DOMINGO,
día 22
Jeremías 23, 1-6
“… ¡Ay de los pastores que
dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño! -oráculo del Señor-. Por
eso, así dice el Señor, Dios de Israel: a los Pastores que pastorean a mi
pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis
pues yo os tomaré cuenta… Mirad que llegan los días -oráculo del Señor- en que
suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia
y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y
lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia…”
CLAVES para la LECTURA
- En la Biblia ,
el pastoreo es fuente muy importante de la economía de Israel. Así aparece en
los relatos de Abrahán y de Lot, José y sus hermanos, Saúl y David… Oficio
duro, difícil por la escasez de pastos y, con frecuencia, arriesgado. Esta
imagen tan sencilla del pastor es asumida por Israel, al igual que por las
otras naciones de su entorno, para designar a los dirigentes del pueblo: el
Señor, los sacerdotes, los reyes… En el texto de hoy, el pastor es Sedecías, un
rey inseguro e inestable y dominado por unos ministros ineptos.
- El presente oráculo forma parte de una colección de denuncias y
amenazas dirigidas a los últimos reyes de Judá (Jr 21ss) y a los falsos
profetas (Jr 23, 9-40). Tanto el rey como sus ministros, a quienes incumbía el
deber de guiar al pueblo y ayudarle a vivir en fidelidad a la alianza, se han
desinteresado de las personas a ellos confiadas, las han hecho alejarse,
desorientándolas, y, en consecuencia, les han causado la muerte. Esas acciones
malvadas no quedarán sin castigo, declara Jeremías (vv. 1). De ahí que el
profeta anuncie un cambio radical de situación: Yahvé mismo asumirá la guía del
pueblo. Lo reunirá y le dará seguridad y tranquilidad, que son las condiciones
para su desarrollo (v. 3); pondrá a su cabeza a quien lo cuide y lo protegerá
de las insidias (v. 4).
- El oráculo se abre, por consiguiente, a perspectivas mesiánicas, con
la presentación del personaje indicado como «descendiente de David», un
soberano cuya suprema sabiduría y justicia constituyen los atributos principales
del descendiente davídico vaticinado (Is 9, 5ss) y esperado como verdadero rey
del pueblo reunido (Ez 37, 15-28). La salvación que se llevará a cabo por su
mediación está compendiada en el nombre con el que será aclamado: «El Señor,
nuestra justicia» (vv. 5ss). Por tanto, pondrá en práctica la
salvación de Dios o bien obrará de manera conforme a su voluntad.
CLAVES para la VIDA
-
Como en tantos momentos de la historia, el profeta levanta su voz para
denunciar las actitudes y los comportamientos de unos dirigentes ineptos y
corrompidos, que en lugar de cuidar de su pueblo, lo único que han conseguido
es conducirlos al desastre más absoluto. Especialmente, se les denuncia porque
han violado la Alianza
que unía al pueblo con su Dios, y ahí se encuentra la causa de tantas
desgracias como le están sucediendo a este pueblo, amado y querido por Dios.
-
Por eso, y aquí se produce la gran noticia, Dios mismo asumirá la tarea de
guiar al pueblo por el camino correcto, porque un descendiente davídico, acorde
con el corazón y con los planes del mismo Dios, guiará al pueblo de Israel.
Todas las promesas anteriores se van a cumplir porque las palabras de Dios son
seguras y se realizarán. Así, Israel volverá a ser el pueblo admirado, incluso
por sus enemigos, ya que tendrá un protector único y que será Yahvé mismo.
-
Denuncias y anuncios que nos invitan a tomar conciencia de la buena nueva de
Dios y que ha llevado a cabo Jesús de Nazaret. Las palabras de Jeremías son una
enorme invitación a la fidelidad, porque Dios actúa de ese modo y nosotros
podemos disfrutar de todos esos dones. Y es que el proyecto de Dios sigue en
pie: Él mismo cuida de su rebaño, del que formamos parte. Es el anuncio que nos
llena de gozo y al que somos invitados a disfrutar. Meditar esa Palabra,
asumirla y hacerla mía, vivir desde Ella… ¡todo un desafío!
Efesios 2, 13-18
“… Ahora estáis en Cristo Jesús.
Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él
es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos, judíos y gentiles, una sola
cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido
la Ley con sus
mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear, en él, un solo hombre
nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo
mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la
paz, paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y
otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu…”
CLAVES para la LECTURA
- El apóstol Pablo, tras haber hablado del designio salvífíco
establecido por el Padre en Cristo (Ef 1, 3-14), invita a los destinatarios de
la carta -cristianos procedentes del paganismo- a que tomen conciencia de que
también ellos están llamados a participar en él, y eso por puro don de Dios (2,
4-5. 8). Por tanto, les exhorta a recordar su situación inicial (2, 11ss) y,
siendo conscientes de lo que les ha acaecido (2, 13-18: el fragmento de hoy), a
que caigan en la cuenta de su nueva condición (2, 19-22).
- El fragmento litúrgico de hoy presenta precisamente la consecuencia
del acontecimiento salvífico para los creyentes: la muerte de Jesús les ha
permitido acercarse a Dios (v. 13), de quien estaban alejados, dado que por ser
paganos no le conocían (v. 12). Este es el acontecimiento fundamental, gracias
al cual judíos y paganos, separados de hecho por la mentalidad y por el culto,
excluyéndose recíprocamente y desconfiando los unos de los otros, se han
convertido en un solo pueblo por ser miembros del único cuerpo de Cristo,
prototipo de la humanidad nueva (v. 14). Jesús, con su
encarnación-muerte-glorificación, ha reconciliado a todos con el Padre, ha
eliminado la pesada casuística de la ley judía que señalaba la línea de
aislamiento de los judíos con respecto a todos los demás pueblos, ha proclamado
a todos la paz, la plenitud de todo bien que es él mismo, y lo puede gozar todo
el que acoja su don (vv. 15-17).
- Judíos y paganos, no ya divididos, sino formando parte del mismo
pueblo de Dios que es la Iglesia ,
han accedido al Padre y están animados por el único y mismo Espíritu (v. 18).
CLAVES para la VIDA
- El apóstol va ir
sacando las consecuencias que se producen desde la salvación aportada por
Cristo Jesús. Una es que Él ha hecho de todos un solo pueblo: provengan del
paganismo o pertenezcan al pueblo de Israel, ahora todos se encuentran unidos
por el mismo Jesús y es que se ha derribado el muro que los separaba; Él ha
hecho las paces entre judíos y no judíos, “uniéndolos en un
solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en él, al odio” (v.
16).
- La clave es que
todos forman un solo edificio, donde Cristo es la piedra angular: “ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de
Dios”: ésta es la NUEVA REALIDAD , donde -entre todos- formamos el
templo del Señor y la morada de Dios. Es la tesis central, reflejo del don
inmenso que se nos ofrece en Cristo Jesús. De ahí que es posible afirmar con
enorme gozo: “Cristo es nuestra paz” (v.
14): esto ofrece una perspectiva nueva y llena de esperanza para cuantos le
acogen.
- ¡Muy hermosa toda
la reflexión de Pablo y que también ilumina profundamente mi (nuestro) caminar
de creyente! Desde el ENCUENTRO con Cristo Jesús, me convierto en “hombre nuevo”, a su estilo y semejanza.
Experimentar todo esto como un inmenso don a vivir y a cuidar... ¡ésta es una
TAREA necesaria, y de no descuidar en ningún momento! ¿Lo sientes así,
hermano/a? ¡Buen ánimo!
Evangelio: Marcos 6, 30-34
“... Él les dijo: Venid vosotros
solos a un sitio tranquilo a descansar un poco... Se fueron en barca a un sitio
tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron... Al
desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban
como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma...”
CLAVES para la LECTURA
-
En este fragmento se transparenta la ternura humana y divina de Jesús. Con ella
envuelve a los apóstoles, que regresan entusiasmados de su primera misión: el
Maestro comprende su alegría, pero intuye también la necesidad de revigorizar
el cuerpo y el alma en la intimidad con Él (v. 31a). Por eso les propone una
pausa para reposar lejos de la gente, que les apremia constantemente.
-
Sin embargo, también esa gente, que les sigue por todas partes con su propio
fardo de penas y de esperanzas, suscita en Jesús una compasión todavía mayor
(v. 34). Detrás de aquella multitud de rostros y de historias hay una única
necesidad: encontrar el camino de la
Vida , el sentido y la meta de la existencia.
-
La muchedumbre no tienen quien les guíe con seguridad por este camino. De ahí
que Jesús -Camino, Verdad y Vida- tenga piedad de ellos: “Y se
puso a enseñarles muchas cosas”, saciando su hambre más profunda
con la verdad de Dios, un Dios de ternura infinita.
CLAVES para la VIDA
-
Jesús no solo nos manifiesta su profundidad cuando obra un milagro. También
muestra, y cómo, su ternura y su sensibilidad más exquisita en momentos como
los que relata el pasaje evangélico. Así, invita a su grupo a descansar y
reposar, a saciar su espíritu estando de nuevo a solas con Él; pero también
siente compasión de la multitud que busca “algo” que sacie su hambre, la más
profunda, pero que se encuentra como oveja que no tiene pastor, que no tiene
quien le sacie y le alimente. Por eso, “se puso a
enseñarles muchas cosas” (v. 34).
-
Es hermoso, de veras, descubrir a un Jesús tan humano, tan delicado con la
situación de cada persona. En ocasiones, parece que tiene prisa por anunciar el
proyecto del Padre; en otras, invita a ir a un despoblado “a
descansar”; pero su capacidad de compasión es realmente
exquisita y se deja arrastrar por ella. ¡Hermoso, muy hermoso!
-
Todo un modelo, sin duda alguna, para quien -hoy y aquí- está llamado a ejercer
el ministerio del pastoreo, compartiéndolo con el mismo Jesús. Pero sugerente
para todo seguidor suyo, ya sea para vivirlo y ejercerlo él mismo, como también
para saber que ahí está Jesús, dispuesto a enviarnos y también para invitarnos
a descansar junto a Él y así reponernos. ¡Vaya lección!
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