MARTES,
día 17
Isaías 7, 1-9
“... Entonces el Señor dijo a Isaías: Sal al encuentro de Acaz, con
tu hijo Sear Yasub, hacia el extremo del canal de la Alborea de Arriba, junto a
la Calzada
del Batanero; y le dirás: ¡Vigilancia y calma! No temas, no te acobardes ante
esos dos cabos de tizones humeantes... Así dice el Señor: No se cumplirá ni
sucederá: Damasco es capital de Siria, y Rasín, capitán de Damasco. Samaría es
capital de Efraín, y el hijo de Romelía, capitán de Samaría...”
CLAVES para la LECTURA
- Sobre el fondo de
la guerra siro-efraimita, que opuso a los reyes de Israel y de Siria contra el
rey de Judá, se abre con el capítulo 7 de Isaías el así llamado «libro del
Enmanuel». «Enmanuel», Dios-con-nosotros, es el nombre del hijo anunciado a
Ajaz, rey de Judá, como signo que garantiza la intervención salvífica de Yahvé,
a pesar de la incredulidad del soberano y de los grandes del reino.
- En torno a esta
figura se agrupan los oráculos de los capítulos 7-11, en los que se atribuye al
hijo que ha de nacer prerrogativas que superan los confines de su historia
contemporánea y lo elevan a símbolo e imagen del Mesías que había de venir.
Dios cumplirá su promesa y asegurará el futuro de la dinastía davídica. Al rey
y al pueblo les corresponde esta adhesión de fe, condición indispensable para
participar de la promesa misma.
- Frente a la
inminente amenaza de Israel y de Siria, que no perdonan a Judá su no
participación en la coalición antiasiria, el rey Ajaz, por un lado, dota a
Jerusalén de defensas que puedan asegurarle la supervivencia en caso de asedio
y, por otro, intenta aliarse con el más fuerte, esto es, precisamente Asiria.
- El profeta va al
encuentro del rey para recordarle que lo que cuenta y marca la diferencia no es
tanto la estrategia política y militar como la fe en Dios (v. 9b), único
auténtico soberano de Judá, a quien el profeta representa. El Señor garantiza
la victoria sobre los dos reyes, cuyo poder es comparable al de «dos tizones humeantes» (v. 4).
CLAVES para la VIDA
-
En medio de la situación confusa de guerras y alianzas, el profeta recuerda -al
rey y a los dirigentes del pueblo- los criterios de fidelidad religiosa que
deben cuidar y mantener. En nombre de Yahvé, el Dios fiel, el profeta anuncia
que ese Dios seguirá apoyando la dinastía de David, la línea mesiánica. La
condición es que ellos también sean fieles y crean en las promesas de Dios.
Aquí radica el secreto de ese futuro esperanzador.
- Y
es que el plan de Dios es de fidelidad a las promesas. Así, es hermoso el gesto
simbólico que Dios sugiere a Isaías: tiene que ir al encuentro del rey
acompañado del hijo del profeta, que lleva por nombre “Sear Yasub”, que
significa “un resto volverá”. Dios nunca cierra del todo la puerta a la
esperanza; al contrario, siempre apuesta por ese camino que se abre a nuevos
horizontes y que sugiere la vida. ¡Ahí está Dios!
-
Hoy, para nosotros sigue siendo sugerente esa invitación constante a la
esperanza y a la fidelidad. La situación, confusa y complicada como la actual,
es momento para volver a acoger las promesas de salvación y de vida. La causa
de la humanidad ha sido plenamente asumida como propia por el mismo Dios. Ésta
es nuestra garantía: ésta es la propuesta. ¡No es fácil aceptarla!..
Evangelio: Mateo 11, 20-24
“... Se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho
casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: ¡Ay de ti, Corozaín,
ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los milagros que en
vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.
Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a
vosotras..."
CLAVES para la VIDA
- El fragmento
evangélico de Mateo que hemos leído hoy es una lección sapiencial como muchas
otras que podemos encontrar en el Antiguo Testamento; a saber: un hecho
concreto explicado sobre la base de una semejanza de términos opuestos (como la
de los dos caminos: el bien y el mal; los dos árboles: el plantado en terreno
árido y el plantado junto al agua). La expectativa frustrada es una realidad
humana desconcertante, aunque frecuente en la vida.
- El pasaje nos
presenta el duro reproche de Jesús contra las ciudades que no acogen su
Palabra. Se trata de tres ciudades de Galilea -Corozaín, Betsaida y Cafarnaún-
que, aun habiendo oído la predicación de Jesús, acompañada por tantos milagros,
permanecen frías e insensibles, sin abrir su ánimo.
- Para acentuar aún
más su culpabilidad, Jesús emplea la comparación con otras ciudades paganas
especialmente conocidas por sus pecados, como Tiro y Sidón, Sodoma y Gomorra. Y
nos hace ver que estas ciudades, aun corrompidas por tantos vicios, habrían
tenido un comportamiento diferente, más acogedor y respetuoso, aunque sólo
hubiera sido por haber visto los milagros realizados por Jesús. Sin embargo,
las ciudades «creyentes» de Galilea, a pesar de sus acciones milagrosas, se
niegan a escuchar, prefieren su dureza de corazón y se cierran al mensaje de
salvación que se les ha ofrecido.
CLAVES para la VIDA
-
¡Qué “misterio” que aquellas gentes que están en contacto con Jesús y sus
acciones milagrosas no acepten en esas obras la presencia salvadora de Dios!
Ésta es la situación a la que alude el texto evangélico de hoy. Éste es uno de
los dramas que el mismo Jesús tuvo que sufrir en propia carne. Y que, sin duda
alguna, en momentos determinados, le dejó perplejo y preguntándose si su camino
era el acertado y estaba viviendo lo que el Padre deseaba. Como respuesta se
abrirá plenamente al Padre.
- Y
es que el “perfil mesiánico” que el pueblo esperaba, especialmente sus
dirigentes, no coincidía con lo que ellos estaban viendo. Sus esquemas
religiosos y de vida podían más que lo que la realidad de cada día les
mostraba. Renunciar a sus esquemas de siempre y aceptar la novedad de Jesús y
de su propuesta resulta un reto imposible. Éste es el cuadro del relato
evangélico de hoy.
- Aquí
tenemos, también nosotros, un desafío constante, porque Jesús siempre nos
sorprende: su estilo, su mensaje adaptado a cada momento y a tantas situaciones
de vida, su propuesta arriesgada y con aire de radicalidad y exigencia, sus
promesas futuras, pero que hay que esperar... ¡todo eso es un inmenso desafío!
¿Lo aceptas, hermano/a? ¿Te lanzas?..
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