LUNES, día 28
1 Pedro 1, 3-9
“... Bendito sea
Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para
una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os
está reservada en el cielo… No habéis visto a Jesucristo y lo amáis; no lo
veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado,
alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación…”
CLAVES para la LECTURA
- Tras una breve presentación del
remitente y de los destinatarios (vv. 1s), en la que se ofrece ya un escorzo
contemplativo sobre la obra de la salvación realizada por el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo, la primera carta de Pedro desarrolla el mismo tema, en los vv.
3-12, en forma de bendición solemne. De este modo se introduce a los oyentes en una
atmósfera sagrada que ayuda a percibir el inmenso don que representa la
vocación bautismal.
- El Padre, en su inmenso amor, nos
ha hecho renacer (Jn 3, 1-15), haciéndonos hijos suyos, a través de la
muerte-resurrección de su Hijo unigénito (v. 3a). Este nuevo nacimiento no
tiene delante la perspectiva de la muerte, sino «una
esperanza viva», una promesa (v. 4) no condicionada por la
corruptibilidad de las cosas de este mundo. Su plena posesión está reservada
para nosotros «en los cielos», pero tenemos
ya desde ahora un «anticipo», una «señal», en la medida en que vamos
transformándonos interiormente, en la medida en que pasamos de seres carnales a
seres espirituales, por medio de una vida conforme con la fe profesada en el
bautismo.
- Pedro, que se dirige a
comunidades cristianas probadas por la persecución, ofrece consuelo y luz para
leer el cumplimiento del designio de salvación en medio de las dolorosas
situaciones por las que atraviesan. Los sufrimientos no deben convertirse en motivo
de escándalo, en piedra de tropiezo, sino en crisol purificador, donde se
purifica la fe para ser cada vez más pura y firme (vv. 6s). Esta fe será, en
efecto, el documento con el que, el último día, daremos testimonio de nuestro
amor a Cristo, mientras que, ya desde ahora, nos proporciona un gozo inefable y
radiante en el corazón y nos conduce a la meta: la salvación eterna (vv. 8s).
CLAVES para la VIDA
- ¡Es un
hermoso resumen de lo que supone la vocación bautismal que crea un nuevo modo
de ser y de vivir en el cristiano! “Renacer a una esperanza viva, a una herencia incorruptible...” (vv. 3-4) es mucho más que algo teórico o
principios doctrinales. Es la nueva situación que supone una transformación
“desde la raíz” del ser del cristiano. Y todo ello tiene su fuente y origen en
la muerte-resurrección del Hijo amado.
- “Por ello, vivís alegres, aunque un poco afligidos ahora...”
(v. 6): y es que el seguidor de
Jesús comparte el mismo camino que su Señor. Será perseguido y vivirá
situaciones dolorosas, pero ahí podrá dar el testimonio de amor de Cristo, el
Señor. Participar, pues, la causa de su Señor; compartir, por fidelidad, su
mismo caminar... es motivo de gloria y de alabanza. Así, la comunión que
alcance con su Señor será plena y total, y para siempre.
-
Compartir plenamente la causa del Señor Jesús; dar testimonio de lo que ha
vivido y experimentado, y así “revestirnos” de sus mismos sentimientos y de su
estilo de vida... es la propuesta que el apóstol nos sugiere en esta reflexión.
Mi seguimiento de Jesús, pues,
no es algo teórico sino que implica toda una vida y un estilo de ser y de
vivir. Tampoco basta con quedar en una “admiración sentimental”. Implica mucho
más: hacer de su amor y de su solidaridad para con todos nosotros, el EJE de mi
vida y la razón de ser de mi caminar, allí donde me encuentre. ¡Todo un inmenso
desafío! ¿Lo es también para ti, hermano/a?
Evangelio: Marcos 10, 17-27
“... Maestro bueno, ¿qué haré para
heredar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿por qué me llamas bueno? No hay
nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu
padre y a tu madre. Él replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: una cosa te falta: anda, vende
lo que tienes, dale el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo-,
y luego, sígueme...”
CLAVES para la LECTURA
- El fragmento evangélico de
hoy se compone de dos partes: una vocación fallida por el apego a la riqueza
(vv. 17-22) y algunas consideraciones sobre la peligrosidad de la riqueza (vv.
23-27).
- El punto de partida es un
hombre que busca el camino para la vida eterna. El hecho de que se dirija a Jesús habla a favor
de la confianza que inspiraba el Maestro de Nazaret. Eran muchos los maestros
que podían responder con sabiduría a esa pregunta. Es posible que aquel hombre
se esperara algo diferente, algo nuevo. Jesús le orienta hacia Dios y hacia
algunos de los preceptos del Decálogo, sobre todo a los relacionados con los
deberes hacia el prójimo. El Decálogo, expresión de la voluntad divina, sigue
siendo, en efecto, el código de referencia esencial, capaz de encaminar hacia
la vida eterna. De este modo queda ratificado el valor del Antiguo Testamento.
- Sin embargo, aquel hombre
tiene sed de otra cosa. El
Decálogo, que ya observa puntualmente desde su juventud, no le basta. Necesita
un impulso novedoso: “Ven y sígueme”
(v. 21) es la novedad del mensaje. Es la persona de Jesús, el hecho de
seguirle, lo que marca la diferencia. Jesús es ese “algo más” buscado. La
observancia de una ley queda sustituida por la comunión con una persona. Esta
persona “pretende”, justamente, ser el nuevo acceso hacia Dios.
- Pero para seguir a Jesús
es preciso abandonar el lastre y los diferentes impedimentos. El seguimiento exige una libertad interior que no
se tiene mientras el dinero esté presente en la vida como señor. Porque el
dinero es aún más que señor; es tirano y, en efecto, aferra al hombre que no
consigue liberarse él. De ahí que se va triste y afligido. Ha preferido sus
seguridades a la exaltadora propuesta de Jesús. Su riqueza le ha hecho perder
una ocasión única para su vida, le ha empobrecido.
- Llegados aquí, Jesús lanza
una dura consideración sobre la riqueza, cuando se convierte, como en el caso
que ahora nos ocupa, en impedimento para realizar la vida en plenitud. Jesús conoce y denuncia la fuerza seductora del
dinero. Los ricos tienen dificultades para acceder a Dios porque están atados a
las cosas, hechizados por ellas. El hecho de poder comprar todo lo que quieren
les confiere un sentido de casi omnipotencia. La dificultad de su posición la
expresa Jesús con la imagen del camello y el ojo de una aguja (v. 25). Estamos
frente a una hipérbole, una exageración buscada adrede para subrayar mejor el
concepto. “¿Quién podrá salvarse?” (v.
26), es la reacción de pasmo de los discípulos, acostumbrados a pensar que la
riqueza era una bendición divina. Jesús responde que la salvación es don de
Dios. Y éste es capaz de llevar a cabo lo imposible (v. 27). Ese don no exonera
del esfuerzo por liberarse y mantenerse lo más libres posible.
CLAVES para la VIDA
- Conocido pasaje, sin duda,
en nuestros círculos y del que habremos realizado tantas reflexiones
personales, como también habremos sacado conclusiones. De hecho, nos hallamos ante alguien que busca
“algo más”, pero que al mismo tiempo se encuentra completamente bloqueado por
su estilo de vida, por los criterios que vive. En este caso no hay malicia, ni
trampa (como en los letrados y fariseos, que tanto destaca el evangelista); en
esta circunstancia hay un bloqueo que paraliza e impide aceptar una propuesta.
- Jesús se ofrece como ese
“algo más” que busca este hombre; pero no puede responderle; ni siquiera la
mirada de cariño (v. 21) que Jesús le dirige es capaz de desbloquear aquella
situación. La verdad es que no
le falta nada: hasta es cumplidor y bueno. ¡Qué más se puede pedir...! Sólo
Jesús se atreve a ofrecerle una propuesta que va más allá, que es más exigente,
porque es seguirle a Él, dejando cuanto le estorbe. Le propone caminar “ligero
de equipaje”.
- Sin dramatismos, pero las
preguntas siguen hoy, para nosotros, ante esta escena cargada de interrogantes,
porque la propuesta de Jesús sigue ofreciéndose, también para mí. La cuestión será ser consciente de lo que
realmente me bloquea y me impide seguirle. ¿Son las riquezas? ¿Es la comodidad
que me puede? ¿Qué es?
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