domingo, 8 de abril de 2012


OCTAVA de PASCUA

8 – 14 de Abril de 2012

Cuadro de texto: “Comunicad a mis hermanos que
vayan a Galilea, allí me verán”
(Mt 28, 10)

 

Día 8, domingo: PASCUA DE RESURRECCIÓN


Hechos de los Apóstoles 10, 34a. 37-43

“... Pedro tomó la palabra y dijo... Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos... Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de la resurrección...”


CLAVES para la LECTURA

- Pedro, lleno del Espíritu Santo, resume en un denso discurso todo el itinerario de Jesús de Nazaret. Por medio de Pedro, que ya ha dejado caer las barreras de la estricta observancia judía, llega por primera vez a los paganos el anuncio de la salvación -el kerigma-. Muchos de estos paganos llegan a la fe porque su corazón está abierto a la escucha.

- Al relatarnos este discurso nos transmite Lucas algunos fragmentos auténticos del ministerio de la «primera evangelización» de la Iglesia naciente. El tema de la predicación es único: la persona misma de Jesús de Nazaret, el Mesías consagrado por Dios en el Espíritu Santo (v. 28). Los apóstoles pueden atestiguar que Jesús, durante su vida terrena, hizo milagros, curó a enfermos, liberó del maligno a los que estaban bajo el poder de Satanás. Con todo, la fe, el impulso misionero y la incontenible alegría de sus discípulos proceden de la experiencia del misterio pascual, del encuentro con Cristo resucitado, al que creían muerto para siempre.

- Y de eso mismo dan testimonio: aquel Jesús que, rechazado, murió crucificado, «Dios lo resucitó», ratificando así la verdad de su predicación. Es importante señalar que la resurrección está atribuida aquí a Dios y no al propio poder de Cristo; eso es lo que atestigua la antigüedad de este fragmento kerigmático.

- Y Pedro insiste en su fogosidad: no se trata de fábulas o sugestiones, sino de una realidad tan concreta que puede ser descrita con dos términos muy cotidianos: «Comimos y bebimos con él». Jesús se ha manifestado «a los testigos elegidos de antemano por Dios», pero esta elección está orientada a una apertura católica, universal. Los apóstoles han recibido el encargo de anunciar, porque todos deben saber que Dios ha constituido juez de vivos y muertos (Dn 7, 13; Mt 26, 64) al Crucificado-Resucitado, que, mediante su propio sacrificio, ha obtenido la remisión de los pecados para todo el que cree en él (vv. 42s).


CLAVES para la VIDA

- Así se inicia la andadura de la primera comunidad cristiana tras la muerte de Jesús e iniciar el reencuentro con aquel que vive: es un testimonio claro y rotundo, precisamente acerca de Jesús que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos...” (v. 38). ¡Inmensa síntesis y resumen de toda la acción llevada a cabo por ese Jesús! A este Jesús a quien han abandonado en los momentos difíciles de la Pasión, pero a quien redescubren de una manera nueva y espléndida. Y es que Jesús es el Ungido con el Espíritu Santo y su poder.

- Nosotros somos testigos de todo...”, es la clave que nace en la Resurrección: convertirse en “TESTIGO” es el primer fruto y consecuencia del hecho mismo y del acontecimiento de Cristo resucitado. Desde ahora, aquellos hombres, que siguen siendo los de antes, los “torpes” a quienes les costaba aceptar las propuestas de Jesús, aquellos mismos serán TESTIGOS, con sus palabras y con toda su vida, de cuanto Jesús ha vivido y propuesto como la novedad definitiva del Reino. La novedad es plena y total.

- Nosotros somos llamados a escuchar su testimonio y a convertirnos también en TESTIGOS de la misma realidad que ya está aquí. Sólo desde el ENCUENTRO con el Resucitado será posible ese “cambiazo” para testimoniar con las palabras y con la vida que, en Jesús, Dios-Padre hace verdad cuanto ha prometido y ha triunfado sobre toda expresión de maldad y muerte. Experimentarlo en propia carne y, desde ahí, anunciarlo es la TAREA que se nos propone. Hermano/a... ¡disfrutemos del don Pascual y vivamos como hombres y mujeres nuevos, que han encontrado en el Resucitado toda la plenitud y todo el bien que necesitábamos! ¡Feliz experiencia Pascual!



Colosenses 3, 1-4

“... Ya que habéis resucitado en Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra... Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida en Dios...”


CLAVES para la LECTURA

- En la Carta a los Colosenses -una de las llamadas «cartas de la cautividad»-, la reflexión de Pablo, que parte como siempre del acontecimiento pascual (Col 1, 12-14), llega a captar las dimensiones cósmicas del misterio de Cristo, denominado con algunos atributos fundamentales. Es creador junto con el Padre (1, 16), primogénito de la creación y nuevo Adán (1, 15), cabeza del cuerpo que es la Iglesia y redentor del mundo (1, 16-20).

- El cristiano, por medio del bautismo, que le hace partícipe de la muerte y resurrección del Señor, mediante una vida de fe que lleva a su pleno desarrollo el germen bautismal, se convierte en miembro vivo de Cristo. Esto trae consigo no sólo el compromiso de renunciar al pecado para caminar en una vida nueva, sino también una orientación resuelta a las realidades celestes, sostenida por la conciencia de nuestra propia identidad de hijos de Dios, peregrinos a la ciudad eterna, hacia la que, por una parte, tiende, mientras que, por otra -en Cristo resucitado-, se encuentra ya.

- De ahí la necesidad de elegir bien y de buscar «las cosas de arriba», de acuerdo con una vida resucitada, celeste. De ahí procede asimismo la invitación a prescindir de todo lo que vuelve la vida demasiado exterior y vacua (3, 3). El cristiano ha muerto «a las cosas de la tierra» y vive escondido en Aquel que vive. Cuando Cristo se manifieste en la gloria, entonces se revelará también, a los ojos de todos, la belleza espiritual de aquellos que, actuando por la fe en adhesión a Cristo en la vida diaria, han encontrado en él la unidad y la plenitud (3, 4).


CLAVES para la VIDA

- En la lógica más estricta, Pablo apela a la Comunidad a vivir desde el HOMBRE NUEVO, ése que ha nacido desde el encuentro con Cristo y la fe en él. Por eso, hay un antes y un ahora; no es posible hacer componendas, sino que es necesario vivir revistiéndose de las obras del hombre nuevo. Por lo tanto, no es cuestión de unos cambios externos, sino que requiere una profunda transformación interna.

- Y es que la nueva condición lo exige y necesita: el seguidor de Jesús, en la medida en que toma en serio este regalo que se nos hace en Cristo Jesús, busca con todo su ser y en todas sus relaciones, un estilo nuevo, superando cualquier barrera que provenía de la antigua situación (= el hombre viejo). Es una vida nueva y toda ella está iluminada desde Cristo.

- ¡Inmensa invitación, también para mí, hoy y aquí! Cuando, de tantas formas y maneras, se me ofrece “lo fácil” y “lo rápido” como estilo de ser y de vivir, el Hombre NUEVO que nace desde Cristo, me propone pensar, amar y actuar con otra lógica, con otro talante, y ser así testigo de la nueva realidad que está ya en marcha. ¡Casi nada...! ¡Buen ánimo, hermano/a!


Evangelio: Juan 20, 1-9

“... El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro... Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo, pero no entró...”


CLAVES para la LECTURA

- Los discípulos, antes de encontrar al Señor resucitado, pasan por la dolorosa experiencia de la tumba vacía: constatan la ausencia del cuerpo de Jesús. El cuarto evangelista subraya sobremanera este elemento, introduciendo una dialéctica de visión-fe-visión espiritual que recorre de manera creciente los capítulos 20-21, interpelando también al lector y a todos aquellos que creen sin haber visto (20, 29). En esta perícopa se expresa esto mismo mediante el uso de tres verbos diferentes, traducidos en nuestro texto por «ver y comprobar», y que indican matices diferentes (vv. 1.5; v. 7; v. 8).

- Los relatos de la resurrección se abren con dos precisiones cronológicas: «El domingo por la mañana» y «muy temprano, antes de salir el sol». El día inicial de una nueva semana se convertirá así en el comienzo de una creación nueva, en verdadero «día del Señor» (dies dominica), en el que la fe amorosa, no iluminada todavía por la luz del Resucitado, camina, a pesar de todo, en la oscuridad y va más allá de la muerte.

- María Magdalena es el prototipo de esta fidelidad. Al llegar al sepulcro -probablemente no sola, como muestra el plural del v. 2b- «captó con la mirada» (blépei, v. 1) que la piedra que tapaba la entrada había sido rodada. Como dominada por la realidad que ve, no se da cuenta de nada más, y corre enseguida a denunciar la ausencia del Señor a Pedro -cuya importancia en los acontecimientos pascuales es realzada por toda la tradición- y «al otro discípulo a quien Jesús tanto quería», probablemente el mismo Juan a quien remonta la tradición del cuarto evangelio. Este último fue el primero en llegar al sepulcro, pero no entró enseguida; también él «captó con la mirada» (blépei, v. 5) primero las vendas mortuorias de lino. Llega Pedro, entra y «se detiene a contemplar» (theorêi, v. 6) las vendas «mortuorias» -lo que permite pensar que se habían quedado en su sitio, aflojadas por estar vacías del cuerpo que contenían- y el sudario que cubría el rostro, enrollado en un lugar aparte.

- El evangelista nos suministra unas notas preciosas. Resulta significativa la diferencia entre estos detalles y los correspondientes a la resurrección de Lázaro (11, 44). El lento examen a que somete la mirada de Pedro cada detalle particular dentro del sepulcro vacío crea un clima de gran silencio, de expectante interrogación... «Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó» (v. 8). El verbo usado aquí es êiden; para comprender su significado basta con pensar que de él procede nuestra palabra «idea». Ahora el discípulo, al ver, intuye lo que ha sucedido. Pasa de la realidad que tiene delante a otra más escondida, llega a la fe, aunque se trata aún de una fe oscura, como muestran el v. 9 y la continuación del relato. De éste se desprende que la fe no es, para el hombre, una posesión estable, sino el comienzo de un camino de comunión con el Señor, una comunión que ha de ser mantenida viva y en la que hemos de ahondar más y más, para que llegue a la plenitud de vida con él en el Reino de la luz infinita.


CLAVES para la VIDA

- Es importante que la liturgia nos ofrezca las “figuras” de la primitiva Iglesia y su proceso de fe en Jesús, que siempre se inicia en el momento central de la resurrección. El “discípulo amado” también vive ese camino de búsqueda y de proceso, hasta que vio y creyó, y se convierte en testigo de lo que hemos visto y oído. Todo ello como algo normal y asumido profundamente, vitalmente.

- Pero está claro que a pesar de todas las señales, lo que prevalece en todo este proceso de fe es el AMOR: tanto María Magdalena como el “discípulo amado” alcanzan “a ver” porque su actitud está motivada por el amor con el que se sienten arrastrados hacia el Señor Jesús. Ellos son todo un símbolo en esa búsqueda con el Resucitado. Y eso a pesar de la dolorosa experiencia de la tumba vacía y de la ausencia de su Señor, pero su búsqueda se verá compensada con el ENCUENTRO, que transformará su camino e iluminará todo.

- Es la invitación que desde el primer momento se me hace también a mí, a nosotros: ponernos en ese proceso de búsqueda, animados por el amor, con vistas a poder experimentar el encuentro con el Señor Resucitado, con aquél que puede y va a transformar radicalmente (desde la “raíz”) mi/nuestra vida. Y es que ese “camino de comunión” con el Señor Resucitado es necesario ahondarlo constantemente hasta alcanzar la plenitud. Hermano/a: algo grande tenemos delante, pero es necesario ponerse a CAMINAR. ¡Feliz proceso de búsqueda y... FELIZ ENCUENTRO, entrañable y amoroso, en este tiempo de Pascua!


Día 9, LUNES de la Octava de Pascua


Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33

“... El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: Judíos y vecinos todos de Jerusalén... Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros signos y prodigios que conocéis... os lo entregaron y vosotros lo matasteis en una cruz. Pero Dios lo resucitó...”


CLAVES para la LECTURA
- El discurso de Pedro en Pentecostés presenta el kerigma, el anuncio fundamental: Jesús, hombre acreditado por Dios en vida con milagros de todo tipo, fue rechazado por los hombres. Pero Dios ha confirmado la justedad de su causa y le ha expresado su aceptación exaltándolo con la resurrección. El sello de Dios sobre Jesús, tanto en vida como en su muerte, está completo.

- Es más, todo estaba previsto en el plan de Dios, como se deduce del Sal 15, donde expresa David su esperanza de no verse abandonado a la corrupción de la muerte. Lo que no llegó a realizarse en David, se realiza ahora en Jesús de Nazaret, al que Dios resucitó de entre los muertos. Y de ello somos testigos todos nosotros. Pedro anuncia hechos reales, como la vida ejemplar de Jesús; su muerte como obra conjunta de los presentes y de los paganos; su resurrección; el testimonio de los apóstoles. Todo ello forma parte del plan de Dios diseñado en las Escrituras.

- El pasaje ofrece, por tanto, un ejemplo de la primera predicación apostólica, centrada en Jesús de Nazaret, sobre su extraordinario acontecimiento humano, sobre la responsabilidad de quienes le rechazaron, sobre la absoluta presencia de Dios en su vida.


CLAVES para la VIDA

- El “tono” de lo que estamos celebrando ha cambiado. Por eso aquí nos encontramos con la primera predicación apostólica y lo que será el perenne anuncio de la Comunidad de Jesús. Lo que es curioso es que aquel Pedro asustado ante los guardias y los criados del palacio, ahora se ha ENCONTRADO con el Señor Jesús Resucitado, y ha cambiado radicalmente su vida; su palabra y su testimonio nos aseguran que algo completamente nuevo ha sucedido y esto hay que proclamarlo y anunciarlo como la GRAN noticia.

- Ese anuncio sorprendente no es una idea, sino un hecho, inimaginable e imprevisible, que muestra, de manera rotunda y clara, la voluntad positiva de Dios con vistas al mundo y a la historia, su capacidad de reconstruir todo, incluso lo que la maldad humana había destruido. Éste es el núcleo del anuncio, del hecho de la resurrección, expresado en palabras humanas, y esto es lo que proclama.

- Todo el tiempo de Pascua será una llamada a cada uno de nosotros a convertirnos en apóstoles de este anuncio y de esta realidad: sentirme identificado con él, y repetirlo, en las mil formas de la vida diaria, que el mal ha sido vencido y que será vencido; que el amor ha sido y será más fuerte que el odio; que no hay tinieblas que no puedan ser vencidas por el poder de Dios... porque Cristo ha resucitado. Anuncio en la vida, actitud positiva hacia la vida, con el optimismo de quien sabe que el Padre quiere liberarme también a mí, también a nosotros, de las ataduras de la muerte; vivir como quien sabe que su amor está en acción y le lleva a la VIDA en plenitud. Éste es el anuncio.



Evangelio: Mateo 28, 8-15

“... Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a sus discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán...”


CLAVES para la LECTURA

- El pasaje bíblico narra dos encuentros diferentes: el primero, entre Jesús y las mujeres, cuando éstas iban de camino para llevar el mensaje de la resurrección a los discípulos (vv. 8-10); el segundo, entre los sumos sacerdotes y los guardianes del sepulcro, que se dirigen a los jefes del pueblo para informarles de las cosas que han pasado (vv. 11-15). El hecho central sigue siendo la tumba vacía, y, sobre ésta, Mateo nos ofrece dos posibles interpretaciones: o bien Jesús ha resucitado, o bien ha sido robado por sus discípulos. Al lector le corresponde la fácil elección, que no es, ciertamente, la de la mentira organizada por los sumos sacerdotes, sino la del testimonio dado por las mujeres. A ellas les dice Jesús: Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán (v. 10). El acontecimiento de la resurrección es un hecho sobrenatural, y sólo la fe puede penetrarlo, como es el caso de la fe de las mujeres, discípulas y mensajeras de Cristo resucitado.

- No es difícil ver en el texto el trasfondo de una polémica entre los jefes del pueblo y los discípulos de Jesús en torno a la resurrección de Jesús. Mateo escribió su evangelio cuando todavía estaba vivo el contraste entre la comunidad cristiana del siglo I, que con la resurrección del Señor ve inaugurados los tiempos del mundo nuevo e inaugurado el Reino de Dios basado en el amor, y las autoridades judías, que, una vez más, rechazan a Jesús como Mesías, esperando a otro salvador.

- La resurrección será siempre un signo de contradicción para todos y cada uno de los hombres: para los que están abiertos a la fe y al amor, es fuente de vida y salvación; para los que la rechazan, se vuelve motivo de juicio y condena.



CLAVES para la VIDA

- De nuevo, se nos presenta a Jesús como aquel ante quien se crean bandos diferentes, actitudes diversas, con sus correspondientes reacciones. Están las mujeres, seguidoras fieles de ese Jesús, a quien han acompañado en su ministerio, han estado al pie de la cruz, y ahora reciben el notición y el gozo de encontrarse con el Señor Resucitado: alegraos... no tengáis miedo... id a comunicar a mis hermanos; ellas se convierten en los primeros testigos del acontecimiento. Por otro lado, están los guardias y los jefes del pueblo que una vez más rechazan a Jesús como Mesías y Salvador; para ello, sobornan y... lo que haga falta.

- El no está aquí, ha resucitado es el anuncio, que de una forma y otra, se repite y se proclama. Todo va a girar en torno a esa confesión. A unos, esta confesión les abrirá a la fe y al amor, convirtiéndose en fuente de vida y de salvación, como el mismo Jesús y compartiendo con Él la misión y el envío; a otros les provocará el rechazo y se cerrarán al don de Dios que en la resurrección de Jesús se ha hecho definitivo para cuantos lo acogen.

- Aquí me encuentro yo, nosotros. Podemos acoger y dejar que ese acontecimiento transforme nuestra vida de arriba abajo, la haga más positiva y optimista, y eso a pesar de las dificultades; o nos podemos “dejar sobornar” (por lo que sea) y caminar abocados a la muerte, al sin sentido, al vacío. ¿Dónde me siento? ¿Dónde te sientes tú, hermano/a?



Día 10, MARTES de la Octava de Pascua



Hechos de los Apóstoles 2, 36-41

“... El día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos: Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías... ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? Pedro les contestó: Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis al Espíritu Santo...”



CLAVES para la LECTURA

- Pedro concluye su discurso con cierto énfasis: todos los israelitas deben tener la certeza de que Jesús es Señor y Mesías. La fe cristiana se fundamenta en el testimonio apostólico sobre la resurrección, que eleva a Jesús a la condición gloriosa de Señor y Mesías. Lucas usa aquí precisamente los dos títulos del anuncio de la buena noticia que llevaron los ángeles a los pastores (Lc 2, 11), títulos plenamente realizados ahora.

- El testimonio de Pedro toca los corazones y se inicia la larga cadena de las conversiones. El apóstol pide el cambio de mentalidad y de comportamiento (ése es el sentido de metánoia), y el bautismo en el nombre de Jesús, llamado simplemente Cristo (sin artículo): ahora ya es él el Enviado, el Mesías, el Salvador. El bautismo es signo de la conversión y apertura a la nueva vida, hecha de la destrucción del pasado de muerte y de la plenitud de vida que procede del Espíritu Santo. De este modo se cumplen las promesas tanto para los que están presentes como para los “de lejos”, es decir, para los que están fuera del judaísmo.

- Aparece, por último, la invitación a ponerse a salvo de esta generación perversa, esto es, de aquellos que con su religiosidad legalista no han sido capaces de acoger la novedad revolucionaria del mensaje y de la realidad de Jesús, y lo hicieron condenar recurriendo a la mentira. La primera pesca del pescador de hombres fue verdaderamente milagrosa: tres mil personas recibieron sus palabras y entraron en sus redes, unas redes que llevan a las aguas de la salvación.


CLAVES para la VIDA

- No sé si acertaremos a “saber” lo que ocurrió en el acontecimiento de la Resurrección de Jesús, pero lo que sí descubrimos es que Pedro, torpe y lento para defender el proyecto de Jesús antes de la Pascua, ahora está lúcido y ha madurado en la fe, animado y conducido por el Espíritu. Ahora resulta que este Jesús (según Pedro) es aquel a quien sus enemigos han llevado a la muerte, pero que Dios, al resucitarle, le ha constituido Señor y Mesías; esto es, le ha “autentificado” ante todos. Éste es el programa del anuncio, del “kerigma” de la primera comunidad y lo sigue siendo hoy.

- ¿A qué lleva este anuncio? Al cambio de vida, a abandonar el camino anterior y, ahora, a aceptar a Jesús, a creer en Él como Señor que ilumina la vida. El bautismo es la expresión externa de ese cambio. Éste es el fruto de la resurrección de Jesús: la vida cambia, pues, de perspectiva; el amor y la entrega tienen sentido; el grano de trigo que muere, producirá frutos abundantes y nuevos.

- La propuesta de la Pascua para mí, para nosotros, es ENCONTRARNOS con el Señor Resucitado, ACOGER como bueno lo que Él mismo ha vivido; y comunicarlo, sin miedo ni complejos, a todos lo que están abiertos a esta buena noticia, porque esa LUZ pascual puede iluminar toda nuestra vida y en todas sus dimensiones. ¡Ánimo, pues!



Evangelio: Juan 20, 11-18

“... Estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando... ve a Jesús de pie... Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella le contesta: Señor, si tú te lo has llevado dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré. Jesús le dice: ¡María! Ella se vuelve y dice: ¡Rabboni! (que significa Maestro). María Magdalena fue y anunció a los discípulos: He visto al Señor...”


CLAVES para la LECTURA

- La dinámica narrativa de Jn 20 está guiada por un ritmo creciente que muestra el nacimiento y la consolidación de la fe de los primeros discípulos en Jesús resucitado. Tras el descubrimiento de la tumba vacía (vv. 1-10), donde la fe inicial del discípulo amado constituye sólo un primer estadio de la plena fe pascual, el fragmento presenta el segundo estadio, el de la profundización de la fe en el Resucitado a través de la experiencia personal de la Magdalena: de los signos visibles de la ausencia de Jesús se pasa a su presencia viva. El discípulo queda invitado a entrar en la óptica de la fe en la persona del Señor.

- El fragmento se compone de dos partes: a) la aparición de los ángeles a María (vv. 11-13); b) la aparición de Jesús a la mujer (vv. 14-18). María necesita ser liberada de una adhesión aún demasiado sensible al Jesús terreno. La superación de esta visión terrena permite al discípulo encontrar al Señor. María no llega a la fe en el Cristo resucitado a través de los ángeles, que sólo tienen una función de interlocutores: ¿Por qué lloras? (v. 13), sino sólo cuando Jesús la llama por su nombre: ¡María! (v. 16), inaugurando en ella una nueva vida. María, una vez ha reconocido al rabboni (v. 16), es invitada por Jesús a anunciar a los otros discípulos el acontecimiento de la resurrección. Es ahora cuando se convierte en el símbolo de la fe plena, haciéndose en misionera y evangelizadora de la Palabra de Jesús: Fue corriendo adonde estaban los discípulos y les anunció: He visto al Señor (v. 18).

- El encuentro de Jesús con María Magdalena y el anuncio llevado por la mujer a los hermanos contiene un gran mensaje para los discípulos de todos los tiempos: el Señor está vivo, y cada uno de nosotros debe buscarlo a través de un camino de fe, con la seguridad de que, si hace lo que le corresponde, el Señor, a su vez, no tardará en salirle al encuentro y en hacerse reconocer.


CLAVES para la VIDA

- Los relatos evangélicos nos van mostrando los diversos procesos de fe que se dieron en los primeros testigos del Señor resucitado. Los discípulos no es que estuvieran muy receptivos al acontecimiento; las mujeres lo están mucho más. Es el caso de María Magdalena, si bien su proceso de fe tampoco fue fácil; así, veremos que confunde al Señor resucitado con el “hortelano”. Hay un amor profundo hacia Jesús, pero su mente está embotada.

- Así, de los signos visibles de ausencia de Jesús (la tumba vacía), también María tiene que pasar al encuentro personal, a esa presencia viva. Sólo cuando Jesús mismo la llama por su nombre ¡María!, es cuando se produce ese encuentro que transforma, de modo que de los lloros y lamentos y de confundirle con el hortelano, María pasa a ser testigo: anda, vete y diles a mis hermanos...” (v. 17), y va corriendo: he visto al Señor (v. 18).

- Éste es el camino para cada discípulo de todos los tiempos: aceptar el testimonio y ponerse en camino para realizar el proceso de fe, el encuentro con el Resucitado. Sólo desde ahí será posible el envío. Y los testigos nos dicen que el mismo Señor Resucitado no tardará en salir al encuentro y en hacerse reconocer. Aquí estoy yo (estamos nosotros), también necesitado de esa experiencia Pascual. ¿Lo deseo? ¿Lo busco?





Día 11, MIÉRCOLES de la Octava de Pascua


Hechos de los Apóstoles 3, 1-10

“... Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde, cuando vieron traer... a un lisiado de nacimiento. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo: Míranos. Clavó los ojos en ellos esperando que le darían algo; Pedro le dijo: No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar...”


CLAVES para la LECTURA

- Pedro continúa la práctica liberadora de Jesús, no sólo con el anuncio, sino también con las obras milagrosas. Éstas manifiestan que ha llegado la salvación al mundo. Este milagro dará ocasión a un nuevo discurso de explicación y de anuncio. También Pedro, gracias al nombre de Jesús, aparece acreditado por Dios mediante milagros, prodigios y signos y, en consecuencia, autorizado a anunciar la novedad cristiana.

- El relato es vivaz: el templo figura aún en el centro de la piedad de la primera comunidad cristiana, que todavía no ha roto con las costumbres judías. Pedro, ante una de las puertas más famosas del edificio, encuentra a un mendigo paralítico de nacimiento y, como no tiene ni oro ni plata, le ordena que se levante y camine: En nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar.

- Lo que sigue es un relato “de resurrección”: el paralítico entra finalmente en el templo -del que le había excluido su enfermedad- saltando y alabando a Dios. Es un hombre “reconstruido” física y espiritualmente el que Pedro restituye a la vida. La resonancia que tuvo esta curación fue enorme: la gente, llena de admiración y pasmo, acudió en gran cantidad junto al pórtico de Salomón, donde Jesús discutía con los judíos y donde se reunían los cristianos de Jerusalén para escuchar las enseñanzas de los apóstoles (Hch 5, 12). Aquí se dispone Pedro a dar la explicación del acontecimiento.


CLAVES para la VIDA

- La fuerza salvadora, que en vida de Jesús brotaba de él, curando a los enfermos y restituyéndoles la salud y la dignidad de la que habían sido excluidos por su condición de pecadores (no olvidemos: la enfermedad era consecuencia del pecado, según su mentalidad), es ahora energía pascual que sigue activa: el Resucitado está presente, aunque invisible, y actúa a través de su comunidad, en concreto a través de los apóstoles, a los que había enviado a proclamar el Reino de Dios y a curar (Lc 9, 2). No tendrán medios económicos pero sí participan de la fuerza del Señor.

- Aquel pobre paralítico se encontró con la mirada de Pedro, con su mano extendida y unas palabras llenas de fuerza liberadora: en nombre de Jesús Nazareno, echa a andar (v. 6). Aquel Pedro que había dicho no conocer a ese arrestado, ahora se siente poseído por su propia fuerza y es capaz de transmitirla plenamente. También en él se ha dado el proceso de fe, y su palabra y su vida han sido plenamente transformadas.

- He aquí el final de ese camino de fe: el discípulo (de cualquier tiempo) poseído por la misma fuerza de Jesús, por su estilo y mentalidad, realiza las mismas obras y maravillas del Jesús histórico. Hoy y aquí, con su presencia, con su palabra, con su vida iluminada por el Resucitado, sigue actualizando en cada situación su novedad total, la de la Pascua. El discípulo hoy es ENVIADO a la tarea. Y... ¿tú?



Evangelio: Lucas 24, 13- 35

“... Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús... Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos... Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo: Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída... Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron...”


CLAVES para la LECTURA

- El episodio de la aparición de Jesús resucitado a los discípulos de Emaús presenta el camino de fe de la vida cristiana basado en el doble fundamento de la Palabra de Dios y de la Eucaristía. Esta experiencia del Señor aparece descrita a lo largo de dos momentos decisivos: a) el alejamiento de los discípulos de Jerusalén, es decir, de la comunidad, de la fe en Jesús, para volver a su viejo mundo (vv. 13-29); b) la vuelta a Jerusalén con la recuperación de la alegría y la fe por parte de la comunidad de los discípulos (vv. 30-35).

- En el primer momento de desconcierto, Jesús, con el aspecto de un viajante, se acerca a los discípulos desalentados y tristes, y, conversando con ellos, les ayuda, por medio del recurso a la Escritura, a leer el plan de Dios y a recuperar la esperanza perdida: Y empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que decían las Escrituras (v. 27).

- La catequesis de Lucas es muy clara: cuando una comunidad se muestra disponible a la escucha de la Palabra de Dios, que está presente en las Escrituras, y pone la Eucaristía en el centro de su propia vida, llega gradualmente a la fe y hace la experiencia del Señor resucitado. La Palabra y la Eucaristía constituyen la única gran mesa de la que se alimenta la Iglesia en su peregrinación hacia la casa del Padre. Los discípulos de Emaús, a través de la experiencia que tuvieron con Jesús, comprendieron que el Resucitado está allí donde se encuentran reunidos los hermanos en torno a Simón Pedro.


CLAVES para la VIDA

- ¡Enorme Catequesis la que nos ofrece Lucas como testimonio de su fe y el de la Comunidad en la que participa! Todos los detalles están recogidos con exquisita sensibilidad y sicología. Los discípulos, desanimados y desmoronados en su fe mal fundamentada (sus “ideas” del Mesías), emprenden el viaje de ida, vuelven a su viejo mundo: nosotros esperábamos...” (v. 21); ahora están tristes y derrotados; y, además, sus ojos están embotados y no le reconocen. Al contrario, el viaje de vuelta es completamente diferente: llenos de alegría, los ojos abiertos ahora a la inteligencia de las Escrituras, comentando entre ellos la experiencia vivida, impacientes por anunciarla a la comunidad, y el encuentro con los hermanos. Todo un camino recorrido.

- Las Escrituras, su comprensión y profundización, les ayudan a aceptar la presencia nueva del Resucitado; el partir el pan, la Eucaristía, termina por abrirles los ojos y... lo reconocieron (v. 31). Las Escrituras han despertado su corazón; la Eucaristía ha transformado la visión de su vida. Desde ahí, emprenden el retorno a la Comunidad, a los hermanos, que seguían reunidos, experimentando también la presencia nueva del Resucitado.

- Lucas nos ofrece los elementos necesarios para poder realizar el camino de encuentro con el Resucitado: garantizando que él se hará presente (aunque no le reconozcamos, a la primera), ahí están las Escrituras, ahí está la Eucaristía o fracción del pan; ahí está la Comunidad y los hermanos. Ahí se hace presente y... ¡de qué forma! el Resucitado.



Día 12, JUEVES de la Octava de Pascua



Hechos de los Apóstoles 3, 11-26

“... Pedro, al ver a la gente, les dirigió la palabra: Israelitas, ¿qué os llama la atención?, ¿de qué os admiráis?, ¿por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a éste con nuestro poder o virtud?... el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos...”


CLAVES para la LECTURA

- Con este discurso, bastante articulado, pretende convencer Pedro de su error a los que rechazaron a Cristo, ofreciéndoles la posibilidad de arrepentirse. Pedro establece una distinción importante: antes de la resurrección era el tiempo de la ignorancia, el tiempo en que era posible cometer errores. Fue el tiempo que permitió a Dios dar cumplimiento a las profecías.

- Pero después del hecho clamoroso de la resurrección ya no se admite la ignorancia, porque aquel que fue crucificado por los hombres ha sido resucitado por Dios, y los que lo rechazan merecen ser excluidos del pueblo de Dios, como reincidentes. Por otra parte, el arrepentimiento y la aceptación de Jesús pueden apresurar los tiempos de las bendiciones mesiánicas, cuando Dios, al final del mundo, enviará a Jesús por segunda vez, a fin de que tanto sus enemigos como los incrédulos le reconozcan como Mesías. Ahora está en el cielo, desde su ascensión, hasta la restauración final.

- Pedro habla también de Moisés, que había dicho: El Señor Dios vuestro os suscitará de entre vuestros hermanos un profeta como yo. Lucas lee suscitará en el sentido de “volver a suscitar” un profeta como Moisés, es decir, Jesús. A éste hay que escuchar. Y el que no lo haga será excluido del pueblo santo. Podemos señalar que mientras Mateo considera a los cristianos como un pueblo nuevo que sustituye al antiguo de Israel, Lucas subraya la continuidad del pueblo de Dios a través de los judíos que acogen a Jesús. Pedro afirma, por último, que sus oyentes forman parte del pacto a través del cual serán bendecidas todas las naciones en la descendencia de Abrahán. En suma, con su resurrección, Jesús trae la bendición a los judíos y la oportunidad de la conversión.


CLAVES para la VIDA

- ¡Es curioso lo que ha ocurrido con Pedro, porque ahora resulta que todo lo ve diferente! En este discurso-predicación lo vemos: ahora es capaz de ver toda la historia de la Salvación con una clave acertada; todo culmina en Cristo y en él se constituye la comunidad mesiánica. Ese Cristo a quien Israel ha rechazado (también Pedro y su grupo) y con ello han asesinado al autor de la vida. Pero ahora Pedro, que ya ha madurado claramente en su fe, ahora sí entiende lo que nunca había entendido: que el Mesías tenía que pasar por la muerte y la cruz; antes no lo había entendido; tampoco Israel. Pero “ahora” ya no es posible escudarse en la “ignorancia”, ya no valen las excusas.

- Ha cambiado totalmente el panorama que nos siguen ofreciendo las primeras comunidades cristianas: desde el acontecimiento de la Resurrección de Jesús, la visión de todo es completamente diferente y es que Cristo Jesús se ha convertido en el Salvador de todos y, por lo tanto, es necesario convertirnos a él, acogerle y aceptarle como el que ilumina nuestra vida.

- También hoy, para ti, para mí, la oferta es la misma: en Cristo Resucitado alcanzamos la plenitud. Hacer de este acontecimiento el núcleo y la razón de ser de nuestra vida, es el objetivo de la Pascua. Mensaje reiterativo, testimonios directos de quienes así lo han experimentado es lo que se nos sigue ofreciendo como invitación sugerente. ¿Nos animaremos, tú y yo, hermano/a?



Evangelio: Lucas 24, 35-48

“... Contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino... Se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver a un fantasma. Él les dijo: ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona... ¿Tenéis ahí algo que comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos...”


CLAVES para la LECTURA

- El tema del fragmento evangélico, que completa el relato de la aparición a los dos discípulos de Emaús, subraya las pruebas sobre la realidad de la resurrección de Jesús. También la primera comunidad cristiana pasó por dificultades para penetrar en el misterio del Señor resucitado, y las superó empleando una doble prueba. La prueba real y material del contacto físico de los discípulos con Jesús, poniendo de relieve la corporalidad del Cristo pascual: Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tocadme y convenceos (v. 39), así como la iniciativa del Señor de comer algo ante los suyos: ¿Tenéis algo de comer? (v. 41). La otra prueba es la espiritual, basada en la comprensión de la Palabra en las Escrituras: Estaba escrito (vv. 46s).

- Lucas precisa que la historia de Israel adquiere su sentido y se comprende sólo si culmina en el acontecimiento histórico de Jesús de Nazaret muerto y resucitado. Y, por otra parte, nos enseña que sólo cuando los hombres se abren a la conversión y experimentan el perdón de Dios pueden comprender del todo el triunfo de la pascua del Señor.

- La salvación está abierta a todos, y la Iglesia tiene la tarea de anunciar la realidad física de la pascua del Señor y su valor como nuevo inicio de la historia humana, a través de la acogida del perdón de Dios. La resurrección de Jesús es el dato cierto sobre el que se asienta la fe de los creyentes y la historia de los hombres.


CLAVES para la VIDA

- Los discípulos de Emaús van contando su experiencia de encuentro con el Resucitado y cómo le habían reconocido al partir el pan; lo están narrando al resto del grupo, de la comunidad, y en ese mismo momento se aparece de nuevo Jesús, saludándoles y ofreciéndoles la PAZ. Las dudas y los miedos de antes desaparecen, y Él les abrió el entendimiento (v. 45) y empiezan a entender las Escrituras y cuanto en ellas afirmaban acerca de Él. Y así, poco a poco, el Espíritu de Jesús Resucitado va iluminando las mentes y los corazones de sus amigos y convirtiéndolos -como a Pedro- en testigos audaces de la Buena Nueva.

- Y es que en Jesús la historia adquiere toda su plenitud, queda iluminada; se da un nuevo inicio de la historia humana; la misma muerte queda rota y superada. Éste es el mensaje, repetido incansablemente por los testigos. Testigos que son portadores de la misma PAZ que el Resucitado -como regalo y don suyo- les ofrece, y así, ahora, viven con las mismas claves que ha vivido el Maestro y Señor.

- Hoy, nosotros, estamos llamados a esta misma experiencia. Las Escrituras, la Eucaristía, los hermanos reunidos, la Comunidad, son los medios para ayudarnos en esa tarea. Y todo con el objetivo de abrirnos el entendimiento que nos posibilita a un encuentro personal y que transforma. Sólo desde ahí podremos sentirnos ENVIADOS. ¡Buen ánimo!



Día 13, VIERNES de la Octava de Pascua


Hechos de los Apóstoles 4, 1-12

“... ¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso? Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió: Jefes del pueblo y senadores, escuchadme... quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos...”


CLAVES para la LECTURA

- Dos son los temas principales de este fragmento: la reacción de los jefes de Israel ante el éxito de los apóstoles y las importantes afirmaciones del discurso de Pedro.

- Primer tema: sorprendentemente, el “caso de Jesús” no se cerró con la crucifixión. Sus seguidores hacen prosélitos. Más aún, predican en el templo, convirtiéndose en maestros del pueblo (tarea reservada a los doctores de la Ley), y anuncian la resurrección de los muertos (lo que parece particularmente inoportuno a los saduceos). Los jefes del pueblo, sorprendidos y exasperados, se les echan encima y los meten en la cárcel. Ésta fue la primera persecución, a la que siguió un ulterior incremento numérico de discípulos. El Sanedrín, el mismo que pocas semanas antes había juzgado a Jesús, se reúne. En él se concentran los diferentes poderes: el religioso, el económico, el teológico, el social y lo que queda del poder político. Unos poderes que se sentían amenazados por el mensaje subversivo de Jesús y que, ahora, deben ocuparse nuevamente de la cuestión.

- El segundo tema es el breve y vigoroso discurso de Pedro. Éste, lleno del Espíritu Santo, tal como había prometido Jesús, habla con una gran parresía, es decir, con una audacia y un coraje inauditos, plantando cara a los jefes del pueblo y poniéndoles en una situación seriamente embarazosa. Parte del hecho de la curación para anunciar la salvación, la curación radical. Las afirmaciones de Pedro son solemnes y claras: aquel a quien vosotros condenasteis a muerte ha sido resucitado por Dios; y la piedra que vosotros desechasteis Dios la ha convertido en la piedra fundamental del nuevo edificio que pretende construir. Jesús, a quien los jefes rechazaron y mataron, ha sido elegido por Dios para dar cumplimiento a sus promesas. El conjunto está dominado por el nombre de Jesús; en ningún otro nombre hay salvación.


CLAVES para la VIDA

- ¡Impresiona el “cambiazo” de estos seguidores de Jesús! Poco antes habían huido; ahora, con enorme valentía, anuncian a ese Jesús en quien reside la plenitud de la salvación. La acusación a las autoridades es clara y rotunda: han desechado la piedra angular; esto es, han escogido el camino equivocado, según los planes de Dios. Ésta es la paradoja: los “guardianes” de Dios, ellos son los que han rechazado a los enviados por ese Dios. Se repite la historia que se había producido con los profetas.

- Ahora, los NUEVOS testigos, el nuevo pueblo que acoge los planes de Dios, anuncian con audacia y coraje: Dios ha dado la razón a Jesús y a su estilo de ser y de vivir. Este testimonio les traerá consecuencias, como la cárcel y la tortura. Pero ahora ya no les importa; todo es diferente y todo está dominado por el nombre de Jesús. ¡Algo grande ha ocurrido y lo acontecido cambia radicalmente la situación!

- Ahí nos encontramos, hoy, nosotros: Jesús es quien da razón y sentido a nuestra vida, como a Pedro, y a Juan y aquel grupo. Él se ha convertido en el motor de nuestra existencia, de nuestro trabajo y de nuestro anuncio evangelizador. Si esto no nos ha ocurrido, la Pascua no significa NADA para nosotros; no estamos en mejor situación que el Sanedrín, quien se siente amenazado por el mensaje “subversivo” del Jesús Resucitado.





Evangelio: Juan 21, 1-14

“... Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades... les dice: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: Es el Señor. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua... Al saltar a tierra, ven brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: Traed de los peces que acabáis de coger... Jesús se acerca, toma el pan, se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos...”


CLAVES para la LECTURA

- La “pesca milagrosa” presenta la tercera aparición del Resucitado a los discípulos-pescadores, reunidos junto a la orilla del lago Tiberíades. El encuentro de Jesús con los suyos, que habían vuelto a su trabajo, describe de manera simbólica la misión de la Iglesia primitiva y el retrato de cada comunidad. Éstas permanecen estériles cuando se quedan privadas de Cristo, pero se vuelven fecundas cuando obedecen a su Palabra y viven de su presencia. El texto se compone de dos fragmentos en el ámbito de la redacción: a) ambientación de la aparición en Galilea (vv. 1-5); b) la pesca milagrosa y el reconocimiento de Jesús (vv. 6-14).

- El reducido grupo de los discípulos, con Pedro a la cabeza, representa a toda la Iglesia en misión. Pero sin Jesús en la barca, el fracaso de la pesca (= misión) es total y anda a tientas en la noche (v. 3). Frente a la conciencia de no triunfar por sí solos en la empresa, interviene Jesús -al clarear el día (v. 4)- con el don de su Palabra, premiando a la comunidad que ha perseverado unida en el trabajo apostólico: Echad la red al lado derecho de la barca y pescaréis (v. 6). La obediencia a la Palabra produce el resultado de una pesca abundante. Los discípulos se fiaron de Jesús y experimentaron con el Señor la desconcertante novedad de su vida de fe. Jesús les invita después al banquete que él mismo ha preparado: Venid a comer (v. 12).

- En el banquete, figura de la Eucaristía, es el mismo Jesús quien da de comer, haciéndose presente de una manera misteriosa. Los discípulos son ahora presa del escalofrío que les produce el misterio divino. La conclusión del evangelista es una invitación a la comunidad eclesial de todos los tiempos para que vuelva a encontrar el sentido de su propia vocación y ponga a Jesús como Señor de la vida, de suerte que, a través de la escucha de la Palabra y de la Eucaristía (= las dos mesas), la Iglesia haga fructuosos todos sus compromisos entre los hombres.


CLAVES para la VIDA

- Es el cuadro de la comunidad de Jesús: ellos eran los “especialistas” en el arte de la pesca; pero después de una noche de trabajo, no han conseguido nada; y es que “sin Jesús”, aquel grupo no puede nada; cuando obedece a su palabra, entonces sí que es posible la nueva situación, la plenitud mesiánica (los 153 peces pueden simbolizar esa plenitud). Es, pues, la situación de la primera comunidad tras la muerte de Jesús: necesita de su NUEVA PRESENCIA, aunque les cueste reconocerle, como se insiste en el relato evangélico.

- En la escena del almuerzo preparado por el mismo Jesús, y después de haberse fiado de su palabra, se produce el milagro, e incluso le “reconocen”: es el Señor (v. 7), ahora son invitados a comer. Sin duda alguna, es la figura de la Eucaristía, donde Jesús se hace presente en medio de los suyos. Su Palabra y la Eucaristía serán los dos caminos para encontrarse con Él. Son las “dos mesas” a las que son invitados todos sus seguidores.

- Saber que necesito encontrarme con Él, es la primera conclusión de la Pascua. Saber que su Palabra (fiándome de ella) y la Eucaristía (como presencia nueva de Jesús) son dos instrumentos y medios para ese encuentro, es la gran lección a aprender y a vivir para todo creyente. También para mí, para nosotros, sus seguidores, hoy y aquí.



Día 14, SÁBADO de la Octava de Pascua


Hechos de los Apóstoles 4, 13-21

“... Los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas estaban sorprendidos, viendo el aplomo de Pedro y Juan, sabiendo que eran hombres sin letras ni instrucción, y descubrieron que habían sido compañeros de Jesús... Los llamaron y les prohibieron en absoluto predicar y enseñar en nombre de Jesús. Pedro y Juan replicaron: ¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a vosotros en vez de a él?...”


CLAVES para la LECTURA

- Pedro y Juan han recibido en verdad, según la promesa de Jesús, una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios: estos últimos se encuentran, evidentemente, en dificultades.

- El fragmento está dominado, por una parte, por la fuerza de los hechos que se imponen y, por otra, por la voluntad de ocultarlos. Los hechos son la curación constatada y clamorosa; son todo lo que Pedro y Juan han visto y oído. Por otra parte, está el poder que quiere defenderse de la irrupción de los hechos, con su poder de desestabilización. Los hechos están acreditados por hombres del pueblo sin cultura, que pasan de acusados a acusadores.

- Frente a la idea de prohibir enseñar en el nombre de Jesús -y en esto se muestra perspicaz el sanedrín, porque el peligro procede de ese “nombre”, la verdadera novedad-, la respuesta de Pedro y Juan es la apelación a la evidencia: no pueden callar lo que han visto y oído. Se trata de la conciencia de que hablar de estas cosas era voluntad de Dios, un mandato divino frente al cual los preceptos humanos pierden su consistencia. No hay amenaza humana que pueda oponerse a la fuerza del testimonio de los apóstoles, porque está con ellos la fuerza irresistible de Dios.


CLAVES para la VIDA

- No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído (v. 20): éste es el secreto de aquellos hombres; al menos, así lo formulan; lo que ha ocurrido y el cómo, no terminan de aclararnos, pero el hecho sí que lo es: dan testimonio claro y explícito de Jesús, un Jesús vivo y, en su nombre, se sienten con fuerza para dar vida y libertad al paralítico, y su testimonio ante unas autoridades desconcertadas ante lo ocurrido. Los “sabios” no entienden nada; los “sencillos” y los ignorantes, con valentía y aplomo y a pesar de las prohibiciones, dan testimonio claro y explícito. ¡Cómo han cambiado las cosas!...

- El proceso de fe de aquellos hombres ha sido lento y complicado, pero cuando se ha producido el ENCUENTRO todo ha cambiado: es el caso de Pedro, de Juan, de aquel grupo. Y es que ahora se sienten poseídos por la fuerza irresistible de Dios mismo. Sólo así se puede -humanamente- entender algo de lo que está ocurriendo: hombres del pueblo y sin cultura (v. 13) son los que anuncian la NUEVA realidad. ¡Ahí es nada!

- Descubrir esta nueva situación, acercarnos a estos testigos vivos y decididos, compartir con ellos lo vivido y experimentado, escuchar con ellos la Palabra y obedecerle... todo un programa, también hoy, para mí, para nosotros. Si no conseguimos esta “etapa”, no pasaremos de ser los “charlatanes” del Resucitado.



Evangelio: Marcos 16, 9-15

“... Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios... Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca... Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa... Y les dijo: Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación...”


CLAVES para la LECTURA

- El texto es un añadido que sirve de conclusión al evangelio de Marcos. Está redactado por otra mano, aunque pertenece a la época apostólica. Incluye la aparición de Jesús resucitado a María Magdalena, que fue a anunciar a los discípulos incrédulos el acontecimiento de la resurrección (vv. 9-11); la aparición del Señor con aspecto de peregrino a los dos discípulos de Emaús, que volvían a su pueblo (vv. 12s) y, por último, la aparición del Resucitado a los Once, reunidos en torno a la mesa, esto es, recogidos en la celebración Eucarística, a quienes reprocha su incredulidad y su actitud refractaria ante el testimonio de algunos discípulos (vv. 14s).

- Sólo la presencia directa de Jesús liberará a los apóstoles de su dureza de corazón y los transformará en verdaderos creyentes. Al subrayar la incredulidad de los discípulos, típica de todo el evangelio de Marcos, el evangelista pretende poner de relieve que la resurrección no es fruto de una imaginación ingenua o de alguna sugestión colectiva de los seguidores del Nazareno, sino don del Padre a favor de aquel que se había hecho obediente hasta la muerte para la salvación de toda la humanidad.

- Como conclusión, el Resucitado envía a los discípulos al mundo para que prolonguen su misión y desarrollen la actividad evangelizadora junto con el Señor: Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura (v. 15).


CLAVES para la VIDA

- De nuevo, se nos insiste, por medio del testimonio evangélico, que el proceso de fe de los amigos de Jesús no fue nada fácil; hasta el punto de que no creerán los testimonios de otra persona; sólo la presencia directa del mismo Jesús liberará a aquellos hombres de la ceguera y de la dureza del corazón: Él mismo y su Palabra les abrirá la mente para que puedan entender lo anunciado en las Escrituras. ¡Todo un camino!

- Pero el ENCUENTRO con Él, siempre conlleva el ENVÍO, la necesidad de prolongar su misión y su actividad evangelizadora; esto es, su acción curativa y liberadora de toda situación infrahumana, sea cual fuera la causa de esa situación. Ésta es la tarea de quienes han acogido la nueva presencia del Señor Resucitado.

- Ésta es también nuestra situación: no estamos llamados para “estar mirando al cielo”, sino para continuar la misión y el quehacer del mismo Jesús. Por eso, toda “espiritualidad” que nos impida o dificulte esa misión liberadora en favor del hombre y de la humanidad, será contraria a los planes de Dios (ésta es la situación del Sanedrín, de los “jefes”). Jesús nos ENVÍA con la garantía de su presencia y el don de su Espíritu.



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