 15, 3-4. 20-22). Esta inspiración paulina sobre la reconciliación en Cristo se repite (1 Cor 15, que acabamos de citar; Rom 4-6...) y ha hecho escuela (de modo señalado en la carta a los Hebreos).

 - La consecuencia eclesiológica se perfila en algunas afirmaciones cargadas de sentido: «nos apremia el amor de Cristo» (v. 14); «lo viejo ha pasado y ha aparecido algo nuevo» (v. 17); otorgamiento del ministerio, hacer las veces de embajador (vv. 18. 20). La Iglesia «paulina» es la manifestación de la reconciliación a través de Cristo, y espacio de servicio (ministerio, embajadores), de anuncio y activación de la reconciliación.

 
CLAVES para la VIDA

 
- Para el apóstol, el modelo en todo momento de su agitada vida es Jesús: “Nos apremia el amor de Cristo, que murió por todos” (v. 14); esto es lo que le da ánimos para seguir actuando como apóstol a pesar de todo. Según Pablo, la reconciliación que realizó Cristo con su muerte, hizo que todos pudiéramos vivir: “Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo” (v. 18). Y las consecuencias de esta iniciativa son claras: todo es nuevo, todo ha cambiado de sentido: “el que es de Cristo es una criatura nueva” (v. 17). Y, además, la comunidad así reconciliada recibe el encargo y el ministerio de reconciliar. Pablo se siente particularmente satisfecho de este ministerio.

- La misión de su comunidad-Iglesia queda descrita con toda nitidez: “nos encargó el servicio de reconciliar” (v. 18). Ser mediadores de la reconciliación de todos con Dios, y de los hombres entre sí: es la gran misión y la tarea. Y aquí queda “tarea pendiente” en medio de nuestra cultura, de nuestro mundo y de nuestro pueblo. ¡No podemos mirar a otra parte!

- Aquí nos encontramos nosotros que, como el apóstol, hemos tomado a Cristo como modelo de acción y en quien todo se hace nuevo para nosotros, “... es criatura nueva”: ésta es nuestra condición y situación. Desde ahí, dejarnos reconciliar y ser constructores de reconciliación es una de nuestras tareas, como expresión de la esencia misma del Evangelio. Así lo vivió Pablo; así lo han vivido y lo viven tantos hombres y mujeres anónimos. Y... ¿tú? Y... ¿yo?

 
EVANGELIO: Lucas 15, 1-3. 11-32

 

“... Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte que me toca de la fortuna... Empezó él a pasar necesidad y recapacitando se dijo: Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo... Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa preguntó qué pasaba... Y le replicó a su padre: Mira: en tantos años como te sirvo... y cuando ha venido este hijo tuyo... El padre le dijo... deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido...”

 

CLAVES para la LECTURA

 

- Se ha definido el de Lucas como el “evangelio de la misericordia”. El capítulo 15 está precisamente en el centro: comprende tres parábolas de la misericordia que son similares en la estructura pero están dispuestas in crescendo: el dracma perdido, la oveja descarriada, el hijo pródigo que pide su parte de herencia y se va. A mayor lejanía corresponde mayor amor: por la moneda y la oveja encontradas se celebra una fiesta; por el hijo recobrado se mata el ternero cebado y se le pone el anillo y el traje real.

 - Se trata de una página evangélica que no necesita exégesis. Sólo recalcar algunas cosas. En primer lugar, el contexto de las tres parábolas: Jesús está rodeado de “pecadores” y “come” con ellos (para la mentalidad hebrea, esta acción denotaba una profunda comunión). A su vez, los pecadores -todos- se acercan” a él; es decir, le consideran amigo. Los escribas y fariseos “murmuran”, se escandalizan y censuran el modo de actuar de Jesús, que es contrario a la Ley.

 - El protagonista de las parábolas es siempre Dios, al que Jesús ha venido a revelar. En la narración del hijo pródigo aparece la situación de la humanidad, muy bien representada en los dos hermanos. A causa del pecado, el hombre se siente esclavo de un amo, viva como viva su esclavitud: con rebelión o con sumisión sin amor. Todo se convierte en pretexto o cálculo para que la vuelta, tras la rebelión, del hijo menor revele lo que hay en el corazón del hermano mayor y en el rostro auténtico del “amo”; en realidad, el amo es el Padre rebosante de amor. Su misericordia cura las profundas heridas causadas por la rebelión. Su ternura se manifiesta como una invitación a la fiesta y a la comunión, que no pueden ser totales hasta que participen todos. Esta plenitud tiene como precio la pasión y muerte de Cristo. “Un hombre tenía dos hijos...” así comienza la parábola: es la humanidad desgarrada.

  

CLAVES para la VIDA

 

- ¡No es de extrañar que los fariseos y letrados se escandalicen de Jesús! ¡No era para menos! ¡Mira que dejarles en tan mal lugar…! Lo que no es seguro es cuál fue el motivo de su escándalo, si porque les identificaba con el “hijo mayor” o por el rostro de Dios que ofrece y presenta. Desde luego, los motivos están ahí y será necesario que ellos y nosotros saquemos las consecuencias pertinentes. ¿Nos atrevemos?

 - Lo que realmente me impresiona es el PADRE: sin ningún tipo de dudas, estaba rematadamente loco; no es “normal” que espere la vuelta del hijo calavera; pero no sólo eso, sino que sale corriendo a buscarlo, corre a su encuentro sin importarle perder su dignidad de padre, que le tocaba estar en casa, que era su lugar. Pero aún es menos “normal” el que vuelva a salir de casa (en una segunda ocasión) para conseguir algo increíble: “su padre salió a persuadirlo” (v. 28); esto es, tampoco le importa rebajarse, porque también ama al hijo “perfecto e intachable”, pero que no le quiere como padre.

 - Y resulta que Jesús nos hablaba de Dios, del Abbá, del Aitatxo, y que actúa así. ¡Lo que nos faltaba...! ¡Es demasiado! No es fácil creerlo; menos aún aceptarlo; y no digamos nada ¡el vivirlo...! Necesito una conversión en las ENTRAÑAS de mi ser, para intentar parecerme un poquito (nada más) a este Padre. Pero Jesús no se echa para atrás: “sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6, 36), se nos recordaba hace unos días.

sábado, 2 de marzo de 2013


DOMINGO, día 3 de Marzo

 
Éxodo 3, 1-8a. 13-15     “Yo soy el que soy” (Ex 3, 14)

“… Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo: He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores… Si ellos me preguntan cómo se llama este Dios ¿qué les respondo? Dios dijo a Moisés: Soy el que soy. Esto dirás a los israelitas: Yo soy, me envía a vosotros…”

     
CLAVES para la LECTURA

 
- La narración de la vocación de Moisés es una de las cumbres de la Biblia, juntamente con la revelación del nombre de Dios. Moisés, huido de Egipto, renunció a proseguir con sus generosos proyectos de liberación y vive su vida (v. 1). Pero el Señor le sorprende en su vida ordinaria: la curiosidad ante el hecho extraordinario de la zarza que arde sin consumirse hace acercarse a Moisés; allí, Dios, que le esperaba, le llama dos veces por su nombre, suscitando el “Aquí estoy” de la plena disponibilidad a la escucha y la obediencia.

 - El Señor enseña a Moisés la actitud del santo temor ante su presencia (vv. 4-5. 6b), se da a conocer como el Dios de los padres y manifiesta estar presente en la historia del pueblo y dispuesto a intervenir (v. 7s). Pero quiere servirse precisamente de Moisés para llevar a cabo la salvación, que es una liberación de la esclavitud opresora para pasar al servicio del culto a Dios con la propia vida (v. 12). Moisés rechaza la misión, consciente de su incapacidad y de la falta de credenciales ante el pueblo: ¿cómo presentarse en nombre de un Dios del que no se conoce su nombre? El nombre para los semitas indica la totalidad de la persona: conocerlo equivale a poder disponer de él cada vez que se le invoque.

 - La respuesta enigmática del Señor (v. 14) es sólo un rechazo aparente: el tetragrama sagrado Yahvé es interpretado por el mismo Dios como una forma causativa del verbo “ser”, con diversos matices posibles incluidos: “Yo soy el que soy”: no me puedes comprender; yo soy el que hace existir; yo soy el que te está presente; yo soy el que seré: tal como me manifestaré. Con la fuerza de esta revelación, que es a la vez certeza de que el Dios de los padres estará con su pueblo (v. 15), Moisés acoge la misión.

 

CLAVES para la VIDA

 
- Toda historia tiene sus raíces; también la de Israel, donde la presencia de Dios toma manifestaciones singulares. Una de las más importantes es que Dios se manifiesta como el que LIBERA a este pueblo de las situaciones límites. Así, de la esclavitud de Egipto que, según Israel, Dios lo llevará a cabo con brazo poderoso y por medio de acciones prodigiosas. A esta clave nos lleva la lectura de este día.

- Y este Dios se hace presente en medio de la vida ordinaria, y cuenta con personas concretas para llevar a cabo sus grandes gestas de vida y de liberación. Moisés es una persona muy significativa en esta historia. El “aquí estoy”, con todo lo que implica de disponibilidad y de fidelidad, es algo que cambia la vida de la persona, como también la historia de ese pueblo. Y eso a pesar de que Moisés se siente incapacitado para llevar a cabo la MISIÓN que Dios tiene diseñado para él. Pero es que al “aquí estoy” le sigue el “Yo-soy, me envía a vosotros”: es el ENVÍO que tiene su origen en el mismo Dios; ya no depende sólo de las cualidades personales del llamado, sino la misma presencia de Dios es el garante de la misión.

 - Volver a escuchar la historia de la vocación de Moisés; su “aquí estoy”, con todo lo que significa e implica; el “me envía a vosotros”, como el garante de todo cuanto está a punto de suceder… es algo hermoso y profundamente motivador para mí, para nosotros, hoy y aquí. Y es que esa historia se repite en nuestras vidas, aunque sea por caminos diferentes, si bien la misión sigue siendo la misma: LIBERAR a los hermanos, porque los hombres y las mujeres son la OBSESIÓN de Dios, también hoy. Ésta es la MISIÓN; no lo puedo olvidar en ningún momento: Dios sigue haciéndose presente también en mi vida para enviarme a la misión. O… ¿no, hermano/a?

 

1 Corintios 10, 1-6. 10-12

“… No protestéis como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo: y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga…”

 
CLAVES para la LECTURA


- La comunidad de Corinto es viva e inquieta; de conversión reciente, experimenta la peligrosa insidia de un contexto pagano con costumbres proverbialmente relajadas. Por eso, Pablo les recuerda que ellos mismos no están tan lejos del peligro de la idolatría, algo que siempre ha estado presente en la historia de Israel como pueblo. De ahí que el apóstol haga mención expresa de esa historia.

 - Tomando posición en las diversas cuestiones que se plantean, Pablo propone en este fragmento una reflexión acerca de los acontecimientos del Éxodo. De estos hechos se desprende claramente que la gracia se ofrece a todos -y el apóstol lo repite insistentemente con la clara alusión al bautismo y a la Eucaristía (vv. l-4a)-, pero Dios pide a cada uno que esa gracia no resulte infructuosa.

 - Una fe casi mágica en la eficacia de los sacramentos o una cierta euforia espiritual inducen a prescindir de las EXIGENCIA MORALES que comporta una vida auténticamente cristiana para que Dios pueda contemplarla con agrado (vv. 5s). También se condena la murmuración que suscita divisiones considerándola como un repetir el descontento del pueblo en su camino del desierto (v. 10). El ejemplo de los israelitas es emblemático y debe evitar que otros se precipiten en el mismo abismo incurriendo en un castigo análogo (v. 11). “Hemos llegado a la plenitud”, dirá el apóstol, y no hay que vivir irreflexivamente. Que cada uno pregunte a su conciencia y mida sus propias fuerzas (v. 12): es preciso mantenerse firmes y bien cimentados.

 
CLAVES para la VIDA

 
- Las situaciones del pasado de la historia de Israel pueden también hoy repetirse, según el apóstol. De ahí que es necesario tenerla muy en cuenta para no caer en la misma trampa idolátrica de las falsas seguridades. No es tanto el pertenecer a un pueblo, ni someterse a unos ritos, ni el ofrecer sacrificios… lo que salva (tentación idolátrica muy presente en la historia de Israel), sino que es necesario entrar en la dinámica de la CONVERSIÓN, como un caminar con Cristo y participar en sus dones de vida y de salvación.

 - Y es que “la roca es Cristo”: desde aquí, según Pablo, cambia radicalmente toda la situación. Y aquí se fundamenta la salvación: en Cristo se ofrece a los creyentes la posibilidad de una realidad nueva y que lleva a la plenitud cuanto se anunciaba en la historia de liberación vivida por Israel. Vivir actitudes diferentes de las vividas en esa historia es necesario para gustar de la nueva situación.

 - El apóstol Pablo no desaprovecha la ocasión para sacar las conclusiones que conlleva la nueva situación; y mirar la historia de Israel, le sirve para “leerla” en “clave de ejemplo” para no caer en la misma trampa: no es posible no aprovechar los beneficios otorgados por Dios, ahora, en Cristo, en quien otorga todos los dones a la humanidad. La comunidad que no gusta y disfruta de estos dones otorgados en Cristo, está amenazada de los peligros vividos por Israel en su historia. Hermano/a: somos invitados a no engañarnos y asumir la CONVERSIÓN como el encuentro nuevo y renovador con Cristo. Aquí está la clave. ¡Buen ánimo y feliz trabajo!

 

 Evangelio: Lucas 13, 1-9

 
“... Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo... Y les dijo esta parábola: Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto de ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás...”

 

CLAVES para la LECTURA

 
- Según un esquema frecuente en Lucas, después de una afirmación de Jesús sigue una ilustración por medio de una parábola. La enseñanza global es la siguiente: los signos de los tiempos deben ser leídos e interpretados no sólo en la vida de Jesús, sino también en nuestra historia, en nuestra vida personal. Sin embargo, es preciso estar en guardia contra el peligro de las pseudolecturas, dictadas más bien por nuestros preconceptos, del mismo modo que los contemporáneos de Jesús se dejaron desviar por una concepción de la retribución personal superada ahora, pretendiendo percibir en algunas calamidades un castigo de Dios dirigido contra los que las han sufrido.

 - Se trataba en esta ocasión de la matanza ordenada por Pilato de unos que estaban ofreciendo sus sacrificios en el templo, además del accidente fortuito de «aquellos dieciocho» que murieron aplastados bajo la torre de Siloé. El razonamiento de algunas personas anónimas que fueron a contarle estos hechos a Jesús está totalmente superado ahora: no es que Dios sea justo y se manifieste como tal porque ha castigado a esas personas, demostrando así que eran pecadoras. Jesús rechaza esa interpretación tan mezquina y simplista (asimismo Jn 9, 2ss); es más, afirma que esos hombres no eran peores que los otros. La desgracia que se ha abatido sobre ellos es sólo la señal del juicio que incumbe a todos. Se trata, por tanto, de un aviso de Dios dirigido a todos, también a nosotros, para que sepamos interpretar correctamente no los hechos de una historia pasada, sino unos hechos que sirven de contrapunto a la historia presente.

 - La invitación de Jesús es, por consiguiente, clara e ineludible: urge convertirse a partir de una lectura inteligente de los signos de los tiempos, de los tiempos en los que vivimos, reconociendo también en ellos la presencia discreta, pero eficaz, de Dios, la presencia escondida, pero real, del Señor resucitado, la presencia de sus testigos. Todas estas presencias son otras tantas luces que iluminan nuestro camino.

 

CLAVES para la VIDA

 
- Seguimos en la clave y en la enseñanza de aprender a leer los “signos de los tiempos”, y Jesús invita a leerlos, también, en nuestra propia historia personal, porque es necesario reconocer, en esos tiempos que vivimos, esa presencia discreta, pero eficaz de Dios; presencia escondida, pero real del Señor resucitado. ¡Por cierto, presencias que iluminan nuestro camino!

 - Ahora bien, esa lectura de los “signos de los tiempos”, requiere una actitud de VIGILANCIA (ilustrada con la parábola de la higuera que no da frutos y que ocupa en balde un terreno). Y eso, sencillamente, para no caer en la mediocridad o en la ceguera, como los contemporáneos de Jesús mismo. ¡Menos mal que el “viñador” está dispuesto a trabajar, a cuidar y dar una nueva oportunidad a la “higuera” de nuestra vida!

 - Y es que haberme encontrado con la Buena Nueva de Jesús, requiere en mí un estilo nuevo de ver, de vivir y de actuar. Eso precisamente porque es su Espíritu y su presencia en mi vida la que está iluminándola y dándole un “sabor” diferente. ¡Toda una tarea, conscientemente sentida y trabajada, y que requiere de mí una actitud vigilante! Hermano/a: ¿cómo es tu caminar por la vida? ¿consciente o inconsciente? ¿dormido o despierto? ¿Te sientes bien...?

 

sábado, 23 de febrero de 2013


DOMINGO, día 24

Génesis 15, 1-12. 17-18

“... El Señor le dijo: Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra. Él replicó: Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?... Aquel día el Señor hizo una alianza con Abrahán en estos términos: A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río...”


CLAVES para la LECTURA

- Nos encontramos ante un texto en el que confluyen tradiciones muy antiguas, que usan imágenes arcaicas. Se narra la estipulación del pacto entre Dios y Abrahán, la alianza que tendrá su continuación en Moisés y encontrará su formulación plena y definitiva en Cristo.

- Abrahán aparece presentado como un profeta al que Dios le comunica una palabra en visión. El oráculo de salvación («No temas») contiene la seguridad de la protección divina («Yo soy tu escudo») y una promesa («Tu recompensa será muy grande»). Abrahán, el portador de la promesa, vive en medio de una condición paradójica que parece anular la promesa misma: no tiene hijos y ha sido muy probado en la fe. Dios le responde prometiéndole un hijo y una descendencia numerosa. A Abrahán se le pide, una vez más, que «salga» para «ver» el signo que Dios le ofrece.

- El v. 6 constituye el centro de todo este capítulo: Abrahán cree, pero no en algo, sino a alguien, a Dios, el cual -como los sacerdotes delante de las víctimas sacrificiales que se ofrecían- atestigua su «justicia». A la promesa de la tierra le sigue un arcaico rito de juramento con el que Yahvé se compromete totalmente en favor del hombre. Yahvé, en efecto -y sólo él, pasando entre las víctimas- invoca sobre sí una automaldición (a saber: padecer la misma suerte que los animales descuartizados) en el caso de que no cumpla el juramento formulado. Cuando el sol estaba para ponerse, cayó sobre Abrahán un «sueño pesado» (es el mismo término empleado para indicar el sueño de Adán en el momento de la creación de Eva). Se trata de un estado extraordinario, en el que se entra en contacto con el misterio inexpresable de Dios.

- La presencia de las aves rapaces, que intentan impedir que se «concluya» este misterioso pacto entre Dios y el hombre, constituye también un motivo de turbación. «Un gran terror» se apoderó de Abrahán, pero precisamente en medio de esta profunda turbación le proclama Dios su inmutable fidelidad.


CLAVES para la VIDA

- Aunque sea con signos extraños para nosotros, lo que el autor sagrado nos ofrece es la alianza que Dios pacta con Abrahán. Este hombre, que se ha fiado de Dios pero que siente “miedo” ante la falta de descendencia y ante la promesa de la posesión de la tierra, de nuevo se abre a Dios, cree en Él: es la gran lección que el autor sagrado quiere ofrecernos y a la que nos invita.

- Y es que la fidelidad, también en Abrahán, es costosa y difícil. Cuando todo parece abocado a la esterilidad (“no tiene descendencia”), cuando rondan las dudas y el temor (“temor intenso y oscuro”), entonces seguir creyendo en las promesas de Dios... no es fácil. Es entonces cuando resuena para este “Patriarca de la fe” la palabra del mismo Dios “no temas, Abrahán…”. Y ahí vuelve a surgir el GRAN creyente que anida en el corazón de aquel hombre, que cree en esa descendencia que Dios le promete, como también en la promesa de la tierra.

- ¡Hermosa y sugerente la figura de Abrahán, una vez más, para nosotros, para mí, hoy y aquí...! ¡Cuántos trabajos sin frutos visibles...! Y cuando todas las apariencias nos hablan de fracaso... mantenerse en la fidelidad... ¡cuánto cuesta! Por eso es sugerente su figura y una gran invitación. ¡Buen ánimo y coraje, hermano/a!


Filipenses 3, 17 – 4, 1

“... Seguid mi ejemplo y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en mí. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas... Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador...”


CLAVES para la LECTURA

- Pablo señala dos caminos posibles a los cristianos de Filipos, que desean hacerse discípulos del Crucificado: uno es aquel por el que caminan «los enemigos de la cruz de Cristo» (3, 18). Son esos cuyo «paradero es la perdición; su dios, el vientre; se enorgullecen de lo que debería avergonzarles y sólo piensan en las cosas de la tierra» (v. 19) y están completamente absorbidos por los intereses terrenos. Para ésos, «su paradero es la perdición» (v. 19a). Resulta fácil entrever en esta categoría de personas a un grupo de cristianos que, a pesar de haberlo recibido ya, se han olvidado del bautismo y, sobre todo, se han perdido en una práctica de vida contraria al Evangelio.

- El otro camino es el recorrido e indicado por el mismo Pablo y por los que se han mantenido fieles a la «regla de vida» que han aprendido. Pablo no siente pudor a la hora de ponerse como «ejemplo» (v. 17) no tanto por los dones naturales que ha recibido como por el don de la gracia que le sorprendió en el camino de Damasco y le descompuso literalmente su vida, dándole una nueva orientación: nueva según la novedad de Cristo muerto y resucitado.

- Los fieles de Filipos están invitados, por tanto, a realizar su elección libre y consciente no sólo en virtud del ejemplo que tienen delante, sino también y sobre todo en virtud de la esperanza que alimentan, a saber: «Tenemos nuestra ciudadanía en los cielos, de donde esperamos como salvador a Jesucristo, el Señor» (v. 20). Es tal el bien que espero (se dibuja aquí la patria celestial, lugar de alegría indefectible y de comunión amistosa) que acepto por él cualquier pena (ésa es la dura batalla que cada uno está llamado a librar en los días de su vida terrena). Se advierte así la dinámica del ya pero todavía no que caracteriza la experiencia de todo creyente.


CLAVES para la VIDA

- Al apóstol Pablo, en otras ocasiones, le hemos contemplado como ejemplo de los que han sabido descubrir a Cristo en su vida y dejar por él otras posibilidades. Hoy se vuelve a poner como ejemplo en cuanto ESTILO de VIDA. Y es que Pablo ha sufrido una transformación total desde su encuentro con Jesús en el camino de Damasco, hasta el punto de que este Jesús condiciona totalmente su vida, su forma de pensar, sus planteamientos... ¡TODO!

- “Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo” (v. 20): ésta es la razón por la que el seguidor de Jesús queda afectado en la manera de vivir, en el estilo de conducta. No sólo en cuanto a los comportamientos de tipo moral y costumbres, sino porque vive en actitud de esperanza y vigilancia de cara al futuro: “aguardamos un Salvador” (v. 20), y esto crea un hombre/mujer con mirada más profunda, que va “más allá”, no dejándose anular por lo inmediato, por lo más cercano.

- Toda una invitación la que sigue ofreciendo el apóstol para los seguidores de todos los tiempos; también para mí, sin duda alguna. Eso sí y me lo deja claro: todo parte del “ENCUENTRO” con Jesús, sea en “Damasco” o... en el rincón que fuere. Sólo desde ahí y desde una vivencia del mismo, será posible vivir con esos criterios y estilo de vida, que difieren -en muchos casos- de los que rigen en nuestro entorno y en nuestra cultura. Aquí me encuentro, pues, mirando hacia ese Señor y deseando revivir ese encuentro transformante y decisivo. Hermano/a: ¿existe en ti ese deseo profundo de ENCUENTRO? ¿lo “alimentas” y dejas que vitalice toda tu existencia?


Evangelio: Lucas 9, 28b-36

“... Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago... para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria... Maestro, qué hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías... Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió... Una voz desde la nube decía: Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle...”


CLAVES para la LECTURA

- Como en los otros evangelios sinópticos, también en el de Lucas la trasfiguración está en relación con los acontecimientos precedentes (vv. 18-27). Son los mismos hechos, pero se relatan con una perspectiva particular que ayuda a profundizar en su significado. Jesús sube al monte con los tres discípulos privilegiados “para orar” (v. 28). También los acontecimientos precedentes estaban enmarcados en la oración de Jesús “aparte” con los suyos. Después de orar, el Maestro había preguntado a los discípulos para saber hasta qué punto habían comprendido su identidad y enseñarles lo referente a ello. Ahora en la oración ofrece la confirmación extraordinaria a su palabra: el coloquio orante con el Padre transfigura a Jesús y su aspecto es “otro”. Su resplandor hace que lo reconozcamos como el Hijo del hombre profetizado y esperado.

- Moisés y Elías, la Ley y los Profetas son los testimonios de la veracidad del evento. Hablan con Jesús de su éxodo: como los dos grandes reveladores de Dios, también Jesús está llamado a “salir”, a pasar decididamente unos límites. Para él será el límite extremo, el de la vida terrena. Un sopor se apodera de los discípulos, como sucederá en Getsemaní: el hombre no puede soportar el peso de lo divino en sus manifestaciones, sean de gloria o de sufrimiento.

- La nube que cubre con su sombra a los presentes indica que Jesús es el cumplimiento de la historia y los ritos de Israel: ahora es él la tienda del encuentro de Dios con el hombre. La voz divina desde la nube lo proclama Hijo elegido: es el título del Siervo de Yahvé en Is 42, 1, título atribuido al Hijo del hombre en la apocalíptica judía contemporánea a Jesús. Así es como el Padre testimonia la identidad y misión de Cristo, mandando que lo escuchemos. Cuando se desvanece la visión, Jesús se queda solo con los suyos. De nuevo el camino de la fe, una fe que nace de la escucha-obediencia (Rom 10, 17) y se lleva a la práctica en la fidelidad del seguimiento.


CLAVES para la VIDA

- Es necesario descubrir el “marco” en el que se producen este cambio y transfiguración de Jesús: se había retirado “para orar” es la afirmación del evangelista. Jesús necesita ESTAR en comunión profunda con el Padre y sus proyectos y es tal esa comunión... “que el aspecto de su rostro cambió...”. Todo en Él se transforma al estar con el Padre; es una comunión en plenitud, aunque ello suponga entrega e, incluso, muerte sacrificial.

- “Es mi Hijo, el escogido, escuchadle” (v. 35): es la propuesta por parte del mismo Dios. Y es que Dios mismo se complace en Jesús, en su actitud y en la plena disponibilidad que ofrece. De ahí que, de ahora en adelante, la “tienda del Encuentro” de Dios con el hombre tiene un nombre propio: JESÚS, el Hijo amado, al que merece la pena “escuchadle”. Ésta es la propuesta de la Transfiguración.

- Mucho más allá de los datos “anecdóticos” del relato, la invitación que se me realiza es a descubrir en Jesús al “Hijo amado y escogido”, a vivir constantemente una actitud, la única válida: “escuchadle”. Todo un camino a hacer; toda una actitud a vivir; todo un estilo a cultivar y cuidar. ¡Feliz experiencia de Encuentro, hermano/a!