martes, 26 de junio de 2012


MIÉRCOLES, día 27

2 Reyes 22, 8-13; 23, 1-3

“... El Sumo Sacerdote Helcías dijo al cronista Safán: He encontrado en el templo el Libro de la Ley... El rey les leyó el Libro de la Alianza encontrado en el templo. Después, en pie sobre el estrado, selló ante el Señor la Alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y con toda el alma, cumpliendo las cláusulas de la Alianza escritas en aquel libro. El pueblo entero suscribió la Alianza...”
  
CLAVES para la LECTURA
 - Generalmente los autores están de acuerdo en reconocer que el libro de la Ley encontrado en el templo en tiempo de Josías corresponde al libro del Deuteronomio. La lectura del libro encontrado impresionó tanto al joven rey que, después de consultar a la profetisa Julda, convocó a todo el pueblo en Jerusalén y en presencia de toda la asamblea se leyó públicamente. A medida que avanzaba la lectura el sentimiento de culpabilidad se debió ir apoderando de toda la colectividad, pues entre las exigencias del libro y la realidad religiosa que estaba viviendo el pueblo había un abismo. En repetidas ocasiones hemos visto que la situación religiosa de Israel se fue deteriorando, sobre todo a partir del establecimiento de la monarquía. Pero dentro de la monarquía, por lo que se refiere al reino del sur, los dos reyes que se distinguieron por su impiedad fueron precisamente los dos predecesores de Josías, a saber, Manasés y Amón. La impiedad del primero debió revestir tal gravedad que ha pasado a la historia con el calificativo del «impío Manasés».
- Los dos dogmas más característicos y más acentuados por el Deuteronomio eran la unicidad de Dios y la unicidad de santuario: «Escucha Israel: Yahvé es nuestro Dios, sólo Yahvé. Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerza» (Dt 6, 4-5). «Cuando paséis el Jordán y habitéis en la tierra que Yahvé vuestro Dios os da en herencia... entonces llevaréis al lugar elegido por Yahvé vuestro Dios para morada de su nombre todo lo que os prescribo: vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos... Guárdate de ofrecer entonces tus holocaustos en cualquier lugar sagrado que veas; sólo en el lugar elegido por Yahvé en una de sus tribus podrás ofrecer tus holocaustos y sólo allí pondrás en práctica todo lo que yo te mando» (Dt 12, 10-14).
- En ambos flancos la situación era francamente lamentable. Además de la cananeización que el yahvismo venía sufriendo desde que los israelitas se instalaron en Palestina, ahora últimamente bajo la dominación asiria, especialmente durante los reinados de Manasés y Amón, había tenido lugar una intensa penetración de la religión asiria, con sus dioses y prácticas cultuales. Respecto de la unicidad del santuario, o sea la proscripción de todos los santuarios de provincias y la centralización del culto en Jerusalén, ésta era una ley nueva, promulgada por el Deuteronomio y que nunca se había puesto en práctica.
- A la vista de la situación religiosa del pueblo por una parte, y teniendo presentes las exigencias del libro de la Ley por otra, el rey hizo renovación pública de la alianza y se comprometió a guardar y hacer guardar los mandamientos, testimonios y preceptos de la Ley con todo el corazón y con toda el alma. Todo el pueblo se adhirió a la decisión del rey. Por la historia sabemos que la cosa no se quedó solamente en compromisos y en palabras, sino que Josías llevó a cabo dos importantes reformas religiosas.

CLAVES para la VIDA
- En el caminar de Israel y en su historia, nos encontramos con un paréntesis -no demasiado largo porque Josías muere muy joven- de fidelidad a Dios tras el hallazgo del libro que recogía la Alianza entre Dios y el pueblo. Y es que entre las palabras de la Alianza y lo que estaba sucediendo en la historia del pueblo, no había grandes parecidos; más bien, la idolatría y las injusticias dominaban de forma singular, y el pacto mutuo no tenía vigencia alguna.
- Pero el proyecto de Dios tiene también acogida en personas concretas, como Josías, quien renueva la Alianza entre Dios y el pueblo, como en los mejores momentos de su historia, tanto en el Sinaí como Siquén. Celebrarlo con una Pascua renovada, será la conclusión a la que llega en estos momentos: selló ante el Señor una Alianza, comprometiéndose a seguirla...” (23, 3). Así se recompone una relación, tantas veces rota por la infidelidad del pueblo.
- Historia que se sigue produciendo, hoy, entre nosotros; en mi propia historia personal. Olvidos e infidelidades conviven en mi caminar con momentos hermosos e intensos, de relación estrecha y vital, entre este Dios -profundamente interesado por cuanto me acontece- y mi pobre realidad, débil y frágil, olvidadizo y... enamorado. ¿Cómo es tu caminar, hermano/a? ¿Eres consciente de tu andadura...?

Evangelio: Mateo 7, 15-20

“... Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis...”


CLAVES para la LECTURA
- Este fragmento forma parte de la secuencia conclusiva del «Sermón de la Montaña» y contiene una renovada invitación a los discípulos para que vivan en santidad, en justicia, con una gran coherencia entre las palabras y las obras, expresadas a través de la imagen de los «frutos» (término que se repite siete veces).
- La invitación de Jesús a tener cuidado con los falsos profetas no está dirigida -en este contexto- a los que dicen cosas equivocadas, sino más bien, en virtud de un subrayado que gusta emplear a Mateo, a los que no hacen lo que enseñan a otros (23, 3). Su simulación les hace parecer ovejas exteriormente, pero por dentro son «lobos rapaces». Se trata aquí de discípulos enviados por Jesús a representarle (10, 41 y 23, 34) y a proclamar el Evangelio; sin embargo, como ocurría ya en el Antiguo Testamento, junto a los verdaderos enviados de Dios hay otros que son falsos (Ez 22, 27). El criterio de reconocimiento lo proporciona la calidad de sus frutos: las obras buenas o malas que realizan. En efecto, todo árbol se reconoce por sus frutos.
- La vid y la higuera, árboles particularmente importantes en Israel, serán cortados si permanecen estériles; sólo quedará el árbol despojado y maldito de la cruz, del que todos podrán coger el verdadero fruto justo y santo: el fruto bendito del seno de María.

CLAVES para la VIDA
- Casi al final del Sermón del Monte, se nos ofrece otra prueba más para poder descubrir la validez o no de un estilo y forma de vida: por sus frutos les conoceréis (v. 16). ¡Ahí es nada...! Y es que también en aquellos primeros tiempos (como hoy) se puede ocultar el mensaje en lugar de sugerir. La coherencia que propone Jesús a sus seguidores es una tarea constante y un empeño. Éste es el mensaje de esta reflexión.
- De ahí que Jesús, Él mismo, se propone como modelo a seguir e imitar, nadie tiene amor más grande que el que da la vida...”. Éste es el listón que marca, es la meta que pone delante de sus seguidores. Y, lógicamente, aquí las palabras no bastan; los “frutos” son los que cuentan.
- ¡Vaya examen el que nos brinda este texto evangélico (como otros muchos)! Si nos adentramos en la contemplación de nuestra vida, cuántas incoherencias surgen por todas partes. De ahí que al finalizar el Sermón de la Montaña, la actitud más coherente, y que siento como necesaria, es la CONVERSIÓN del CORAZÓN, para que así, también las obras cambien y mi vida pueda ofrecer frutos que merezcan la pena. No es fácil quedarse impasible ante estas propuestas que cada día recibimos. ¿Qué tal te sientes, hermano/a? Yo, la verdad, no muy bien...

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