viernes, 20 de julio de 2012

SÁBADO, día 21

Mi 2,1-5: Codician los campos y se apoderan de las casas.


Ay de los que meditan maldades, traman iniquidades en sus camas;
al amanecer las cumplen, porque tienen el poder.
Codician los campos y los roban, las casas, y se apoderan de ellas:
oprimen al hombre y a su casa, al varón y a sus posesiones.
Por eso, dice el Señor: Mirad, yo medito una desgracia contra esa familia.
No lograréis apartar el cuello de ella; no podréis caminar erguidos,
porque será un tiempo calamitoso.
Aquel día entonarán contra vosotros una sátira, cantarán una elegía: han acabado con nosotros; venden la heredad de mi pueblo;
nadie lo impedía, reparten a extraños nuestra tierra.
Nadie os sortea los lotes en la asamblea del Señor.



Mt 12,14-21: Les mandó que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta.


En aquel tiempo, los fariseos, al salir, planearon el modo de acabar con Jesús.
Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos le siguieron.
El los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones».

CLAVES para la VIDA

Nuevamente nos encontramos con Jesús enfrentado a los fariseos que le critican sanara uno en sábado y en la misma sinagoga. ÉL justifica su acción argumentando que estaba permitido salvar una oveja si caía en un pozo en sábado, con cuanta mayor razón se podía sanar un hombre enfermo; el hombre valía mucho más que una oveja. El hombre no había nacido para servir al sábado, sino que todo debe estar a su servicio. Es el momento en que los fariseos deciden eliminar a Jesús (v. 14), ÉL sigue haciendo el bien a quienes lo necesitan, sólo les pide que no lo digan
a nadie. ¿Cuál es el motivo para imponer silencio? Es el secreto mesiánico. La prudencia le aconseja evitar nuevos  controversias con los fariseos, necesitaba tiempo para exponer su doctrina y su mesianismo. Pero la razón más importante es de carácter teológico: Jesús es el Siervo de Yahvé (cfr. Is. 42,1-4), que actuará sin ostentación, con sobriedad que busca a los pobres y necesitados, concederá la justicia a todos incluidos los paganos. Jesús, es el Siervo de Yahvé, en que se cumplen las esperanzas de las naciones, vive oculto en el misterio, pero se esclarece con su muerte y resurrección, en total sintonía con el hombre pecador al que vino a rescatar para hacerlo hijo de Dios. La voz de Jesús, su palabra vive en el espíritu de todos los que muertos al pecado,  son hijos de la resurrección por su condición bautismal. La semilla del evangelio vive en una religión sincera, en aquellos que aman a Dios y al prójimo, vacíos de sí mismos para dejarse llenar por el amor misericordioso de Dios. Como Jesús, optan por el servicio desinteresado por los demás con el espíritu de las bienaventuranzas. Si Jesús muere es porque libremente entrega la vida, en plena sintonía con el plan de salvación diseñado por el Padre para todo ser humano. La Cruz se alza desde entonces como esperanza nuestra, fuente de vida.    
El alma poética de Teresa de Jesús, nos invita en estos versos a descubrir en la Cruz el camino de la vida verdadera que nos dejó abierto con su ofrenda al Padre Jesucristo, el Señor por toda la humanidad. “En la Cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo” (Poesía 19).


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