viernes, 11 de mayo de 2012


SÁBADO, día 12


Hechos de los Apóstoles 16, 1-10
“... Pablo fue a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo que se llamaba Timoteo, hijo de un griego y de una judía cristiana... Aquella noche Pablo tuvo una visión: un macedonio le rogaba: Ven a Macedonia y ayúdanos. Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio...”
 CLAVES para la LECTURA
- Lucas pasa ahora a narrar los acontecimientos misioneros de Pablo: él será el protagonista de la tercera parte de los Hechos de los Apóstoles. El fragmento de hoy presenta el segundo viaje misionero, ya avanzado. Entre tanto ha tenido lugar la separación de Bernabé, a causa -según Lucas- de una diferente valoración de la persona de Juan Marcos. Pablo elige como nuevo compañero a un discípulo suyo al que siempre le unirá un gran cariño: Timoteo. Haciendo gala de una gran elasticidad pastoral, especialmente en vistas a la acción entre los judíos, Pablo lo hizo circuncidar, aunque no viera para ello ninguna necesidad doctrinal. Pablo se hace en verdad todo para todos por el Evangelio.
- Es significativo el hecho de que el Espíritu hace prácticamente las veces de guía, corrigiendo la ruta de los misioneros. Lucas quiere subrayar que el protagonista y el director de la evangelización es el Espíritu Santo, que tiene sus planes, a menudo diferentes a los de los hombres. Es el Espíritu quien impulsa a Pablo a pasar a Europa, en vez de adentrarse en las regiones de Asia menor.
- Hay un misterio en la llamada a los pueblos y las naciones que escapa por completo a la mirada humana. Baste con una sencilla reflexión: el programador de la evangelización es con toda claridad el Espíritu Santo; no se trata de una acción organizada por los hombres, aunque estén llenos de fe y de celo. En la acción de Pablo no había demasiada organización, sino una gran disponibilidad a la acción del Espíritu. ¿No hace esto hoy actual y digno de atención este dicho, que podría parecer sólo un eslogan: «Menos organización y más Espíritu»?
 CLAVES para la VIDA
- ¡Qué elasticidad la de Pablo, incluso “cediendo” a criterios pastorales y haciendo circuncidar a Timoteo! ¡Qué disponibilidad a la fuerza y a las llamadas del Espíritu la que viven estos apóstoles y evangelizadores! El autor de los Hechos insiste en la presencia significativa del Espíritu en toda esta acción evangelizadora de las primeras Comunidades, más allá de las visiones y previsiones humanas. Posiblemente estamos ante el hecho, real y vivido, de “menos organización y más Espíritu”.
- Aquí se nos ofrece cómo el Espíritu de Jesús es un misterioso pero eficaz agente de vida eclesial, quien inspira a la comunidad cuáles son los lugares y caminos de la evangelización en cada momento. Todo ello vivido en un clima de comunidad y de búsqueda. ¡Ahí es nada!
- La historia de las primeras comunidades nos sigue ofreciendo pautas de acción y de actuación válidas, hoy y aquí: el saber discernir “los signos de los tiempos”; las “llamadas del Espíritu” a asumir acciones y nuevos desafíos; la disponibilidad a afrontar los retos y a hacerlo desde esa conciencia de envío que viven... Todo esto y más se nos sigue ofreciendo, sugiriendo, invitando... ¿Bien? ¡Buen ánimo!

Evangelio: Juan 15, 18-21
“... Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: No es el siervo más que su amo...”
 CLAVES para la LECTURA
- La perícopa contiene una advertencia de Jesús dirigida a sus discípulos sobre el odio y el rechazo del mundo que tendrán enfrente. Si la nota distintiva de la comunidad cristiana es el amor, ahora el Maestro presenta a los suyos lo que caracteriza al mundo que les rechaza: el odio (v. 18). El Señor advierte y explica ese odio del mundo y emite un juicio sobre el mismo.
- El odio del mundo hacia la comunidad cristiana es consecuencia lógica de una opción de vida: los seguidores del Evangelio no pertenecen al mundo, y éste no puede aceptar a quien se opone a sus principios y opciones. Los creyentes, en virtud de su opción de vida a favor de Cristo, son considerados como extraños y enemigos. Su vida es una continua acusación contra las obras perversas del mundo y un reproche elocuente contra los malvados. Por eso es odiado y rechazado el hombre de fe.
- Pero ¿cómo se manifiesta el odio del mundo contra los discípulos? Mediante las persecuciones que han de padecer los creyentes por el nombre de Cristo. No son en verdad estas pruebas las que deben desanimar a los discípulos ni en su camino de fe ni en su misión de evangelización. También su Señor experimentó la incomprensión y el rechazo hasta la muerte (v. 20). Es más, la persecución y el sufrimiento son una de las condiciones de la gloria que toda la comunidad cristiana debe compartir con su Salvador. La suerte de los discípulos es idéntica a la de Cristo: si éste ha sido perseguido, también lo serán sus discípulos; si éste fue escuchado, también lo serán los suyos (vv. 20s).
 CLAVES para la VIDA
- Dentro de este contexto de comunicación vital de Jesús con los suyos, donde predomina el amor, ahora se nos introduce otra palabra, el odio, y Jesús así les advierte a los suyos, como parte de la historia y del contraste que van a vivir. El origen de este odio es que no comparten ese “ser del mundo” y por lo tanto, ese mundo les va a rechazar, porque no son de los suyos. Y es que las fuerzas que se oponen al Reino están en marcha.
- Pero todo esto no es ninguna novedad respecto a los seguidores, porque ésa misma es la condición que le ha tocado vivir al Maestro: Él ha sido rechazado frontalmente por esa realidad del “mundo”; y él mismo nos ha elegido y sacado del mundo (v. 19) para poder vivir con la dinámica que él ha vivido. Ésta es la nueva condición y situación del discípulo: ha sido “rescatado” por el mismo Señor de las fuerzas del mundo.
- Y aquí nos encontramos nosotros, invitados a participar de esa VIDA que él nos ofrece y que quiero compartir, y con todas las consecuencias. Eso sí: sólo si estoy “unido” a él (como el sarmiento a la vid) tendré vida y me llegará la savia portadora de esa vida. ¡Es la conclusión de este camino Pascual! ¿Estás de acuerdo, hermano/a?

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