jueves, 26 de julio de 2012


VIERNES, día 27

Jeremías 3, 14-17

 “… Os daré pastores conforme a mi corazón, que os apacienten con ciencia y experiencia. Cuando os multipliquéis y crezcáis en el país, en aquellos días -oráculo del Señor-, ya no se nombrará el arca de la alianza del Señor: no se recordará ni se mencionará, no se echará de menos, ni se hará otra…”

 CLAVES para la LECTURA
- Es clara la doble vertiente de la vocación de Jeremías: edificar y plantar de un lado y del otro desarraigar y asolar. La perícopa anterior tenía un claro matiz peyorativo, condenatorio, exigente. Ahora, en todo el capítulo tercero, nos encontramos con la otra cara del díptico. Y dentro de él dos perícopas, injertadas muy probablemente por otra mano. Una de ellas la forman los versículos de la presente lectura.
- Por más que ha pretendido unírseles al resto del capítulo no existe otro punto de contacto que el término hebreo «sub» =conversión, metanoia, eje central de todo este capítulo tercero. Como el pensamiento y estilo son netamente jeremianos, hemos de pensar que nos encontramos ante un oráculo de consolación del Jeremías posterior a la ignominiosa caída de Jerusalén insertado aquí por el redactor final de la obra. Lo realmente significativo es su sentido mesiánico reflejado en la expresión «en aquellos días», característica en la literatura profética para designar los últimos tiempos. Su contenido está en perfecta consonancia con los oráculos mesiánicos del libro de Isaías.
- En realidad, Jerusalén había sido destruida; el arca de la Alianza, símbolo de la presencia de Yahvé en medio de su pueblo y de la que se decía ser su trono, había sido descuartizada, no por su contenido sino por el oro de que estaba recubierta. La tradición no quiso recordar este hecho bochornoso y aseguraba, de acuerdo con el apócrifo de que se hace mención en el 2 Mac 4, que había sido escondida por el propio Jeremías en el monte Nebo.
- Por otra parte, el Dios que los había dispersado los reuniría «nominatim», uno de aquí y dos de allá, hasta formar ese resto escogido y fiel a través del cual se cumplirían todas las promesas patriarcales y davídicas. En manos de Dios está tanto la felicidad como la desgracia. Él es quien traza el camino a sus elegidos a través de cualquier acontecimiento próspero o adverso. Él será quien sustituya a los antiguos pastores mercenarios por pastores auténticos según su corazón, de acuerdo con el modelo davídico. Después del destierro babilónico, Yahvé mandó a su pueblo excelentes pastores como Zorobabel, Esdras y Nehemías. Pero aquel pequeño rebaño no terminaba de cumplir la predicción de Jeremías.

CLAVES para la VIDA
- Y vuelve a repetirse la historia: a pesar del cúmulo de infidelidades por parte del pueblo, el corazón de Dios (que es lo que “lee” el profeta) está por “otra cosa”; no es el castigo ni la destrucción lo que desea y, por eso mismo, lo busca y trabaja. Al contrario, el profeta, que hace poco ha denunciado con fuerza el proceder de este pueblo, ahora levanta su voz para anunciar esos tiempos nuevos, en los que es posible renovar la mutua relación y con consecuencias bien visibles.
- Y es que el mismo Dios les va a dar pastores que obren conforme a su corazón, y como el corazón de Dios no quiere otra cosa que el bien para su pueblo, la realidad va a ser totalmente diferente. Sólo un pequeño paso por parte del pueblo será suficiente para que se inicie ese nuevo proceso. Volved es la invitación, y ahí se iniciará la creación de ese “resto” que caminará en fidelidad plena y según los deseos de Dios.
- Una vez más se me (nos) recuerda que el proyecto de Dios es de vida, de bien y no precisamente de ruina y de destrucción (como a veces se ha presentado). Ese Dios, enamorado y fiel, quiere y desea lo mejor para sus hijos; también para mí. Sólo será necesario un volved, que seguramente tendrá que ser algo continuado, porque mi tendencia (casi natural) es a despistarme y alejarme de sus senderos. ¿A qué te suena a ti todo esto, hermano/a? ¿Crees que será así? ¿Cómo te sientes?..


Evangelio: Mateo 13, 18-23


“… Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador. Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno…”

 CLAVES para la LECTURA
- Tras pedírselo sus discípulos, Jesús les da la interpretación de la parábola del sembrador. La exégesis ve también en la explicación de Jesús una experiencia de vida cristiana y de la predicación de la Palabra de Dios con los diferentes resultados que obtiene. Algunos exégetas sostienen que esta explicación será preponderantemente fruto de la experiencia de la comunidad primitiva. Nosotros preferimos ver en ella la enseñanza del mismo Jesús, acompañada, no obstante, de la práctica de la Iglesia, que ha podido dar cierto colorido al texto actual del evangelio.
- La explicación de la parábola del sembrador desplaza la atención desde aquel que esparce la semilla a las causas de su diferente recepción. Al explicitar la comparación, se pasa de la constatación del resultado, combatido aunque a fin de cuentas sorprendente, de la predicación del Reino de Dios por parte de Jesús y de los continuadores de su obra, a la consideración de los motivos que llevan a los oyentes a cerrarse o abrirse al anuncio y, por consiguiente, a la conversión.
- El evangelista, releyendo la parábola de manera alegórica, pone de manifiesto que el fondo de la dureza de corazón es obra del maligno, del que es mentiroso desde el principio (1 Jn 2, 22; 3, 8). El hombre secunda esa obra cuando vive de modo que no permite a la Palabra de Jesús arraigar en su vida. De esta forma, distrae fácilmente su atención de ella y deja que los sufrimientos, las incomprensiones, las riquezas, ocupen todo el espacio de su corazón y de su mente. Da frutos abundantes, por el contrario, quien es dócil a la Palabra de Jesús: figura entre los «bienaventurados» (Mt 13, 16) a los que ha sido revelado el misterio del Reino; figura entre los «pequeños» en los que se complace el Padre y a los que introduce en la comunión trinitaria (Mt 11, 25-27).

 

CLAVES para la VIDA
- Está claro: la fuerza interna de la semilla está garantizada; tiene vida y capacidad de producir nueva vida y de forma abundante. Así lo presenta el mismo Maestro, Jesús. Por lo tanto, no es posible achacar a factores internos de la semilla el hecho de producir o no los frutos deseados; eso está garantizado. Será necesario buscar la “explicación” en otro lugar, ya que se debe a otros factores distintos de la semilla.
- Esto es lo que quiere destacar esta enseñanza parabólica de Jesús: es muy necesario tener en cuenta el tipo de terreno que acoge a la semilla (con capacidad en sí misma). El terreno es el condicionante principal en este caso: ya sean las “piedras”, la superficialidad, los afanes y preocupaciones de la vida y de las riquezas, o… las que atrofian y hacen inútil la fuerza interna de la semilla. ¡He aquí la cuestión clave!
- El “examen” que esta explicación de la parábola tiene para mí es evidente. Si el tipo de terreno y de acogida de la semilla condiciona sus frutos, también en mi (nuestra) vida se da esta situación. ¡Cuántas veces puedo ser un asiduo “consumidor” de la Palabra, pero esa misma Palabra no cuaja y produce vida en mi caminar creyente y de seguidor de este Jesús! Este hecho es algo innegable que se da en nuestros ambientes. ¿También en mi vida? ¿Y en la tuya, hermano/a?

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