martes, 24 de julio de 2012


MIÉRCOLES, día 25: SANTIAGO, apóstol
-Solemnidad-

Hechos de los Apóstoles 4, 33; 5, 12. 27-33; 12, 2

 “... ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre. Pedro y los apóstoles replicaron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Esta respuesta los exasperó y decidieron acabar con ellos...”

CLAVES para la LECTURA
 - Es el cuarto discurso de Pedro, también delante del Sanedrín. En él responde a la doble acusación de haber desobedecido la prohibición terminante de enseñar en nombre de ése y haber hecho a los notables del pueblo responsables de la muerte de Jesús. Es preciso señalar la alergia que sienten los miembros del Sanedrín hacia el nombre ese, nombre en torno al cual se está llevando a cabo el giro decisivo.
- Las características de este breve discurso pueden ser resumidas de este modo: en primer lugar, Pedro reafirma el deber de someterse a Dios antes que a los hombres, porque, sólo a quien se somete a Dios, se le concede el Espíritu Santo (v. 32). En segundo lugar, a Jesús se le vuelve a llamar, una vez más, Príncipe (o autor o iniciador) y Salvador. Jesús es el nuevo Moisés que guía al pueblo hacia la liberación y la salvación. En tercer lugar, la obra propia y originaria de este Príncipe y Salvador consiste en “dar a Israel la ocasión de arrepentirse y de alcanzar el perdón de los pecados”. Se trata de una alusión a Jeremías: Pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo (31, 33). Gracias a Jesús, Príncipe y Salvador, han llegado los tiempos de este don sublime. Por último, el Espíritu Santo es el garante de autenticidad del testimonio tanto a favor de la vida nueva como de la certeza y el valor que infunde y de los prodigios que realiza.
- La reacción, de rabia, es preocupante: tras la eliminación física del Nazareno, se piensa también en la de los apóstoles.

 CLAVES para la VIDA
 - El autor sagrado, en este caso Lucas, nos sigue ofreciendo las peripecias de la primera Comunidad cristiana, centrada, de manera específica, en los Apóstoles. Y, desde luego, impresiona la valentía de Pedro, tan cobarde en otros momentos de su andadura en el seguimiento de Jesús. Pedro y el grupo se sienten forzados a obedecer a Dios antes que a los hombres, aunque sea el Sanedrín, y es que se sienten portadores de una Buena Noticia, la buena Noticia que parte de en nombre de ése, como le llaman sus enemigos despectivamente.
- Y es que Jesús ha dado un giro decisivo a toda la historia y, por supuesto, a toda la fe, a la comprensión de Dios, a la salvación. De hecho, en este testimonio se le denomina Salvador, también para Israel, llamado a aceptar esta nueva situación. Pero que desde luego el Sanedrín, -representante de ese pueblo-, no está en actitud de acogida, ni mucho menos, de la aportación que se obra en Jesús.
- Y en esta labor de anuncio salvador, aquel grupo de Jesús se siente animado y empujado por el Espíritu que les hace ser testigos. ¡Inmejorable la síntesis que nos ofrece el apóstol! Aquí nos encontramos también los seguidores de Jesús: en ocasiones, como acomplejados o acomodados; en otras, encerrados en nuestras “trincheras”, con excesivas dosis de miedo para anunciar esa Buena Noticia, en medio de nuestra cultura y entorno, también hoy “hostiles” e indiferentes a este mensaje.

 2 Corintios 4, 7-15

“... Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo...”

 CLAVES para la LECTURA
 - En el incipit de la lectura de hoy, Pablo nos habla de «este tesoro» que llevamos en vasijas de barro. Pablo tiene identificada en su mente la realidad precisa del «tesoro». Por consiguiente, éste no se queda en algo genérico, en algo que debamos adivinar de una manera arbitraria: se refiere a la luz que Dios hace brillar en nuestro corazón para hacer resplandecer el conocimiento de la gloria divina que brilla en el rostro de Cristo. Este «tesoro» es el conocimiento-experiencia de Cristo; la «vasija de barro» es la personalidad global del hombre («corazón» equivale a interioridad, conciencia, sentimiento, identidad total).
- El cursus de la exposición de Pablo vuelve a la autobiografía, aunque el «nos» puede implicar, paradigmáticamente, a muchos otros, incluidos los hermanos de la comunidad de Corinto. En efecto, las situaciones bosquejadas a través de las automemorias paulinas cubren la historia de las Iglesias y la peripecia evangélica de muchísimos discípulos del Señor, de aquel tiempo y de todas las épocas. El símbolo del «tesoro en vasijas de barro» es muy eficaz -hasta el punto de que se ha convertido en proverbio- a la hora de sintetizar las distancias entre la preciosidad y la modestia del recipiente, entre la «fuerza extraordinaria» que viene de Dios y la desnudez de la impotencia humana.
- Las situaciones enumeradas ponen de manifiesto lo que decimos. Cada una de ellas presenta verificaciones autobiográficas y narrativas documentadas (cartas: por ejemplo, los capítulos 10-12 de esta misma carta; Hechos de los apóstoles). En medio de tanta agitación, en el itinerario de una vida que podría parecer sumamente desgraciada, la «invulnerabilidad» es una especie de salvavidas conceptual y existencial vencedor. Ese término moderno, invulnerabilidad, no forma parte del vocabulario paulino; sin embargo, pinta de maravilla la convicción y la vida diaria de Pablo: la «invulnerabilidad» es como el ámbito «cultural» más firme en la mentalidad del dinámico y monolítico apóstol. Está convencido y sabe por experiencia que, por llevar en el cuerpo la muerte de Jesús, también su vida se manifestará en el mismo cuerpo. La fe fundamental en Cristo resucitado convence de la propia resurrección, como él y con él. La «fuerza extraordinaria» de Dios es razón y certeza de nuestra propia invulnerabilidad.

 CLAVES para la VIDA
 - ¡Páginas como éstas nos muestran el interior de una persona y nos ofrecen -como en un espejo- algo que cada uno llevamos dentro!: Una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros (v. 7), es la convicción del apóstol, aquel que ha experimentado en su propia carne la debilidad propia y las múltiples dificultades que ha encontrado en su camino. En todo ello se siente unido a Cristo, con quien se ha solidarizado en los sufrimientos, con la esperanza de que también participará de su vida (v. 10).
- La clave del apóstol es FIARSE de Dios; además, plenamente, porque es consciente de que lleva un tesoro en vasijas de barro. Aquí es donde Pablo se convierte en ejemplo magnífico de valentía y de generosidad, siguiendo los pasos del mismo Jesús, quien se entregó totalmente por salvar a los demás. El destino de Pablo está unido al de Cristo Jesús. Desde ahí dirá con aquella rotundidad creí, por eso hablé (v. 13).
- ¡Magnifica invitación! ¡Casi una provocación para nosotros, hoy y aquí! ¡Cuántas veces, las dificultades y contrariedades de la vida nos achican y sentimos el deseo de “encerrarnos”, desaparecer. Aquí surge el testimonio de Pablo y de tantos otros que nos empujan hacia delante, a la tarea. Pero, todo parte del ENCUENTRO con el Señor Jesús; ahí está el secreto: mensaje que se nos ha recordado constantemente a lo largo de las celebraciones de Pascua. ¿Qué tal te sientes, hermano/a? ¿Te animas a la “lucha”, convencido/a de su presencia? ¿Sí...? ¡Él nos llama, nos sigue animando!

 Evangelio: Mateo 20, 20-28

“... No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? ... No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo...”

 CLAVES para la LECTURA
 - Jesús, de peregrinación a Jerusalén, sube a la ciudad santa perfectamente consciente del final de su camino humano y por tercera vez predice a sus discípulos la pasión. Y lo hace del modo más explícito y desconcertante para la mentalidad de los contemporáneos: no sólo se identifica con el Hijo del hombre, figura celeste y gloriosa esperada para inaugurar el Reino escatológico de Dios, sino que, con audacia y autoridad, funde este personaje con otra figura bíblica de signo aparentemente opuesto, la del Siervo doliente (vv. 18-19. 28).
- Los discípulos no estaban preparados para comprenderlo. Prefieren abrigar -para el Maestro y para sí mismos- perspectivas de éxito y poder (vv. 20-23). Y Jesús les explica el sentido de su misión y del seguimiento: ha venido a beber la copa (v. 22), término que en el lenguaje profético indica el castigo divino reservado a los pecadores.
- Quien desee los puestos más importantes en el Reino debe, con él, estar dispuesto a expiar el pecado del mundo. Éste es el único “privilegio” que él puede conceder. No le incumbe establecer quién debe sentarse a su derecha o a su izquierda (v. 23). Él es el Hijo de Dios, pero no ha venido a dominar, sino a servir, como Siervo de Yahvé, ofreciendo la vida como rescate (lytron), para que todos los hombres esclavos del pecado y sometidos a la muerte sean liberados.

 CLAVES para la VIDA
- Lo que los profetas anunciaron, ahora es asumido, con creces, por Jesús de Nazaret. Consciente de su camino, aceptando los planes de Dios y su deseo de solidaridad hasta el extremo, se dirige a la entrega de su propia vida. Y aunque no le entiendan para nada ni sus discípulos, ésa es la propuesta de Jesús para todo aquel que quiera seguirle: No he venido a ser servido, sino a dar la vida por los demás (v. 28). ¡Está claro, muy claro! Al menos, si se quiere entender.
- Y ésa es la oferta de Jesús para quienes acogen el don y el regalo del Reino. Es necesario cambiar de mentalidad y de criterios, y aceptar “ser servidor”. No hay más caminos, aunque parezca ridícula la oferta. No es de extrañar que le tacharan de no estar en sus cabales; no es de extrañar que su grupo se sienta ofendido porque algunos quieran coger los puestos de privilegio.
- ¡Vaya opción la que se me ofrece! Porque aquí me encuentro yo y ésta es su propuesta. ¡Vaya propuesta...! Pues nada, éste es el “privilegio” que Él me ofrece, diciéndome, además, que seré feliz y pleno aceptándolo y realizándolo en mi vida. Realmente, necesito estar enamorado de este Jesús y de lo que vive, para seguirle en estas condiciones. Ahí se plantea, HOY, mi conversión, la vital.

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