DOMINGO, día 29
2 Reyes 4, 42-44
“… Vino un hombre de Bal-Salisá
trayendo en la alforja el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano
reciente para el profeta del Señor. Eliseo dijo: Dáselos a la gente para que
coman. El criado replicó: ¿Qué hago yo con esto para cien personas? Eliseo
insistió: Dáselos a la gente para que coman porque esto dice el Señor: Comerán
y sobrará. El criado se los sirvió a la gente; comieron y sobró, como había
dicho el Señor…”
CLAVES para la LECTURA
- Este pasaje pertenece al llamado «ciclo de
Eliseo» (2 Re 4, 1-8. 15; 9, 1-13; 13, 14-25), cuya primera parte recoge el
relato de unos milagros realizados por el profeta en favor de algunos grupos de
profetas, de personas extranjeras o israelitas, y hasta de todo el pueblo. El
milagro narrado en la perícopa litúrgica consiste en la multiplicación de
veinte panes de cebada -que le habían sido ofrecidos a Elíseo en razón de su
ministerio- en una cantidad más que necesaria para saciar el hambre de cien
personas.
- A la objeción planteada por el criado sobre
la evidente imposibilidad de distribuir aquella poca cantidad de pan entre toda
la gente que estaba presente, el profeta responde con la confianza firme en la Palabra del Señor que le
ha sido comunicada, y que le ordena realizar esa acción. El milagro que se
produce es la confirmación de la autoridad de Eliseo, una autoridad que le
viene de la fe y de su obediencia a Yahvé.
- De ahí que el «Así dice el Señor», «como había dicho el Señor»,
esta fórmula tiene una gran importancia, ya que el autor no quiere presentar un
Eliseo político o milagrero, sino un intermediario del poder divino que se
derrama sobre la comunidad. Al narrador le interesa mucho más la palabra de
Dios que actúa a través del mensajero que el pan material del relato. Dios,
pues, cuida a su pueblo no por un político, sino por un profeta: Eliseo.
CLAVES para la VIDA
- Continúa la acción salvífica de ese Dios,
enamorado de su pueblo, y lo lleva a cabo a través de su “mensajero”, el
profeta. La historia de la salvación, las promesas de vida, por parte de Dios,
se siguen haciendo realidad de forma extraordinaria. Eso sí: siempre a favor de
los más débiles, de un pueblo que sufre las consecuencias de una situación de
sequía con la hambruna para los pobres.
- Pero también es verdad que la fuerza del profeta
no tiene su origen en él mismo, sino que se apoya en otro lugar: “Así dice el Señor”
es el resumen “mágico” donde se sustenta toda su vida, el ser y el hacer del
profeta. Como ocurriera con su maestro Elías y como ocurrirá en tantos y tantos
profetas, el origen de todas esas acciones prodigiosas esté en el querer y en
el proyecto del mismo Señor, que ha prometido cuidar y liberar a su pueblo.
- Relatos sencillos pero que contienen un núcleo
esencial también hoy, para nosotros: Dios tiene un proyecto de vida y lo
realiza por medio de sus mensajeros. Así de simple y de hermoso. La fuerza,
pues, radica en Dios mismo. Como más tarde se nos dirá que “las palabras y acciones” de Jesús
expresan claramente los deseos y proyectos del mismo Dios; en eso consiste la
“presencia divina” que anida en él. Sentirme mensajero de los proyectos de
Dios, apoyándome siempre en Él, en los deseos de su corazón (siempre para
bien), es la tarea y misión profética a la que soy invitado. ¿Y tú, hermano/a?
Efesios 4, 1-6
“... Yo, el prisionero por Cristo, os ruego que andéis como pide la
vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed
comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad
del Espíritu, con el vínculo de la paz... Un Señor, una fe, un bautismo. Un
Dios, Padre de todos, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade
todo...”
CLAVES para la LECTURA
- Si hasta aquí el tono de la carta era el de un admirado asombro
contemplativo, desde esta perícopa en adelante prevalece el tono de la
exhortación. Pablo se presenta como «el prisionero por amor al Señor» (v. 1), cuya
autoridad deriva no sólo de ser apóstol, sino de haber aceptado también las «cadenas»
(6, 20), obedeciendo lo que puede exigir la vocación cristiana.
- Su invitación no obedece a situaciones particulares de los
destinatarios, sino que va dirigida al cristiano en cuanto tal, sin que importe
la condición sociopolítica y temporal a la que pertenezca. Se trata, ante todo,
de la invitación a dar una respuesta plena y coherente a la belleza y nobleza
de la vocación que acaba de describir. Es interesante señalar que las
cualidades de una vida comprometida con la realización de esta vocación están
ordenadas a la unidad. La humildad, la amabilidad, la paciencia, la aceptación
recíproca y cordial (v. 2), son elementos absolutamente necesarios para hacer
este camino que es, a renglón seguido, obra de unificación perseguida por el
Espíritu, en cada uno y en todos, en todos los ámbitos: el personal, el
comunitario y el eclesial.
- El apóstol insiste en este fascinante tema del «uno», pero, a diferencia de
los filósofos neoplatónicos, lo hace en clave trinitaria. Uno es «el cuerpo»
místico (la Iglesia ),
una es «la
esperanza» -horizonte de luz abierto en nosotros por la
llamada-, uno es «el bautismo» y una «la fe»; uno es, a
continuación, «el Señor» Jesús, uno es «el Espíritu» y uno solo «el Padre de todos», fuente de
amor que obra en todos y por medio de todos. La unidad en la Trinidad es fundamento y
exigencia de la unidad visible, práctica a la que deben tender los cristianos
bajo todos los cielos y en cualquier época.
CLAVES para la VIDA
- El apóstol, que ha presentado con entusiasmo el
misterio de Cristo y de la
Iglesia , ahora, a partir de este capítulo, toma un tono más
exhortativo y práctico. Y es que se trata de la aplicación del misterio a la
vida: “andemos
como pide la vocación a la que hemos sido convocados” (v. 1). Y
la primera consecuencia que saca Pablo es la necesidad de vivir la unidad en la
comunidad de Jesús. Es una necesidad y una urgencia.
- La raíz última de esta unidad es que todos tenemos
un solo Espíritu, un solo Señor y un solo Dios y Padre. Esto es, es la clave
trinitaria la que está en la base de todo. Si bien, conlleva elementos muy
concretos y que afectan a la vida: humildad, amabilidad, paciencia, la
aceptación recíproca y cordial (v. 2). No es, pues, una proclamación teológica
y doctrinal, sino una unidad que tiene mucho que ver con la vida misma.
- Una vez más, este gran testigo de Jesús, sabe
dónde apretar para hacerme consciente de lo que soy portador y de las
consecuencias que supone esta participación en la vida de Cristo. La vida de
Dios que se me ofrece, requiere un nuevo estilo de vida y de actitudes, y que
afectan a mi realidad comunitaria y de vida fraterna. No es cuestión de
proclamas y enunciados doctrinales; la caridad y el amor son los que producen
la credibilidad, tanto en la vida como en la dimensión apostólica. Lo demás...
¡ya vendrá! ¿Estás de acuerdo, hermano/a?
Evangelio: Juan 6, 1-15
“... Jesús entonces levantó los ojos y al ver
que acudía mucha gente dice a Felipe: ¿Con qué compraremos panes para que coman
éstos?... Uno de sus discípulos, Andrés, le dice: Aquí hay un muchacho que
tiene cinco panes de cebada y un par de peces. Jesús dijo: Decid a la gente que
se siente... Se sentaron: sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los
panes dijo la acción de gracias y los repartió...”
CLAVES para la LECTURA
- El milagro de la multiplicación de los panes
introduce, de manera simbólica, en el magno “discurso del pan de vida” y está
situado en el centro de la actividad pública de Jesús. Se trata de un signo
querido por el Maestro para revelarse a sí mismo. Sin embargo, Juan presenta el
signo como el nuevo milagro del maná (Ex 16), hecho por Jesús, nuevo Moisés, en
un nuevo Éxodo, y como símbolo de la Eucaristía , cuya institución durante la última
cena, a diferencia de los sinópticos, no cuenta el cuarto evangelio.
- El fragmento manifiesta un significado
cristológico y sacramental preciso. Este sentido no es tanto saciar el hambre
de la muchedumbre, como revelar la gloria de Dios en Jesús, Palabra hecha
carne. El texto está dividido de este modo:
a) introducción histórica (vv. 1-4);
b) diálogo entre Jesús y los discípulos (vv. 5-10);
c) descripción del signo-milagro (vv. 11-13);
d) incomprensión de la muchedumbre y soledad de
Jesús, que se retira a rezar en el monte (vv. 14s).
- Para Juan, Jesús es aquel en quien se cumple el
pasado y se realizan todas las esperanzas de Israel. En efecto, el pan que el
Maestro va a dar al pueblo, perfecciona (superándola) la pascua judía y pone el
gran milagro bajo el signo del banquete eucarístico cristiano. Jesús habla, en
primer lugar, a la gente que le sigue de la nueva alianza con Dios y de la vida
eterna (a la que está destinada la humanidad). A continuación, toma la
iniciativa y llama la atención del apóstol Felipe sobre la dificultad del
momento. La solución humana no basta para saciar las necesidades del hombre (v.
7). Es Jesús quien va a satisfacer en plenitud todas las necesidades. El
alimento se multiplica en sus manos. Todos quedan alimentados hasta tal punto
que, por indicaciones de Jesús, se recoge lo que ha sobrado en doce cestos “para que no se pierda nada” (vv. 12s). Con el
signo del pan, Jesús se presenta como el Mesías esperado que sacia el hambre de
su pueblo, en base al proyecto que el Padre ha trazado.
CLAVES para la VIDA
- Aquí nos encontramos con el discurso sobre el Pan
de la Vida , algo
que el “discípulo amado” destaca de manera muy singular y que pone en el centro
mismo de toda actividad o ministerio de Jesús. No es, pues, casual ni el lugar
ni la forma (la extensa catequesis) que hará y nos va a ofrecer, y es que para
Juan este relato es importante para entender la persona de Jesús y, en concreto,
el lugar que el binomio Fe y Eucaristía ocupan en la comunidad cristiana.
- Y es que para Juan, Jesús es el que sacia el
hambre más vital. Este signo no sólo es el nuevo milagro del maná que alimenta
a su pueblo, perfeccionando la pascua judía, sino quien satisface en plenitud
las necesidades de las personas. Y todo ello queda significado y recogido en la Eucaristía. Así se
cumplen y se realizan todas las esperanzas de Israel. Dios, pues, en Jesús nos
ofrece la respuesta definitiva.
- En este marco, se nos invita a reflexionar y
profundizar sobre la
EUCARISTÍA , su significado más vital y experiencial y que
presenta, en Juan y en su comunidad, una significación muy especial. Tomar
conciencia y revisar nuestras actitudes y formas sobre este hecho de importancia
central en nuestra vida cristiana y de seguidores de este Jesús, es, pues, una
necesidad y una urgencia. ¡Ojalá lo vivamos! ¿Te animas, hermano/a?