viernes, 8 de junio de 2012


SÁBADO, día 9

2 Timoteo 4, 1-8
“... Querido hermano: Ante Dios y ante Cristo... Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir. Porque vendrá un tiempo en que la gente no soportará la doctrina sana, sino que, para halagarse el oído, se rodearán de maestros a la medida de sus deseos; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas...”

            CLAVES para la LECTURA
- Si esta carta es considerada como el testamento espiritual de Pablo, la perícopa que hemos leído hoy representa su parte más apesadumbrada y conmovedora. El tono se vuelve más intenso, puesto que, por un lado, percibe el apóstol la peligrosidad del error doctrinal, que se hará más seductor en los últimos tiempos (vv. 3ss), y, por otro, siente ahora próximo su propio fin (vv. 6-8). Y llama como testigos al mismo Dios y a Cristo, en cuanto juez de vivos y muertos, para rogar encarecidamente a Timoteo que recurra a todo para anunciar a todos el Evangelio de la salvación. Debe sentirse responsable de ese anuncio; de su escucha, en efecto, viene la salvación (Rom 10, 17).
- A buen seguro, los tiempos son difíciles: esa Palabra correrá siempre el riesgo de ser sofocada por las «fábulas» de los falsos maestros, mientras que el «prurito» de la novedad prevalecerá sobre la escucha de la verdad. Ahora bien, el apóstol nunca puede rendirse: deberá vigilar, ser capaz de soportar, llevar a cabo su obra de anunciador del Evangelio hasta el fondo (v. 5), hasta entregar la vida, como Pablo.
- Sabe éste que será condenado y que su fin es inminente, pero eso no le entristece en absoluto. Es más, tiene el ánimo lleno de alegría, como el atleta que se acerca a la victoria (vv. 7ss). Porque su sangre, es decir, su vida, está a punto de ser ofrecida como sacrificio de amor a Dios, como la vida del Hijo, y es muy bello vivir y morir entregándose uno mismo por la salvación de los otros. Además -segundo motivo de alegría profunda-, «el momento de mi partida es inminente» (v. 6), como una nave que zarpa para volver a su patria, y es también muy bello volver al Padre y Señor después de haber llevado a cabo con fidelidad la misión recibida, es como volver a casa. En todo caso, es la fidelidad de Pablo, que responde de los perjuicios que pueda ocasionar, lo que constituye la verdadera apelación a la fidelidad de Timoteo; fidelidad, sobre todo, en no traicionar el depósito de la verdad que le ha sido confiado por el Señor. Será entonces el mismo Señor el que le dará «la corona de justicia» no como premio debido estrictamente, sino como respuesta amorosa a todos aquellos que «esperan con amor su venida gloriosa» (v. 8).
             CLAVES para la VIDA
- El “viejo león”, el apóstol Pablo, está alerta porque está seguro de que vendrán maestros falsos a la medida de sus deseos (v. 3); es necesario prevenir a la comunidad de estos peligros y, en especial, a su dirigente y fiel discípulo, Timoteo. Por eso recomienda, hasta con ruego y ansiedad: Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo...” (v. 2): es la misión que ha recibido y que ahora, de manera empeñada, debe llevar a cabo.
- Él, el apóstol, un gigante de la fe, que ha dedicado sus mejores luces y energías a anunciar la Buena Nueva de Jesús a cuantos ha encontrado y en toda situación, por paradójica que pareciese, ahora está a punto de ser sacrificado... he combatido bien...” (v. 6-7). Cansado sí, pero enamorado de ese Señor a quien ha servido con todas sus fuerzas, ahora espera la “corona”. Pero su preocupación por la comunidad es patente.
- ¡Simplemente inmenso este “viejo león” del Evangelio! ¡Cuántas cosas tenemos que aprender de su vida, de su capacidad de entrega y de enamoramiento! Porque, queramos o no, la situación de nuestras comunidades es muy similar a la que describe el apóstol. ¿Cuál es tu actitud y tu empeño, hermano/a? ¿Algo que aprender de Pablo?

Evangelio: Marcos 12, 38-44
“... Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir...”

            CLAVES para LECTURA
- El pasaje evangélico de hoy está compuesto por dos cuadros contrapuestos: por una parte, el comportamiento de los maestros de la Ley; por otra, el comportamiento de una viuda pobre. Los dos cuadros representan la falsa y la verdadera religiosidad.
«Tened cuidado con los maestros de la Ley» (v. 38): vanidad, ostentación, una práctica religiosa contaminada por la avidez y por la hipocresía, éstas son las tres deformaciones de los maestros de la Ley contra las que Jesús quiere ponernos en guardia. La expresión «tened cuidado con» pone de relieve la gravedad particular del peligro en el que pueden caer los discípulos. Marcos (en 8, 15) usa la misma expresión para poner en guardia contra la levadura de los fariseos y de Herodes, y en 13, 15 para poner en guardia contra los falsos profetas.
«Sentado frente al lugar de las ofrendas» (v. 41): en el atrio del templo, al que también podían acceder las mujeres, estaban alineadas las cestas en las que se echaban las monedas. Probablemente, los oferentes declaraban en voz alta al sacerdote que estaba de servicio la entidad del don y la finalidad para la que lo ofrecían. De este modo, el gesto se hacía público y se prestaba a la vanidad.
«Jesús llamó entonces a sus discípulos» (v. 43): hay muchos ricos que hacen opíparas ofrendas, y hay una viuda pobre que ofrece sólo dos monedas de escaso valor, todo lo que posee. Jesús se da cuenta y llama la atención de los discípulos con unas palabras que el evangelio reserva para las enseñanzas más importantes: «Os aseguro que». Jesús ha encontrado un gesto auténtico y quiere que sus discípulos lo aprendan. Lo que ha sorprendido a Jesús no es sólo la falta de ostentación, sino sobre todo la totalidad del don: esa mujer no ha dado lo superfluo -es decir, lo que le sobra después de haber asegurado su vida dentro de unos amplios márgenes de seguridad-, sino «todo lo que tenía para vivir» (v. 44).
             CLAVES para la VIDA
- Este Maestro, de las situaciones más triviales de la vida, es capaz de sacar las lecciones más interesantes y llenas de contenido. Y ante el deseo de los “primeros puestos”, de la ostentación de los Maestros de la Ley, Jesús advierte la enorme gravedad que conlleva esa forma de actuación, ese estilo de práctica contaminada. Esa religiosidad está falseada en su misma raíz y no vale más que para engañarse uno mismo, y acaso a los demás, pero no a Dios.
- Y tomando buena cuenta del “estilo” de la viuda, este Maestro llama a sus discípulos y les plantea claramente la actitud válida: la que parte desde el corazón y no tiene ni siquiera en cuenta su propia situación, la del todo lo que tenía para vivir (v. 44). Todo ello sin ninguna ostentación; sólo llevado por el amor, callado y profundo de la pura gratuidad. ¡Es el núcleo del Evangelio!
- ¡Ahí es nada para el que lo quiera aprender y vivir! ¡Cuántas lecciones se me siguen ofreciendo y de forma continuada! ¿Estaré dispuesto/a a aprender, a hacerlas mías? No dejarme llevar ni vivir el estilo de los “maestros de la Ley”; sino aprender de la pobre y sencilla viuda; hacer mías las propuestas de Jesús... ¡toda una TAREA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario