LUNES, día 21
Hechos de los Apóstoles 19,
1-8
“... El
bautismo de Juan era signo de conversión, y él decía al pueblo que creyesen en
el que iba a venir después, es decir, en Jesús. Al oír esto, se bautizaron en
el nombre del Señor Jesús...”
CLAVES para la LECTURA
- La espléndida ciudad de Éfeso
se convierte, pues, en el punto de encuentro de diferentes corrientes del
cristianismo primitivo, con las que hoy también se mide Pablo. También se las
tiene que ver con discípulos, más o menos remotos, de Juan el Bautista, que
forman parte de un movimiento más bien amplio y, para nosotros, todavía
misterioso. La docena de «discípulos» tienen, probablemente, un pie en el grupo
del Bautista y otro en el grupo de Jesús. Pablo los catequiza mostrando que
precisamente Juan había indicado la superioridad de Jesús. Se nota aquí el
intento de clarificar la relación entre el bautismo de Juan y el de Jesús: el
primero está ligado a la penitencia; el segundo, a la acción del Espíritu. El
enlace, el encuentro y, a veces, el desencuentro entre las diferentes corrientes
y movimientos debieron de ser vivaces, aunque Lucas no nos proporciona -quizás
porque carece de ellas- informaciones más precisas.
- No
sabemos si fue Pablo quien los bautizó, pero sí fue él quien les impuso las
manos, renovando otro Pentecostés, como ya había sucedido en otras ocasiones,
especialmente con Pedro y Juan en Samaría. El Espíritu, ligado al
bautismo en el nombre del Señor Jesús, los colma de sus dones y hablan en
lenguas y profetizan.
-
Apremia a Lucas mostrar, entre otras cosas, que Pablo, aunque no es uno de los
Doce, tiene los mismos poderes que ellos.
También desea mostrar que los «Hechos de Pablo» se
asemejan a los «Hechos de Pedro». Además Pablo se las tiene que ver tanto con
los discípulos del Bautista, como, en Éfeso, con la magia y el paganismo, en el
famoso episodio de la revuelta de los orfebres.
CLAVES para la VIDA
- El
autor de los Hechos nos sigue ofreciendo las palabras y acciones
evangelizadoras de Pablo, quien a pesar de no ser del grupo de los doce, posee
los mismos poderes que ellos. Hoy le encontramos en Efeso, donde permanecerá
por tiempo prolongado y donde fundará una comunidad a la que más tarde dirigirá
una hermosa carta. Aquí es donde tiene que anunciar la Buena Noticia de
Jesús a un grupo “extraño” que sólo ha recibido el bautismo de Juan.
-
Con paciencia y pedagogía, el apóstol instruye a este grupo sobre la relación
entre el bautismo de Juan y la fe en Jesús. Una vez más, Lucas
destaca la capacidad de acogida y cercanía de Pablo con cada situación concreta
con la que se encuentra, hasta llevar a cada persona al encuentro de Jesús y de
la fe. Inmensa pedagogía la suya que lo mismo se junta a rezar con unas mujeres
junto al río, que acoge y catequiza a este grupo de discípulos de Juan.
- La
gran lección de los Hechos para nosotros es precisamente la pedagogía
utilizada: con una adaptación creativa a cada circunstancia, se acompaña a cada
uno en ese proceso de fe hasta el encuentro con el Señor Jesús. No se sirven,
pues, de tópicos generales, sino adaptados a cada situación. Acaso no eran
“grandes teólogos”, pero tenían “olfato” de maestros y pedagogos. A ti,
hermano/a, ¿te dice algo este estilo evangelizador? ¿Cómo te sientes en esta
tarea?
Evangelio: Juan 16, 29-33
“... ¿Ahora
creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os
disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo,
porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz
en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: Yo he vencido al
mundo..."
CLAVES para la LECTURA
- El fragmento comienza con
algunas palabras entusiastas de los discípulos de Jesús: «Ahora
has hablado claramente y no en lenguaje figurado» (v. 29). Piensan los discípulos que las
palabras del Señor sobre su misión son ahora comprensibles, pero olvidan que
les había dicho que la nueva era comenzaría después de la resurrección y que la comprensión
de sus palabras tendría como maestro interior al Espíritu Santo. Creen tener
ahora en sus manos el secreto de la persona de Jesús y poseer una fe adulta en
Dios.
-
Jesús tendrá que hacerles constatar, por el contrario, que su fe tiene que ser
reforzada aún, porque es demasiado incompleta para hacer frente a las pruebas
que les esperan (vv. 31s). Son palabras que esconden una
gran amargura: el Nazareno predice el abandono por parte de sus amigos. Éstos
se escandalizarán por la suerte humillante que sufrirá su Maestro.
- Con
todo, Jesús nunca está solo. Vive siempre en unidad con
el Padre. Por eso termina el coloquio con los suyos pronunciando palabras
llenas de esperanza y de confianza: «Os he dicho todo
esto para que podáis encontrar la paz en vuestra unión conmigo. En el mundo
encontraréis dificultades y tendréis que sufrir; pero tened ánimo; yo he
vencido al mundo» (v.
33). Jesús ha vencido al mundo desarmándolo con el amor. Ha elegido lo que
cuenta a los ojos de Dios y perdura en la vida, no lo efímero. Y este mensaje
es el que deja a sus discípulos como «testamento espiritual».
CLAVES para la VIDA
- Se nos sigue
ofreciendo la INMENSA
actitud de Jesús ante su grupo; también Él es un gran pedagogo. Olvidándose de
sí mismo y de cuanto está a punto de sucederle, Jesús (como Buen Pastor) está
preocupado por la suerte de los suyos, que le abandonarán, que harán una crisis
profunda en su seguimiento. Intenta, pues, que no se escandalicen de sí mismos
y de lo que van a vivir. Y es que a los discípulos, todavía, les resulta
imposible aceptar esa suerte humillante que sufrirá su Maestro. Será ésta la
tarea del Espíritu, como Maestro interior.
- De
nuevo, el discípulo amado, nos ofrece la clave de la serenidad de Jesús: “aunque yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo”
(v. 32). Éste es el secreto de cuanto Él vive: él ha optado y ha elegido el
camino que agrada a Dios y, por eso, toda su vida está anclada en esa
seguridad. Ésta es la gran lección que deja a sus discípulos y todos los
seguidores de todos los tiempos. “Yo he vencido al
mundo” (v. 33) es la garantía que nos ofrece, hoy, a nosotros.
-
Muy hermosa la reflexión del evangelista; inmensa la actitud de Jesús. El Padre lo
llena todo; lo ilumina todo; le da sentido a todo. Incluso a su soledad por
vivir en fidelidad a su proyecto del Reino. Aunque le abandonen hasta los
suyos. ¿Qué fuerza tiene el Padre en mi vida? ¿Qué tipo de relación vivo con
él? ¿Qué me está proponiendo Jesús con su estilo?
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