jueves, 26 de abril de 2012

Saulo, Saulo


VIERNES, día 27
Hechos de los Apóstoles 9, 1-20
“... Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor... En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, un relámpago lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Preguntó él: ¿Quién eres, Señor? Respondió la voz: Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que tienes que hacer... Se levantó y lo bautizaron. Comió y le volvieron las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas afirmando que Jesús es el Hijo de Dios...”
CLAVES para la LECTURA
- Para Saulo era una secta la que se estaba difundiendo peligrosamente más allá de los confines de Judea y Samaría, hasta Siria. Saulo quiere extirpar la herejía que está cosechando tanto éxito y obtiene para ello un mandato especial. Sin embargo, en el camino hacia Damasco, le envolvió un resplandor que lo cegó, y oyó una voz que le preguntaba. Estamos ante un relato típico de vocación, con la aparición de un fenómeno extraordinario y una voz que interpela. La voz aquí es nada menos que la del perseguido. Saulo se queda ciego y permanece en ayunas durante tres días, es decir, debe morir a su ceguera interior para resurgir a la nueva comprensión de la realidad.
- Al reacio Ananías, un discípulo que no debemos confundir con el desdichado protagonista de Hch 5, le ha sido revelado el “misterio” de Saulo, el alcance único de su misión universal, su futuro de misionero discutido, controvertido y perseguido. El destino de Saulo está ligado ahora al “nombre” de Jesús, nombre que deberá llevar y atestiguar ante los paganos y ante sus gobernantes, así como ante los hijos de Israel.
- No se podía expresar mejor el contenido de la misión y de la “pasión” de Saulo. Pasan sólo algunos días y vemos ya a Saulo manifestando su carácter de una pieza, pasando a la acción más sorprendente que quepa imaginar: proclamar Hijo de Dios al Jesús que, pocos días antes, le llenaba de indignación y rabia, hasta el punto de perseguir a sus seguidores.
CLAVES para la VIDA
- La conversión de Pablo debió de ser un acontecimiento importante para la primitiva comunidad, porque Lucas la menta nada menos que tres veces en el libro de los Hechos (capítulos 9, 22 y 26), y el mismo Pablo hace varias alusiones en sus cartas. En este relato de hoy, no es fácil destacar qué es lo más llamativo: si el plan sorprendente de Dios, la respuesta de Pablo o la actitud acogedora de la Comunidad de Damasco, a pesar de las reticencias que hubiere, porque lo lógico es que se dieran reticencias en torno a este personaje.
- En este acontecimiento, la iniciativa es de Cristo Jesús. Con ello, nos sorprende a todos, porque no es fácil imaginarse que llamara para apóstol a uno como Pablo, perseguidor de la comunidad. Por eso, llama la atención y se explican las reticencias de Ananías y de la comunidad de Damasco, si bien se superan. Y... cómo no: impresiona la respuesta decidida de Pablo, transformado de arriba abajo por el encuentro con el Resucitado; desde ahora se dedicará a la NUEVA CAUSA, a pesar de todas las dificultades.
- Mirar y contemplar a Pablo SIEMPRE impresiona y es muy sugerente: descubrir su capacidad de acogida del nuevo proyecto que se le presenta; su capacidad de entrega y de generosidad en el anuncio, a pesar de las enormes dificultades; su enamoramiento de Jesús y de su causa... ¡Muy sugerente su figura para este tiempo Pascual! ¿Te animas, hermano/a?

Evangelio: Juan 6, 52-59
“... El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él...”

CLAVES para la LECTURA
- Este fragmento, que sirve de conclusión al “Discurso del pan de vida”, va unido a lo que el evangelista nos ha dicho antes. Sin embargo, el mensaje se vuelve aquí más profundo y se hace más sacrificial y eucarístico. Se trata de hacer sitio a la persona de Jesús en su dimensión eucarística. Él es el pan de vida, no sólo por lo que hace, sino especialmente en el sacramento de la Eucaristía, lugar de unión del creyente con Cristo. Jesús-Pan se identifica con su humanidad, la misma que será sacrificada en la cruz para la salvación de los hombres. Jesús es el pan -como Palabra de Dios y como víctima sacrificial- que se hace don por amor al hombre. La ulterior murmuración de los judíos: ¿Cómo puede éste darnos de comer su carne? (v. 52), denuncia la mentalidad incrédula de los que no se dejan regenerar por el Espíritu y no tienen intención de adherirse a Jesús.
- Éste insiste con vigor, exhortando a consumir el pan eucarístico para participar de su vida: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros (v. 53). Más aún, anuncia los frutos extraordinarios que recibirán los que participen en el banquete eucarístico: el que permanece en Cristo y toma parte en su misterio pascual permanece en él con una unión íntima y duradera. El discípulo de Jesús recibe como don la vida en Cristo, una vida que supera toda expectativa humana porque es resurrección e inmortalidad (vv. 39. 54. 58).
- Ésta es la enseñanza profunda y autorizada de Jesús en Cafarnaún, cuyas características esenciales versan, más que sobre el sacramento en sí, sobre la revelación gradual de todo el misterio de la persona y de la vida de Jesús.

CLAVES para la VIDA
- Este final del “Discurso del Pan de Vida” en Cafarnaún, toma claramente un tono “eucarístico”, esto es, de comer y beber la carne y sangre de Jesús que va a entregar su vida para reconciliar al mundo: en la Eucaristía, se celebrará ese memorial de la cruz. Y el fruto del comer y del beber es el mismo que el de creer en Él: participar de su vida: el que come de este pan vivirá para siempre (v. 58). Es la culminación del discurso.
- Pero, además, se nos ofrecen dos versículos que describen de modo admirable las consecuencias que la Eucaristía va a tener en nosotros, según el pensamiento de Cristo Jesús: el que come mi carne y bebe mi sangre permanece (habita) en mí y yo en él (v. 56): la intercomunicación entre el Resucitado y sus fieles en la Eucaristía. Y, además, añade una comparación impresionante: el Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí (v. 57). La unión de Cristo con su Padre es misteriosa, vital y profunda; pues así quiere que sea la de los que reciben y le comen vivirá por mí; más tarde hablará de los sarmientos que permanecen unidos a la vid.
- Toda esta reflexión-catequesis lleva a proponernos una relación única, personal y vital con el Señor Jesús. La Eucaristía: un camino para expresar y vivir esta nueva relación. Ahí radica la VIDA del creyente y seguidor de este Maestro. ¡Cuán lejos están de esta propuesta esas celebraciones “enfermizas” de cumplimiento o algo parecido! ¿Cómo es mi relación con este Señor Jesús? ¿MARCA mi vida y la define?

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