SÁBADO, día 26: San Felipe Neri
Hechos de los
Apóstoles 28, 16-20. 30-31
“... Hermanos,
estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de
nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos... pero como los
judíos se oponían, tuve que apelar al César... Por este motivo he querido veros
y hablar con vosotros pues por la esperanza de Israel llevo encima estas
cadenas...”
CLAVES para la LECTURA
-
Entre la lectura de ayer y la de hoy está por medio el agitado viaje de Pablo:
desde Cesarea a la isla de Creta, los catorce días de tempestad, la estancia en
Malta, el viaje de Malta a Roma, la cálida acogida por parte de los hermanos. El fragmento de hoy es un resumen de su actividad en Roma, donde Pablo
puede vivir en «régimen de libertad vigilada» en una casa privada. Comienza,
como siempre, la predicación a los judíos con resultados alternos, podía «anunciar el Reino de Dios y enseñar cuanto se refiere a
Jesucristo, el Señor, con toda libertad y sin obstáculo alguno».
-
Lucas ha alcanzado su objetivo: la carrera de la Palabra es imparable; el
Evangelio ha llegado al corazón del mundo, es predicado con toda libertad y sin
obstáculo alguno «hasta los confines de la tierra». Nada
ha podido ni podrá detenerlo. Pablo es uno de los muchos testigos de Jesús, un
campeón ejemplar, heroico y dotado de autoridad, pero no el único.
- Las
vicisitudes personales de Pablo no parecen interesar demasiado a Lucas, que
corta aquí su relato, sin informarnos sobre la suerte del campeón: lo que le
importa de verdad es que Pablo haya culminado su propia misión, una misión que
es la de todo cristiano, a saber: ser testigo de la resurrección, tener el
valor de anunciarla por doquier, convertir cada situación, aún la más
improbable, en una ocasión para decir que Jesús es el Señor y el Salvador. «La Palabra de Dios no
está encadenada» (2 Tim 2, 8s). No hay ocasión en la que no pueda
ser anunciada la Palabra
de Dios.
CLAVES para la VIDA
- Un buen
final de este recorrido de la joven Iglesia y de sus representantes más
significativos. Con este texto de Hechos terminamos el camino de la Pascua , si bien mañana
celebraremos la explosión del Espíritu que ya ha sido y seguirá siendo el
artífice de que “la Palabra
de Dios no está encadenada”. Pablo y los testigos pueden estar
encarcelados, pero la causa del Reino y de Jesús sigue adelante.
-
Por enésima vez se nos muestra que no hay situación imposible para que Pablo
siga anunciando la Buena
Nueva de Jesús. También en Roma, en el corazón mismo del
imperio Romano; más tarde dará testimonio con su propia vida (será en el
segundo cautiverio que terminará con el martirio hacia el año 67). Incansable
Pablo, de fe inquebrantable en Jesús y quien da sentido a toda su actuación.
¡Impresionante!
-
Está bien terminar el recorrido pascual con un testimonio de este calibre,
hasta el fin, sin reserva alguna, imitando a su Señor. Así culminará el apóstol
su misión. Y yo, ¿cómo culmino mi misión? ¿Cómo estoy viviendo mi nueva
condición de partícipe en la resurrección del Señor Jesús? ¡Buen ánimo!
Evangelio: Juan 21, 20-25
“... Pedro,
volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba... Al
verlo Pedro dice a Jesús: Señor, y éste ¿qué? Jesús le contesta. Si quiero que
se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme...”
CLAVES para la LECTURA
- El epílogo del evangelio
de Juan está relacionado con la misión propia del discípulo amado. El fragmento
está formado por dos pequeñas unidades, que también están subdivididas a su
vez: predicción sobre el futuro del discípulo amado (vv. 20-23) y segunda conclusión
del evangelio (vv. 24s). El redactor de este capítulo 21, a través de una
comparación entre Pedro y el otro discípulo, pretende identificar de manera
inequívoca al «otro discípulo al que Jesús tanto quería» (Jn 13, 23; 19, 26; 21, 7. 20). La
pregunta que Pedro plantea, a continuación, a Jesús sobre la suerte del
discípulo amado recibe de parte del Maestro una respuesta que no deja lugar a
equívocos, en la que afirma la libertad soberana de Dios respecto a cada
hombre.
-
Pero quizás sea posible proyectar alguna luz sobre estos misteriosos versículos
intentando poner de manifiesto cierto fondo histórico del tiempo en el que el
autor los escribió. El texto no estuvo provocado realmente por las discusiones que
tuvieron lugar en la Iglesia
de los orígenes entre los discípulos de Pedro y los del discípulo amado sobre
el «poder primacial» del primero. Más bien fue introducido por el redactor del
capítulo para demostrar, sobre una base histórica, dos cosas: a) que carecía de
fundamento la opinión difundida de que el discípulo amado no había muerto; b)
que esa muerte, una vez acaecida, tenía la misma importancia para el Señor que
el martirio sufrido por el apóstol Pedro.
-
Por último, los versículos finales (vv. 24s) subrayan una cosa simple, pero
verdadera: la revelación de Jesús, ligada al ministerio de su persona, es algo
tan grande y profundo que escapa al alcance del hombre.
CLAVES para la VIDA
- Al fin, aquí
nos encontramos con una declaración sobre el “discípulo amado”. Éste es aquel
que “da testimonio de todas estas cosas y las ha escrito”
(v. 24). Éste es el testimonio: el “otro discípulo al
que Jesús tanto quería” (v. 20): nos quedamos con ello, al
margen de las polémicas acerca de este texto, si añadido o no; si posterior o
para zanjar alguna polémica entre los discípulo de Pedro y los del discípulo
amado. Éste es quien nos ha transmitido lo que ha experimentado y vivido junto
a Jesús, a quien ahora le vive y le sigue.
-
Sin duda alguna, “el discípulo amado” es más que Juan, Pedro o Antonio. Es aquél que
se ha encontrado con Jesús, ha experimentado cuanto él vive y hace de ello el
único objetivo de su caminar, de su vida y de su testimonio. Aquí es donde
resuenan las palabras de Jesús: “Sígueme”
(v. 22); ahí está el secreto para ser “discípulo amado”.
- Terminamos
el camino Pascual con esta doble invitación que aquí recogemos: “sígueme”, hermosa invitación; exigente pero
fantástica; y todo ello para convertirme en el “discípulo amado”, esto es,
aquél que ha sentido y experimentado la NOVEDAD de Jesús. Si ha sido así en tu vida
y en la mía... ¡Feliz Pascua! ¡Feliz VIDA!
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