MIÉRCOLES, día 9
Hechos de los Apóstoles 15, 1-6
“...
En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los
hermanos que, si no se circuncidaban como manda la tradición de Moisés, no
podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y
Bernabé, y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a
consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia...”
CLAVES
para la LECTURA
- En el comienzo del
fragmento aparece planteada la cuestión que tanto interesó y turbó a los
primeros discípulos: ¿hace falta la circuncisión para salvarse? Pablo y
Bernabé responden decididamente que no. Pero ¿y si los que dicen lo contrario
contaran con el aval de las columnas de la Iglesia de Jerusalén? De ahí viene la solución: ir directamente a Jerusalén.
- Allí, tras un viaje en el que cuentan sus éxitos
apostólicos, suscitando una «gran alegría a
todos los hermanos», fueron
recibidos por «la iglesia, los apóstoles y demás responsables» y encuentran la misma oposición que
hallaron en Antioquía por parte de los fariseos convertidos. Su tesis es la típica de los judaizantes, contra los que Pablo tendrá que
luchar durante mucho tiempo (Gal 5, 6-12). Para éstos, la ley de Moisés tenía
una validez perenne y, por consiguiente, también tenía que ser impuesta a los
convertidos del paganismo.
- La cuestión es seria: de ahí que se convoque una
reunión a la que asisten los apóstoles y los demás responsables. Según una variante occidental del texto original, asistieron también «el conjunto de los hermanos». Son las premisas del celebérrimo
«Concilio de Jerusalén», la primera reunión oficial de la Iglesia para resolver una
cuestión grave, de la que podía depender la difusión de la Palabra en el mundo
pagano. Sobre esta reunión se han derramado ríos de tinta (en parte por la
dificultad de armonizar los datos de Lucas con los de Pablo). Con todo, la
importancia de la reunión es indudable y sus resultados serán altamente
positivos.
CLAVES
para la VIDA
- Tampoco en la joven
Iglesia de Jesús las cosas fueron tan sencillas y fáciles como a veces podamos
pensar. En esa actividad evangelizadora se presentaron dificultades, y alguna
de calado y profundidad. ¿Era necesario abrazar la fe judía, con sus leyes y
normas, para alcanzar la plenitud y la salvación? Es una cuestión de fondo y al
apóstol Pablo le costó más de un rato el convencer a sus hermanos en religión y
hacerles entender que era la persona de Jesús la CLAVE de la nueva situación.
- Es hermoso ver cómo los
hermanos se unen para dialogar y encontrar una solución compartida, después de
un discernimiento en común con vistas a ser fieles a la voluntad de Dios. ¡Cuánto nos
queda por aprender de aquella primera Comunidad! Las tensiones están presentes
y volverán a estar. Las primeras comunidades nos muestran el camino para
plantearlas y solucionarlas.
- En la andadura de la Iglesia , el hecho de
descubrir que se han sabido afrontar las situaciones más complicadas, la verdad
es que ilusiona. Y así ha sido. ¡Cuán fácilmente olvidamos estas lecciones magistrales
de la historia! Y mi actitud... ¿cuál es? ¿Busco el diálogo y el compartir como
ESTILO para afrontar y solucionar las situaciones de la vida, de la pastoral,
de...?
Evangelio: Juan 15, 1-8
“... Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo
sarmiento mío que no da fruto, lo arranca; y a todo el que da fruto lo poda,
para que dé más fruto... permaneced en mí y yo en vosotros...”
CLAVES para la LECTURA
- La frecuente repetición, en pocos versículos, del
verbo «permanecer» hace comprender de
inmediato que es la palabra clave del fragmento. Si
en el capítulo 14, comienzo del «discurso de despedida», se pone el acento en
la partida de Jesús y en la inquietud de los apóstoles, ahora se hace hincapié
en la comunión profunda, real, indestructible que hay entre él y aquellos que
creen en él.
- Aunque va a enfrentarse con la muerte, Jesús sigue
siendo para los suyos la fuente de la vida y de la santidad («producir fruto»: 15, 6). Más aún, precisamente yendo
al Padre pone la condición para poder «permanecer»
para siempre en los suyos. Jesús, sirviéndose de una comparación, habla de sí
mismo como de la vid verdadera: una imagen que ya habían usado a menudo los
profetas para describir a Israel, la vid infecunda, esquiva a los amorosos
cuidados de Yahvé (Is 5). Jesús se presenta como el verdadero pueblo elegido
que corresponde plenamente a las atenciones de Dios. Por otra parte, se
identifica con la Sabiduría ,
de la que se había escrito que como vid ha producido brotes, flores y frutos
(Eclo 24, 17).
- Con esa imagen quiere explicar, por consiguiente, cómo
es la extraordinaria realidad de la comunión vital con él que ofrece a los
creyentes, qué compromiso incluye ésta y cuáles son las expectativas de Dios. Jesús es el primogénito de una humanidad nueva en virtud del sacrificio
redentor en la cruz. Él es la cepa santa de la que corre a los sarmientos su
misma linfa vital. Quien permanece unido a él puede dar al Padre el fruto del
amor y dar gloria a su nombre (vv. 5. 8).
- A continuación, para que este fruto sea copioso, el
Padre-viñador realiza todos los cuidados: corta los sarmientos no fecundos y
poda los fecundos. Esta obra de purificación se va realizando
cuando la Palabra
de Jesús es acogida en un corazón bueno (v. 3): entonces esta Palabra guía las
acciones del hombre y lo hace amigo de Dios, cooperador en su designio de
salvación, colaborador de su gloria (v. 7).
CLAVES para la VIDA
- ¡Hermosa de veras la
comparación con la que hoy se describe la unión de Jesús con sus discípulos! ¡Qué vivacidad
tiene el símil que utiliza! Él, Jesús, es la cepa; sus seguidores, son los
sarmientos. De la vid pasa la savia, o sea la vida, a los sarmientos, si “permanecen” unidos a la vid. Si no, quedan
secos, no dan fruto y se mueren. La fuerza del símil está expresada por la
palabra “PERMANECER”, repetida 15 veces
en este capítulo. Además, Dios Padre es el viñador, el que quiere que los
sarmientos no pierdan esta unión con Cristo. Ésta es la alegría mayor del
Padre: “que deis fruto abundante” (v.
8).
- De entre las varias
comparaciones que tienen como clave la vid y la viña, -el pueblo de Israel como
una viña plantada por Dios, que se queja amargamente de que la viña en la que
había puesto su ilusión no le da frutos; los viñadores malos que no pagan al
dueño-, ésta de la cepa y los sarmientos es la que más íntimamente describe la
unión vital de Cristo con sus seguidores.
- Las conclusiones de este
texto-reflexión no son complicadas: Cristo ha querido que exista una unión íntima
y vital entre nosotros y Él. De hecho, ese “trasvase” íntimo de vida desde la
cepa a los sarmientos, tiene consecuencias importantes para nuestra vida de
seguidores de Jesús. Si no recibo (recibimos) vida y savia de él, estamos
abocados a secarnos y ser pasto de las llamas (en el mejor de los casos). Esta
unión es vital. ¿Qué tal me siento? ¿Cómo cuido y trabajo esta unión?
No hay comentarios:
Publicar un comentario